lunes, 15 de diciembre de 2008

Los record y la pasta base

El pueblo uruguayo puede ser acusado (a veces con justicia) como desunido y como poco orgulloso de sí mismo, muchas veces eso es verdad, es que los uruguayos no somos ni chauvinistas, ni patrioteros y mucho menos unos fanáticos enfermos como los argentinos[1], pero por suerte para nuestra orientalidad hay dos factores que recientemente nos han unido verdaderamente como el gran pueblo que somos (¿si?), me refiero por supuesto al repudio unánime a la pasta base y a hacer las cosas más grandes del mundo, la una es una adicción que destruye la mente alejando al individuo de la realidad en la que está inmerso y alienándolo en una excitación eufórica sin sentido capaz de llevarlo a hacer las cosas más atroces y la otra es una droga que se hace con los residuos de la fabricación de la cocaína.
La historia es la siguiente:

Resulta que por el otoño del año que culmina (2008), a algún brillante funcionario del Ministerio de Ganadería Agricultura y Pesca (M.G.A.P.) o del Instituto Nacional de Carnes (I.N.A.C.) se le ocurrió justificar su sueldo con la idea de organizar el asado más grande del mundo pues si nosotros somos el país que más come asado del mundo ¿Cómo vamos a permitir que el citado record lo ostenten unos mexicanos que nos compraron la carne a nosotros? Y así fue, un domingo de abril se juntaron en la rural del prado un grupo de bravos patriotas que emulando a los treinta y tres valientes que cruzaron el río Uruguay ciento ochenta y tres años antes se morfaron doce mil kilos de carne. Tras la legitimación por parte de un escribano de el libro Guinness de tan valerosa hazaña, los intrépidos orientales (entre los que se encontraba el ministro Ernesto Agazzi) rompieron en un emocionante “¡¡¡Uruguay noma´!!!"
Pero cual fue mi sorpresa al enterarme la verdad de esta hazaña, no era ni asado, ni fue asado y encima se tomó agua. Es decir, el asado más grande del mundo no fue asado sino pulpa, no fue hecho a las brasas sino al carbón y no se acompaño con sendas cantidades de vino tinto, tras enterarme de esta realidad mi orgulloso espíritu oriental se vio diezmado y no pude sino pensar que hubiera sido mejo que el record se lo quedaran los mexicanos[2].
Pero por suerte en Uruguay siempre hay gente que va pa´delante, gente que frente a la actitud vende patria de los organizadores del record carnívoro, decidieron jugársela y realizar record verdaderamente uruguayos. El primer record bien uruguayo fue la torta frita más grande del mundo (de dos metros de diámetro) y luego vino un colosal arroz con leche que ayudo a bajar la torta frita que la verdad estaba medio gomosa.

Al principio del artículo hablábamos de dos cosas, las cosas grandes y el repudio a la pasta base, he aquí la cuestión:
Resulta que si en algo coinciden la ministra de interior Daisy Tourné (que desde su comprometido facebook le ha declarado la guerra al flagelo de la pasta base mediante la poderosísima arma de las tortas de dulce de leche[3]), las viejas retrógradas que supieron ser votantes de Pacheco y los viejos retrógrados que supieron ser guerrilleros luchando por la revolución del proletariado que culminaría con el capitalismo y que llevaría a nuestro país a ser una sociedad sin clases[4] es justamente en el repudio a la pasta base.
Pero yo no estoy de acuerdo con que en este país que lamentablemente se va convirtiendo en un país de viejos se luche contra una de las actividades que más reúne a nuestros jóvenes orientales, muy por el contrario propongo una medida que contribuirá no solo a que se unan las generaciones sino a romper un nuevo record Guinness, me refiero a la pipa de pasta base más grande del mundo, una pipa con diez, quince mil “chasquis”[5] que juntaría a su alrededor a una cantidad de uruguayos aún mayor que el tan mentado asado más grande del mundo y una cantidad comparable a la que presenció el pasado clásico (que además muchos serán los mismos). Pero además, esta medida trae trabajo para Uruguay ya que para la manufactura de la pipa correspondiente se necesitará a los ex funcionarios de Nibo plast que volverán a trabajar en su vieja fábrica del barrio La Blanqueada.

Luego de proponer esta medida que considero sana y valiosa para nuestro maravilloso país, me despido de ustedes hasta el próximo post.


[1] Es una broma.
[2] Lo cual sería más justo ya que esa “barbacoa” nada tiene que ver con nosotros los uruguayos.
[3] Juro que no es broma.
[4] Me refiero a Eleuterio Fernández Huidobro y el novel candidato a presidente José “llevo diez años sin que se me caiga una idea” Mujica.
[5] Chasqui: unidad mínima de medida y envase de la misma de la pasta base, se llama chasqui debido a su parecido con el “chasqui boom”, un viejo y ruidoso petardo. Una vez más la habilidad retórica del plancha nos deja atónitos (Nota del editor).

miércoles, 29 de octubre de 2008

¿Juega Dios a los dados?

Hace algunos artículos hablabamos del determinismo en la ciencia ("Los dados de Dios") y de como había sido encarado este tema por diversos científicos y había prometido más sobre el tema. La siguiente es una conferencia de Stephen Hawkings en la que se explaya bastante sobre esto y en la que si bien repite algunos conceptos del artículo anterior (sobre todo en lo referente a la historia del conflicto) tiene un rigor muy importante.

La versión en inglés puede encontrarse en http://www.hawking.org.uk/lectures/dice.html

La traducción al castellano es de José Luis Acuña y Ariadna Martinez.

Esta conferencia versa sobre si podemos predecir el futuro o bien éste es arbitrario y aleatorio. En la antigüedad, el mundo debía de haber parecido bastante arbitrario. Desastres como las inundaciones o las enfermedades debían de haber parecido producirse sin aviso o razón aparente. La gente primitiva atribuía esos fenómenos naturales a un panteón de dioses y diosas que se comportaban de una forma caprichosa e impulsiva. No había forma de predecir lo que harían, y la única esperanza era ganarse su favor mediante regalos o conductas. Mucha gente todavía suscribe parcialmente esta creencia, y tratan de firmar un pacto con la fortuna. Se ofrecen para hacer ciertas cosas a cambio de un sobresaliente en una asignatura, o de aprobar el examen de conducir.

Sin embargo, la gente se debió de dar cuenta gradualmente de ciertas regularidades en el comportamiento de la naturaleza. Estas regularidades eran más obvias en el movimiento de los cuerpos celestes a través del firmamento. Por eso la Astronomía fue la primera ciencia en desarrollarse. Fue puesta sobre una firme base matemática por Newton hace más de 300 años, y todavía usamos su teoría de la gravedad para predecir el movimiento de casi todos los cuerpos celestes. Siguiendo el ejemplo de la Astronomía, se encontró que otros fenómenos naturales también obedecían leyes científicas definidas. Esto llevó a la idea del determinismo científico, que parece haber sido expresada públicamente por primera vez por el científico francés Laplace. Me pareció que me gustaría citar literalmente las palabras de Laplace. y le pedí a un amigo que me las buscara. Por supuesto que están en francés, aunque no esperaba que la audiencia tuviera ningún problema con esto. El problema es que Laplace, como Prewst [N. del T.: Hawking probablemente se refiere a Proust], escribía frases de una longitud y complejidad exageradas. Por eso he decidido parafrasear la cita. En efecto, lo que él dijo era que, si en un instante determinado conociéramos las posiciones y velocidades de todas las partículas en el Universo, podríamos calcular su comportamiento en cualquier otro momento del pasado o del futuro. Hay una historia probablemente apócrifa según la cual Napoleón le preguntó a Laplace sobre el lugar de Dios en este sistema, a lo que él replicó "Caballero, yo no he necesitado esa hipótesis". No creo que Laplace estuviera reclamando que Dios no existe. Es simplemente que El no interviene para romper las leyes de la Ciencia. Esa debe ser la postura de todo científico. Una ley científica no lo es si solo se cumple cuando algún ser sobrenatural lo permite y no interviene.


La idea de que el estado del universo en un instante dado determina el estado en cualquier otro momento ha sido uno de los dogmas centrales de la ciencia desde los tiempos de Laplace. Eso implica que podemos predecir el futuro, al menos en principio. Sin embargo, en la práctica nuestra capacidad para predecir el futuro está severamente limitada por la complejidad de las ecuaciones, y por el hecho de que a menudo exhiben una propiedad denominada caos. Como sabrán bien todos los que han visto Parque Jurásico, esto significa que una pequeña perturbación en un lugar puede producir un gran cambio en otro. Una mariposa que bate sus alas puede hacer que llueva en Central Park, Nueva York. El problema es que eso no se puede repetir. La siguiente vez que una mariposa bata sus alas, una multitud de otras cosas serán diferentes, lo que también tendrá influencia sobre la meteorología. Por eso las predicciones meteorológicas son tan poco fiables.

A pesar de estas dificultades prácticas, el determinismo científico permaneció como dogma durante el siglo 19. Sin embargo, en el siglo 20 ha habido dos desarrollos que muestran que la visión de Laplace sobre una predicción completa del futuro no puede ser llevada a cabo. El primero de esos desarrollos es lo que se denomina mecánica cuántica. Fue propuesta por primera vez en 1900, por el físico alemán Max Planck, como hipótesis ad hoc para resolver una paradoja destacada. De acuerdo con las ideas clásicas del siglo 19, que se remontan a los tiempos de Laplace, un cuerpo caliente, como una pieza de metal al rojo, debería emitir radiación. Perdería energía en forma de ondas de radio, infrarrojos, luz visible, ultravioleta, rayos x, y rayos gamma, todos a la misma tasa. Esto no sólo significaría que todos moriríamos de cáncer de piel, sino que además todo en el universo estaría a la misma temperatura, lo que claramente no es así. Sin embargo, Planck mostró que se puede evitar este desastre si se abandonara la idea de que la cantidad de radiación puede tener cualquier valor, y se dijera en su lugar que la radiación llega únicamente en paquetes o cuantos de un cierto tamaño. Es un poco como decir que en el supermercado no se puede comprar azúcar a granel, sino sólo en bolsas de un kilo. La energía en los paquetes o cuantos es mayor para los rayos x y ultravioleta, que para la luz infrarroja o visible. Esto significa que a menos que un cuerpo esté muy caliente, como el Sol, no tendrá suficiente energía para producir ni siquiera un único cuanto de rayos x o ultravioleta. Por eso no nos quemamos por insolación con una taza de café.

Para Planck los cuantos no eran más que un truco matemático que no tenía una realidad física, lo que quiera que eso signifique. Sin embargo, los físicos empezaron a encontrar otro comportamiento, que sólo podía ser explicado en términos de cantidades con valores discretos o cuantizados, más que variables continuas. Por ejemplo, se encontró que las partículas elementales se comportaban más bien como pequeñas peonzas girando sobre un eje. Pero la cantidad de giro no podía tener cualquier valor. Tenía que ser algún múltiplo de una unidad básica. Debido a que esa unidad es muy pequeña, uno no se da cuenta de que una peonza normal decelera mediante una rápida secuencia de pequeños pasos, más que mediante un proceso continuo. Pero para peonzas tan pequeñas como los átomos, la naturaleza discreta del giro es muy importante.

Pasó algún tiempo antes de que la gente se diera cuenta de las implicaciones que tenía este comportamiento cuántico para el determinismo. No sería hasta 1926, cuando Werner Heisenberg, otro físico alemán, indicó que no podrías medir exactamente la posición y la velocidad de una partícula a la vez. Para ver dónde está una partícula hay que iluminarla. Pero de acuerdo con el trabajo de Planck, uno no puede usar una cantidad de luz arbitrariamente pequeña. Uno tiene que usar al menos un cuanto. Esto perturbará la partícula, y cambiará su velocidad de una forma que no puede ser predicha. Para medir la posición de la partícula con exactitud, deberás usar luz de una longitud de onda muy corta, como la ultravioleta, rayos x o rayos gamma. Pero nuevamente, por el trabajo de Planck, los cuantos de esas formas de luz tienen energías más altas que las de la luz visible. Por eso perturbarán aún más la velocidad de la partícula. Es un callejón sin salida: cuanto más exactamente quieres medir la posición de la partícula, con menos exactitud puedes conocer la velocidad, y viceversa. Esto queda resumido en el Principio de Incertidumbre formulado por Heisenberg; la incertidumbre en la posición de una partícula, multiplicada por la incertidumbre en su velocidad, es siempre mayor que una cantidad llamada la constante de Planck, dividida por la masa de la partícula.

La visión de Laplace del determinismo científico implicaba conocer las posiciones y velocidades de las partículas en el universo en un instante dado del tiempo. Por lo tanto, fue seriamente socavado por el Principio de Incertidumbre de Heisenberg. ¿Cómo puede uno predecir el futuro, cuando uno no puede medir exactamente las posiciones ni las velocidades de las partículas en el instante actual? No importa lo potente que sea el ordenador de que dispongas, si lo alimentas con datos deplorables, obtendrás predicciones deplorables.


Einstein estaba muy descontento por esta aparente aleatoriedad en la naturaleza. Su opinión se resumía en su famosa frase 'Dios no juega a los dados'. Parecía que había presentido que la incertidumbre era sólo provisional, y que existía una realidad subyacente en la que las partículas tendrían posiciones y velocidades bien definidas y se comportarían de acuerdo con leyes deterministas, en consonancia con Laplace. Esta realidad podría ser conocida por Dios, pero la naturaleza cuántica de la luz nos impediría verla, excepto tenuemente a través de un cristal.
La visión de Einstein era lo que ahora se llamaría una teoría de variable oculta. Las teorías de variable oculta podrían parecer ser la forma más obvia de incorporar el Principio de Incertidumbre en la física. Forman la base de la imagen mental del universo, sostenida por muchos científicos, y prácticamente por todos los filósofos de la ciencia. Pero esas teorías de variable oculta están equivocadas. El físico británico John Bell, que murió recientemente, ideó una comprobación experimental que distinguiría teorías de variable oculta. Cuando el experimento se llevaba a cabo cuidadosamente, los resultados eran inconsistentes con las variables ocultas. Por lo tanto parece que incluso Dios está limitado por el Principio de Incertidumbre y no puede conocer la posición y la velocidad de una partícula al mismo tiempo. O sea que Dios juega a los dados con el universo. Toda la evidencia lo señala como un jugador empedernido, que tira los dados siempre que tiene ocasión.

Otros científicos estaban mucho más dispuestos que Einstein a modificar la visión clásica del determinismo del siglo 19. Una nueva teoría, denominada la mecánica cuántica, fue propuesta por Heisenberg, el austríaco Erwin Schroedinger, y el físico británico Paul Dirac. Dirac fue mi penúltimo predecesor en la cátedra Lucasiana de Cambridge. Aunque la mecánica cuántica ha estado entre nosotros durante cerca de 70 años, todavía no es generalmente entendida o apreciada, incluso por aquellos que la usan para hacer cálculos. Sin embargo, debería preocuparnos a todos, puesto que es una imagen completamente diferente del universo físico y de la misma realidad. En la mecánica cuántica, las partículas no tienen posiciones ni velocidades bien definidas. En su lugar, son representadas por lo que se llama una función de onda. Esta es un número en cada punto del espacio. El tamaño de la función de onda indica la probabilidad de que la partícula sea encontrada en esa posición. La tasa con la que la función de onda cambia de punto a punto, proporciona la velocidad de la partícula. Uno puede tener una función de onda con un gran pico en una región muy pequeña. Esto significará que la incertidumbre en la posición es muy pequeña. Pero la función de onda variará muy rápidamente cerca del pico, hacia arriba en un lado, hacia abajo en el otro. Por lo tanto la incertidumbre en la velocidad será grande. De la misma manera, uno puede tener funciones de onda en las que la incertidumbre en la velocidad es pequeña, pero la incertidumbre en la posición es grande.

La función de onda contiene todo lo que uno puede saber de la partícula, tanto su posición como su velocidad. Si sabes la función de onda en un momento dado, entonces sus valores en otros momentos son determinados por lo que se llama la ecuación de Schroedinger. Por lo tanto uno tiene aún un cierto determinismo, pero no del tipo que Laplace imaginaba. En lugar de ser capaces de predecir las posiciones y las velocidades de las partículas, todo lo que podemos predecir es la función de onda. Esto significa que podemos predecir sólo la mitad de lo que podríamos de acuerdo con la visión clásica del siglo 19.

Aunque la mecánica cuántica lleva a la incertidumbre cuando tratamos de predecir la posición y la velocidad a un mismo tiempo, todavía nos permite predecir con certidumbre una combinación de posición y velocidad. Sin embargo, incluso este grado de certidumbre parece estar amenazado por desarrollos más recientes. El problema surge porque la gravedad puede torcer el espacio-tiempo tanto que puede haber regiones que no observamos.

Curiosamente, el mismo Laplace escribió un artículo en 1799 sobre cómo algunas estrellas pueden tener un campo gravitatorio tan fuerte que la luz no podría escapar, siendo por tanto arrastrada de vuelta a la estrella. Incluso calculó que una estrella de la misma densidad que el Sol, pero doscientas cincuenta veces más pequeña, tendría esta propiedad. Pero aunque Laplace podría no haberse dado cuenta, la misma idea había sido propuesta 16 años antes por un hombre de Cambridge, John Mitchell, en un artículo en Phylosophical Transactions of the Royal Society. Tanto Mitchel como Laplace concebían a la luz como formada por partículas, más bien como bolas de cañón, que podían ser deceleradas por la gravedad, y hechas caer de vuelta a la estrella. Pero un famoso experimento llevado a cabo por dos americanos, Michelson y Morley, en 1887, mostraron que la luz siempre viajaba a una velocidad de ciento ochenta y seis mil millas por segundo, no importa de dónde viniera. Cómo podía entonces la gravedad decelerarla, y hacerla caer de nuevo.

De acuerdo con las ideas sobre el espacio y el tiempo vigentes en aquel momento esto era imposible. Sin embargo, en 1915 Einstein presentó al mundo su revolucionaria Teoría General de la Relatividad en la cual espacio y tiempo dejaban de ser entidades separadas e independientes. Por el contrario, eran meramente diferentes direcciones de una única noción llamada espacio-tiempo. Esta noción espacio-tiempo no era uniforme sino deformada y curvada debido a su energía inherente. Para que se entienda mejor, imagínese que colocamos un peso (que hará las veces de estrella) sobre una lámina de goma. El peso (estrella) formará una depresión en la goma curvándose la zona alrededor del mismo en contraposición a la planicie anterior. Si hacemos rodar canicas sobre la lámina de goma, sus rastros serán espirales más que líneas rectas. En 1919, una expedición británica en el Oeste de África observaba la luz de estrellas lejanas que cruzaba cerca del sol durante un eclipse. Descubrieron que las imágenes de las estrellas variaban ligeramente de sus posiciones habituales; esto revelaba que las trayectorias de la luz de las estrellas habían sido curvadas por el influjo del espacio-tiempo que rodea al sol. La Relatividad General había sido confirmada.

Imagínese ahora que colocamos pesos sobre la lámina de goma cada vez más cuantiosos y de manera más intensiva. Hundirán la plancha cada vez más. Con el tiempo, alcanzado el peso y la masa crítica se hará un agujero en la lámina por el que podrán caer las partículas pero del que no podrá salir nada.

Según la Teoría General de la Relatividad lo que sucede con el espacio-tiempo es bastante similar. Cuanto más ingente y más densa sea una estrella, tanto más se curvará y distorsionará el espacio-tiempo alrededor de la misma. Si una estrella inmensa que ha consumido ya su energía nuclear se enfría encogiéndose por debajo de su masa crítica, formará literalmente un agujero sin fondo en el espacio-tiempo por el que no puede pasar la luz. El físico americano John Wheeler llamó a estos objetos “agujeros negros” siendo el primero en destacar su importancia y los enigmas que encierran. El término se hizo popular rápidamente. Para los americanos sugería algo oscuro y misterioso mientras que para los británicos existía además la amplia difusión del Agujero Negro de Calcuta. Sin embargo los franceses, muy franceses ellos, percibieron algo indecente en el vocablo. Durante años se resistieron a utilizar el término, demasiado negro, arguyendo que era obsceno; pero era parecido a intentar luchar contra préstamos lingüísticos como “le weekend” y otras mezcolanzas del “franglés”. Al final tuvieron que claudicar. ¿Quién puede resistirse a una expresión así de conquistadora?


Ahora tenemos evidencias de la existencia de agujeros negros en diferentes tipos de entidades, desde sistemas de estrellas binarios al centro de las galaxias. Por lo tanto, la existencia de agujeros negros está ampliamente aceptada hoy en día. Con todo y al margen de su potencial para la ciencia ficción, ¿cuál sería su relevancia para el determinismo? La respuesta reside en una pegatina de parachoques que tenía en la puerta de mi despacho: “los agujeros negros son invisibles”. No sólo ocurre que las partículas y los astronautas desafortunados que caen en un agujero negro no vuelven nunca, sino que la información que estos portan se pierde para siempre, al menos en nuestra demarcación del universo. Puede lanzar al agujero negro aparatos de televisión, sortijas de diamantes e incluso a sus peores enemigos y todo lo que recordará el agujero negro será su masa total y su estado de rotación. John Wheeler llamó a esto “un agujero negro no tiene pelo”. Esto confirma las sospechas de los franceses.
Mientras hubo el convencimiento de que los agujeros negros existirían siempre, esta pérdida de información pareció no importar demasiado. Se podía pensar que la información seguía existiendo dentro de los agujeros negros. Simplemente es que no podemos saber lo que hay desde fuera de ellos pero la situación cambió cuando descubrí que los agujeros negros no son del todo negros. La Mecánica Cuántica hace que estos emitan partículas y radiaciones a un ritmo constante. Estos hallazgos me asombraron no sólo a mí si no al resto del mundo pero con la perspectiva del tiempo esto habría resultado obvio. Lo que se entiende comúnmente como “el vacío” no está realmente vacío ya que está formado por pares de partículas y antipartículas. Estas permanecen juntas en cierto momento del espacio-tiempo, en otro se separan para después volver a unirse y finalmente aniquilarse la una a las otra. Estas partículas y antipartículas existen porque un campo, tal como los campos que transportan la luz y la gravedad no puede valer exactamente cero. Esto denotaría que el valor del campo tendría tanto una posición exacta (en cero) como una velocidad o ritmo de cambio exacto (también cero). Esto violaría el Principio de Incertidumbre porque una partícula no puede tener al tiempo una posición y una velocidad constantes. Por lo tanto, todos los campos deben tener lo que se denomina fluctuaciones del vacío. Debido al comportamiento cuántico de la naturaleza se puede interpretar estas fluctuaciones del vacío como partículas y antipartículas como he descrito anteriormente.

Estos pares de partículas se dan en conjunción con todas las variedades de partículas elementarias. Se denominan partículas virtuales porque se producen incluso en el vacío y no pueden ser mostradas directamente por los detectores de partículas. Sin embargo, los efectos indirectos de las partículas virtuales o fluctuaciones del vacío han sido estudiados en diferentes experimentos, siendo confirmada su existencia.

Si hay un agujero negro cerca, uno de los componentes de un par de partículas y antipartículas podría deslizarse en dicho agujero dejando al otro componente sin compañero. La partícula abandonada puede caerse también en el agujero o bien desplazarse a larga distancia del mismo donde se convertirá en una verdadera partícula que podrá ser apreciada por un detector de partículas. A alguien muy alejado del agujero negro le parecerá que la partícula ha sido emitida por el mismo agujero.

Esta explicación de cómo los agujeros negros no son tan negros clarifica que la emisión dependerá de la magnitud del agujero negro y del ritmo al que esté rotando. Sin embargo, como un agujero negro no tiene pelo, citando a Wheeler, la radiación será por otra parte independiente de lo que se deslizó por el agujero. No importa lo que arroje a un agujero negro: aparatos de televisión, sortijas de diamantes o a sus peores enemigos. Lo que de allí sale es siempre lo mismo.

Pero ¿qué tiene esto que ver con el determinismo que es sobre lo que se supone que versa esta conferencia? Lo que esto demuestra es que hay muchos estados iniciales (incluyendo aparatos de televisión, sortijas de diamantes e incluso gente) que evolucionan hacia el mismo estado final, al menos fuera del agujero negro. Sin embargo, en la visión de Laplace sobre el determinismo había una correspondencia exacta entre los estados iniciales y los finales. Si usted supiera el estado del universo en algún momento del pasado podría predecirlo en el futuro. De manera similar, si lo supiera en el futuro, podría deducir lo que habría sido en el pasado. Con el advenimiento de la Teoría del Cuanto en los años 20 del siglo pasado se redujo a la mitad lo que uno podía predecir pero aún dejó una correspondencia directa entre los estados del universo en diferentes momentos. Si uno supiera la función de onda en un momento dado, podría calcularla en cualquier otro.

Sin embargo, la situación es bastante diferente con los agujeros negros. Uno se encontrará con el mismo estado fuera del agujero, independientemente de lo que haya lanzado dentro, a condición de que tenga la misma masa. Por lo tanto, no hay una correspondencia exacta entre el estado inicial y el estado final ya fuera del agujero negro. Habrá una correspondencia exacta entre el estado inicial y el final ambos fuera o ambos dentro del agujero negro. Sin embargo, lo importante es que la emisión de partículas y la radiación alrededor del agujero provocan una reducción en la masa del mismo y se empequeñece. Finalmente, parece que el agujero negro llega a la masa cero y desaparece del todo. Pero, ¿qué ocurre con todos los objetos que fueron lanzados al agujero y con toda la gente que o bien saltó o fue empujada? No pueden volver a salir porque no existe la suficiente masa o energía sobrante en el agujero negro para enviarlos fuera de nuevo. Puede que pasen a otro universo pero eso nos da lo mismo a los que somos lo suficientemente prudentes como para no saltar dentro de un agujero negro. Incluso la información de lo que cayó dentro del agujero no podría salir de nuevo cuando el agujero desaparezca por último. La información no se distribuye gratuitamente como bien sabrán aquellos de ustedes que paguen facturas telefónicas. La información necesita energía para transportarse, y no habrá suficiente energía de sobra cuando el agujero negro desaparezca.

Lo que todo esto significa es que la información se perderá de nuestra demarcación del universo cuando se formen los agujeros negros para después desvanecerse. Esta pérdida de información implica que podemos predecir incluso menos de lo pensamos, partiendo de la base de la teoría cuántica. En esta teoría puede no ser factible predecir con certidumbre la posición y la velocidad de una partícula al mismo tiempo. Hay sin embargo una combinación de posición y velocidad que sí puede ser predicha. En el caso de un agujero negro, esta predicción específica concierne a los dos miembros de un par de partículas-antipartículas pero únicamente podemos detectar la partícula expulsada. No hay modo alguno, incluso en un principio, de poner de manifiesto la partícula que se precipita al agujero. Por lo tanto, por lo que sabemos, podría estar en cualquier estado. Esto significa que no podemos hacer ninguna predicción concreta acerca de la partícula que expulsa el agujero. Podemos calcular la probabilidad de que la partícula tenga esta o aquella posición o velocidad pero no podemos predecir con precisión una combinación de la posición y velocidad de sólo una partícula porque su velocidad y posición van a depender de la otra partícula, la cual no está bajo nuestra observación. Así que Einstein estaba sin lugar a dudas equivocado cuando dijo, “Dios no juega a los dados”. No sólo Dios juega definitivamente a los dados sino que además a veces los lanza a donde no podemos verlos.

Muchos científicos son como Einstein en el sentido de que tienen un lazo emocional muy fuerte con el determinismo pero al contrario que Einstein han aceptado la reducción en nuestra capacidad para predecir que nos había traído consigo la teoría cuántica. Pero ya era mucho. A estos no les gustó la consiguiente reducción que los agujeros negros parecían implicar. Pensar que el universo es determinista, como creía Laplace, es simplemente inocente. Presiento que estos científicos no se han aprendido la lección de la historia. El universo no se comporta de acuerdo a nuestras preconcebidas ideas. Continúa sorprendiéndonos.

Podría pensarse que no importa demasiado si el determinismo hizo aguas cerca de los agujeros negros. Estamos casi seguros de estar al menos a unos pocos años luz de agujero negro de cualquier tamaño pero según el Principio de Incertidumbre, cada región del espacio debería estar llena de diminutos agujeros negros virtuales que aparecerían y desaparecerían una y otra vez. Uno pensaría que las partículas y la información podrían precipitarse en estos agujeros negros y perderse. Sin embargo, como estos agujeros negros virtuales son tan pequeños (cien billones de billones más pequeños que el núcleo de un átomo) el ritmo al cual se perdería la información sería muy bajo. Esto es por lo que las leyes de la ciencia parecen deterministas, observándolas con detenimiento. Sin embargo, en condiciones extremas, tales como las del universo temprano o las de la colisión de partículas de alta energía, podría haber una significativa pérdida de información. Esto conduce a la imprevisibilidad en la evolución del universo.

En resumen, de lo que he estado hablando es de si el universo evoluciona de manera arbitraria o de si es determinista. La visión clásica propuesta por Laplace estaba fundada en la idea de que el movimiento futuro de las partículas estaba determinado por completo, si su sabían sus posiciones y velocidades en un momento dado. Esta hipótesis tuvo que ser modificada cuando Heisenberg presentó su Principio de Incertidumbre el cual postulaba que no se podía saber al mismo tiempo y con precisión la posición y la velocidad. Sin embargo, sí que era posible predecir una combinación de posición y velocidad pero incluso esta limitada certidumbre desapareció cuando se tuvieron en cuenta los efectos de los agujeros negros: la pérdida de partículas e información dentro de los agujeros negros dio a entender que las partículas que salían eran fortuitas.

Se pueden calcular las probabilidades pero no hacer ninguna predicción en firme. Así, el futuro del universo no está del todo determinado por las leyes de la ciencia, ni su presente, en contra de lo que creía Laplace. Dios todavía se guarda algunos ases en su manga.

Es todo lo que tengo que decir por el momento. Gracias por escucharme.

viernes, 15 de agosto de 2008

Prólogo a la Invención de Morel

Quería hacer un comentario sobre el libro recomendado del mes pero consideré mejor publicar el prólogo a dicho libro que fue escrito por alguién más inteligente que yo y que casi todo el resto.
Aquí va el "Prólogo" a La invención de Morel[1] escrito por Jorge Luis Borges, a ver si lo leen.

Stevenson, hacia I882, anotó que los lectores británicos desdeñaban un poco las peripecias y opinaban que era muy hábil redactar una novela sin argumento, o de argumento infinitesimal, atrofiado. José Ortega y Gasset ­-La deshumanización del arte, I925- ­trata de razonar el desdén anotado por Stevenson y estatuye en la página 96, que "es muy difícil que hoy quepa inventar una aventura capaz de interesar a nuestra sensibilidad superior", y en la 97, que esa invenaión "es prácticamente imposible". En otras páginas, en casi todas las otras páginas, aboga por la novela "psicológica" y opina que el placer de las aventuras es inexistente o pueril. Tal es, sin duda, el común parecer de 1882, de I925 y aún de I940. Algunos escritores (entre los que me place contar a Adolfo Bioy Casares) creen razonable disentir. Resumiré, aquí, los motivos de ese disentimiento.
El primero (cuyo aire de paradoja no quiero destacar ni atenuar) es el intrinseco rigor de la novela de peripecias. La novela característica, "psicológica", propendea ser informe. Los rusos y los discípulos de los rusos han demostrado hasta el hastío que nadie es imposible: suicidas por felicidad, asesinos por benevolencia, personas que se adoran hasta el punto de separarse para siempre, delatores por fervor o por humildad... Esa libertad plena acaba por equivaler al pleno desorden. Por otra parte, la novela "psicológica" quiere ser también novela "realista": prefiere que olvidemos su carácter de artificio verbal y hace de toda vana precisión (o de toda lánguida vaguedad) un nuevo toque verosímil. Hay páginas, hay capítulos de Marcel Proust que son inaceptables como invenciones: a los que, sin saberlo, nos resignamos como a lo insípido y ocioso de cada día. La novela de aventuras, en cambio, no se propone como una transcripción de la realidad: es un objeto artificial que no sufre ninguna parte injustificada. El temor de incurrir en la mera variedad sucesiva del Asno de Oro, de los siete viajes de Simbad o del Quijote, le impone un riguroso argumento.
He alegado un motivo de orden intelectual; hay otros de carácter empírico. Todos tristemente murmuran que nuestro siglo no es capaz de tejer tramas interesantes; nadie se atreve a comprobar que si alguna primacia tiene este siglo sobre los anteriores, esa primacía es la de las tramas. Stevenson es más apasionado, más diverso, más lúcido, quizá más digno de nuestra absoluta amistad que Chesterton; pero los argumentos que gobierna son inferiores. De Quincey, en noches de minucioso terror, se hundió en el corazón de laberintos , pero no amonedó su impresión de unutterable and self-repeating infinities en fábulas comparables a las de Kafka. Anota con justicia Ortega y Gasset que la "psicología" de Balzac no nos satisface; lo mismo cabe anotar de sus argumentos. A Shakespeare, a Cervantes, les agrada la antinómica idea de una muchacha que, sin disminución de hermosura, logra pasar por hombre; ese móvil no funciona con nosotros. Me creo libre de toda superstición de modernidad, de cualquier ilusión de que ayer difere íntimamente de hoy o diferirá de mañana; pero considero que ninguna otra época posee novelas de tan admirable argumento como The turn of the screw, como Der Prozess, como Le Voyageur sur la terre, como ésta que ha logrado, en Buenos Aires, Adolfo Bioy Casares.
Las ficciones de índole policial­otro género típico de este siglo que no puede inventar argumentos­refieren hechos misteriosos que luego justifica e ilustra un hecho razonable; Adolfo Bioy Casares, en estas páginas, resuelve con felicidad un problema acaso más dificil. Despliega una Odisea de prodigios que no parecen admitir otra clave que la alucinación o que el símbolo, y plenamente los descifra mediante un solo postulado fantástico pero no sobrenatural. El temor de incurrir en prematuras o parciales revelaciones me prohíbe el examen del argumento y de las muchas delicadas sabidurías de la ejecución. Básteme declarar que Bioy renaueva literariamente un concepto que San Agustín y Orígenes refutaron, que Louis Auguste Blanqui razonó y que dijo con música memorable Dante Gabriel Rossetti:

I have been here before,
But when or how I cannot tell:
I know the grass beyond the door,
The sweet keen smell,
The sighing sound, the lights around the shore...

En español, son infrecuentes y aún rarisimas las obras de imaginación razonada. Los clásicos ejercieron la alegoría, las exageraciones de la sátira y, alguna vez, la mera incoherencia verbal; de fechas recientes no recuerdo sino algún cuento de Las fuerzas extrañas y alguno de Santiago Dabove: olvidado con injusticia. La invención de Morel (cuyo título alude filialmente a otro inventor isleño, a Moreau) traslada a nuestras tierras y a nuestro idioma un género nuevo.
He discutido con su autor los pormenores de su trama, la he releido; no me parece una imprecisión o una hipérbole calificarla de perfecta.

[1] Bioy Casares, Adolfo; La invención de Morel; Alianza; Madrid; 1991.

jueves, 24 de julio de 2008

¿Qué fue primero, el huevo o la gallina?

En realidad la discusión sobre el primerazgo del par huevo-gallina es totalmente banal ya que supondría al menos Cuatro hipótesis sin las cuales la pregunta solo sería banal e impertinente.

1) La posibilidad de generar una lista con un orden basado en la anterioridad, posterioridad y simultaneidad temporal de los dos objetos en cuestión (caso particular) o de cualquier cosa del mundo sensible o intelectual (caso general). Esto conllevaría al menos tres cuestiones de difícil aceptación:

1.1) Que los números tienen efectivamente existenca ontológica, es decir, que existen en el mundo real (sea este lo que sea sí es que es) por si solos, que no son una abstracción (si es que las abstracciones son posibles) creada por la mente humana.

1.2) El carácter lineal del tiempo, solo con un tiempo lineal se puede determinas la anterioridad o posterioridad de los sucesos o fenómenos. Esto implicaría por lo menos dos críticas:

1.2.1) Que el tiempo va hacia delante (lo que nosotros consideramos adelante) y no que primero morimos para después nacer pues en este caso aventurar una opinión sobre que fue primero de los dos asuntos en cuestión sería hacer futurología.

1.2.2) El carácter lineal del tiempo fue negado por algunos sofistas griegos, algunos gnósticos antiguos, algunos teólogos medievales, Nietzche y todos sus seguidores

1.3) La propia existencia del tiempo, existencia del tiempo que fue negada por Jorge Luis Borges con máximo rigor lógico[1].

2) La existencia del huevo como cosa-en-sí (Kant). La aceptación de esta premisa implicaría también el siguiente enunciado:

2.1) Existen las cosas-en-sí.

3) La existencia de la gallina como cosa-en-sí (Kant). La aceptación de esta premisa implicaría también el siguiente enunciado:

3.1) Existen las cosas-en-sí.

4) La existencia de algún tipo de relación entre el huevo (guebo según ciertos autores) y la gallina (chicken según el que hizo los subtítulos de Aparte lo cual sería un argumento para aquellos que dicen que el pollo -según romano el chicken- Olivera es gallina), sea esta relación de causalidad, de bicondicionalidad, de oposición o de cualquier otra. Critico esta hipótesis por simplista, positivista y arbitraria ya que no existe una sola prueba realmente irrefutable que demuestre esta relación, en todo caso podríamos aceptar una explicación por la contigüidad espacio temporal de uno y otro de los elementos del par, pero esta justificación tendría al menos dos críticas:

2.1) Significaría aceptar los enunciados de una persona proveniente del campo o zona semirural o peor aún, de un citadino que estuvo dos semanas en la chacra del tío (esta crítica podría ser refutable por el carácter contingente de la afirmación de la que parte).

2.2) Sería una relación indexical o de mera contigüidad, lo cual transformaría a este argumento en un sofisma (falacia) ya que tomaríamos como argumento un recurso retórico (en este caso una metonimia), sería más o menos como decir que entre un libro de Juceca que me compré la semana pasada en la feria de Tristán Narvaja y el edificio de la facultad de psicología (sicología según algunos, loquería según otros, una cosa ahí según los más) existe una relación forzosa (Este es una argumento digno de Platón).

A ver si de ahora en más nos dejamos de hacer preguntas estúpidas.



[1] Borges, Jorge Luis; “Nueva refutación del tiempo” en Otras Inquisiciones; Emecé; Buenos Aires; 1968.

viernes, 18 de julio de 2008

Los dados de Dios

Hace ya unos cuantos años, Albert Einstein (que algo debería saber) esgrimió una frase para defender a su teoría de la relatividad (de corte claramente determinista) de los ataques de algunos físicos contemporáneos adheridos a la teoría cuántica de Max Planck (claramente indeterminista), la frase que esgrimió fue; “Dios no juega a los dados con el universo.” Esta frase es recordada aún hoy pero las replicas no han corrido con la misma suerte siendo tal vez más virtuosas y verosímiles (gracias Popper). Niels Bohr (que también debería saber algo) contestó: “Einstein, deje de decirle a Dios lo que tiene que hacer con sus dados.” Esta controversia entre deterministas e indeterministas no es para nada menor sino que es tal vez la discusión más importante del siglo que pasó no solo en términos de ciencias físicas sino también en términos de filosofía. Veamos de qué se trata.

Durante miles de años, las sociedades humanas consideraban que el universo estaba librado al antojo de los dioses o supeditado al inviolable destino. Este pensamiento fue norma incluso durante los pocos periodos de espíritu científico o tecnológico que hubo entre la antigüedad y la edad media. Pero la modernidad no solo trajo burgueses protestantes o agnósticos imponiendo sistemas liberales sino también burgueses racionalistas imponiendo el positivismo. El positivismo era una doctrina (supuestamente racional) que impuso la idea del progreso científico como una forma de acercarse cada vez más a la verdad científica, tanto que Pierre Simon Laplace hizo una de las compadreadas más grandes de la historia de la ciencia cuando dijo que si en un instante determinado conociéramos las posiciones y velocidades de todas las partículas en el Universo, podríamos calcular su comportamiento en cualquier otro momento del pasado o del futuro
La compadreada de Laplace era verosímil pues en su tiempo ni las teorías físico-químicas ni los elementos de medición eran tan avanzados como para ver que había procesos que no cumplían con las herramientas de la época y de hecho fue no solo aceptada sino considerada como gran verdad.

No fue sino hasta el principio del siglo XX con la teoría cuántica que esta compadreada empezó a aparecer como tal. Fue entonces que las dos teorías más importantes de la física de la época (cuántica y relatividad) entraron en conflicto por la cuestión de la determinación, discusión que llevó casi todo el siglo y que encontró su punto más interesante justo cuando el problema del relativismo en el pensamiento llegó a las ciencias sociales.

En 1927, poco después de las primeras discusiones, el alemán Werner Heisenberg postuló su principio de incertidumbre según el cual toda medición de las magnitudes de una fracción del universo altera a esta fracción del universo haciendo que la medición sea errónea en sí misma (sin importar las herramientas utilizadas) lo que haría anularía la infalibilidad de la ciencia.
En 1930, el lógico matemático Kart Gödel formuló sus dos teoremas de la incompletitud que básicamente enuncian que en todo sistema matemático consistente[1] lo suficientemente fuerte para definir los números naturales se puede construir una afirmación tal que no se la pueda demostrar ni refutar (primer teorema) y que ningún sistema consistente pude demostrarse a sí mismo (segundo teorema). Estos dos teoremas minaron no solo las pretensiones de la matemática de erigirse como una forma de pensamiento autolegítimada y matriz disciplinaria[2] de las demás ciencias formales sino que sobre todo derrumbaron el modo de pensar analítico (clave del pensamiento racional).
Bastante tiempo después de las controversias primigenias y de los teoremas de Gödel, la física finalmente encontró una teoría que se aproximaba a una teoría general (la teoría de la relatividad y la teoría cuántica trabajaban sobre áreas diferentes), la teoría de cuerdas propuesta inicialmente por Jöel Scherk y John Schwuarz en 1974 modificada en 1984 por la teoría de supercuerdas y luego por la actual teoría-M de Edgard Witten (de 1995). La teoría de cuerdas no solo unifica las cuatro fuerzas fundamentales de la física (fuerza fuerte, fuerza débil, electromagnetismo y gravitación) sino que destrona a las teorías de la relatividad particular y general y acepta la incertidumbre.

Esto es solo un acercamiento al tema pero prometo más y para terminar cito la respuesta que le hizo Stephen Hawking a la frase de Einstein con la que arrancamos: “Dios no sólo juega a los dados con el Universo; sino que a veces los arroja donde no podemos verlos.”


[1] Un sistema matemático (o grupo de axiomas) es consistente si a partir de sus axiomas no puede deducirse simultáneamente una proposición y su negación (p y –p)
[2] Esta es una de las definiciones de paradigma que hace Thomas Kuhn en Kuhn, Thomas; La estructura de las revoluciones científicos; Fondo de Cultura Económica; México D.F.; 2002.

El problema de la delimitación

¿Cómo definir una disciplina científica? ¿Cómo diferenciar una de otra?

Si bien la pregunta puede parecer de fácil respuesta, al indagar un poco más nos damos cuenta que no es tan así.
En las ciencias formales (lógica, matemática y hasta cierto punto la lingüística) responder esta pregunta es sencillo pues son las propias ciencias las que se definen a sí mismas y a su objeto de estudio y no solamente ubicando y objetivando algo que se encuentra fuera de la ciencia en sí sino que definiéndolo en el sentido ontológico, es decir, estas ciencias se enuncian a sí mismas, luego enuncian sus premisas y es allí que estas premisas empiezan a existir. Es sobre las otras ciencias, las denominadas fácticas que tratará este trabajo.

Tal vez, la primera respuesta a nuestras preguntas que recibamos sea relativa al objeto de estudio, es decir, que una ciencia se define por aquello que estudia.
Pero esto no es tan sencillo como parece, muchas veces resulta difícil o imposible diferenciar cuando un fenómeno es objeto de estudio de una disciplina o de otra. Una estatuilla de madera pueda ser objeto de estudio de la física, la química, la botánica, pero esto no significa que esa estatuilla de madera sea el mismo objeto en todos los casos pues es objeto de estudio de la física en tanto que conjunto de partículas que debe obediencia a ciertas leyes, de la química en tanto que está compuesto por átomos y moléculas que se relacionan entre sí de determinada manera y de la botánica en tanto que materia orgánica vegetal.
Hasta aquí podríamos utilizar el criterio de delimitación por el objeto de estudio, pero el asunto se complica cuando vemos la misma estatuilla de madera desde la perspectiva de lo que se ha convenido en llamar ciencias sociales o humanas pues puede ser también estudiada por la antropología y la sociología y aquí reside el problema del título pues es muy difícil diferenciar las perspectivas que estas disciplinas toman. Mientras que el antropólogo podría decir que al ver la estatua ve un objeto producto de la acción cultural el sociólogo la ve como producto de la interacción de los discursos sociales. Pero ¿de que manera diferenciamos la acción cultural de la interacción de los discursos sociales? La pregunta queda abierta.
Pero, si con una simple estatua de madera se nos complica imaginemos lo que sucedería con un asunto más complejo como son la emigración, la interacción entre los diferentes grupos sociales (clases, etnias, etc.) y las manifestaciones artísticas. Tal vez nos encontremos con muchas menos disciplinas que las que creemos tener hoy día e incluso con una unificación de todas las ciencias sociales y humanas en una sola gran ciencia totalitaria.

Una solución factible al problema de la delimitación tal como lo tenemos aquí sería decir que lo que nos permitiría diferenciar a las diferentes disciplinas sociales y humanas no reside en el objeto de estudio en sí sino que reside en la forma en la que el científico lo estudia, no en la cosa vista sino en el ojo que la ve, ergo, la diferencia entre las disciplinas reside en la metodología.
Esta parece ser a primera vista una solución a nuestro problema pero nada es tan sencillo, dentro de las mismas disciplinas existen distintas visiones metodológicas (y con esto no me refiero a las visiones teóricas sino a los aspectos puramente metodológicos).
Tomemos como ejemplo la sociología, una ciencia bastante madura y socialmente aceptada. Los sociólogos de las nuevas generaciones tienen a la estadística como única metodología, el funcionalismo ve y estudia a la sociedad como una unidad completa, contrario a esto, el marxismo y gran cantidad de sus corrientes herederas ven que la sociedad funciona en base a relaciones dialécticas y Pierre Bourdieu, uno de los sociólogos más destacados de la segunda mitad del siglo pasado, presenta un modelo de estudio sociológico que más parece una versión apenas variada del método etnográfico (metodología claramente antropológica).
Así como una delimitación basada en el objeto de estudio resultaría en una suerte de reducción científica con la posibilidad de gran teoría del todo[1] inabarcable e inconsistente (en la acepción matemática del término), una delimitación basada en la metodología nos arrojaría un sinnúmero de disciplinas científicas que interactuarían de forma anárquica (el sueno de Feyerabend) y se haría casi imposible una comprensión al menos aproximada al campo científico.

Pero este panorama que nos arroja un campo científico o bien hipercomplejo o bien hipocomplejo o como tercera opción de imposible delimitación no debe ser ni un impedimento para el desarrollo científico sino un punto de partida para estudiar tanto el campo de conocimiento científico desde la perspectiva de las propias ciencias como de el plano científico en sí mismo desde una epistemología general.


[1] el término pertenece a la física más compleja.

Breve historia de la retórica (primera versión)

En tiempos inmemoriales (apenas antes del primer hombre), los distintos animales vagaban por la tierra, entre los animales, uno de ellos se destacaba por poseer una característica que lo hacía diferente al resto, no solo tenía la capacidad de caminar (al menos parcialmente) solo sobre sus extremidades inferiores sino que en las extremidades superiores poseían un dedo oponible que les permitía realizar operaciones de agarre que otros animales no podían[1].
Pero en esos tiempos el alimento era escaso y los distintos grupos de esta especie prehumana se disputaban las zonas de con mayor acceso al alimento, un día, durante una de estas luchas que, un miembro de uno de los grupos tomó (gracias a su pulgar oponible) un fémur que estaba tirado en el piso y con el golpeó fuertemente a un miembro de el otro grupo y vio que este cayó dolorido tras haber sufrido una fractura de cráneo. Poco después el mismo grupo se encontró con otro grupo en conflicto y nuestro homínido repitió la operación anterior golpeando a un segundo rival con un hueso que había en el piso, al ver que la reacción de este era igual a la del primer enemigo, este protohombre realizó la primer operación voluntaria de generación de sentido y a partir de una muestra o caso particular (token) genero una generalidad o regla (type)[2] generando a partir de un hueso que rompe un cráneo el concepto de "hueso que sirve para romper cráneo", el primer concepto de la historia de las ideas.
Poco tiempo después, mientras el primer grupo de humanos (del cual nuestro protohombre ya se había erigido como líder) andaba por un bosque y se encuentran con un grupo de prehumanos (ellos ya no lo eran) que los atacan, pero el protohombre no tiene su hueso y por un momento siente pánico, entonces ve un tronco tirado, lo toma y lo utiliza para romper el cráneo de uno de los rivales generando así la primera metáfora.
El mundo prehistórico es un mundo salvaje y difícil por lo que obliga a sus habitantes a luchar constantemente por la tierra y el alimento por lo que no extraña que el grupo de hombres se tenga que enfrentar nuevamente a sus casi semejantes, pero estos prehombres son más hábiles que los rivales anteriores y se hace muy difícil golpearlos en la cabeza, el protohombre se da cuenta de que si no encuentra una solución rápidamente puede ser vencido y con su hueso en la mano observa al rival hasta que lo golpea en la pierna quebrándole la tibia y el peroné y convirtiéndose en un blanco fácil generando así la primera metonimia.

[1] Si bien esta característica se la asocia al homo habilis, su origen es anterior y se remonta a los tiempos del homo erectus. Otros animales también tienen pulgar oponible (o prensible) como el orangután, el panda y el koala pero en estos casos surgió después del pulgar del homo erectus.
[2] Los términos token y type fueron propuestos por Umberto Eco en Eco, Umberto; Tratado de semiótica general; Lumen; Barcelona: 1977.

Mc Luhan, Warhol, Portman

A propósito de Jean-Luc Godard

La presente nota no pretende ser una crítica definitiva (tal vez ni siquiera sea una crítica a secas) y menos aún un análisis exhaustivo del primer período de la obra de uno de los directores más complejos de la segunda mitad del siglo XX sino solo un acercamiento a ella desde ciertas disciplinas humanas. Un acercamiento sesgado (como su obra) y parcializada (como su visión) un poco a su obra y un poco a su mensaje pero también un intento de llegar más allá (si es que la posmodernidad nos permite llagar más allá de algo), más allá de su cine para indagar en el creador y su entorno.

¿El medio es el mensaje?
¿Qué resaltamos de la obra de Ingmar Bergman? ¿Qué se destaca de la filmografía de John Ford? ¿Y de la de Orson Welles?
En el primero tal vez se hable de su visión de la deriva a la que se encuentra el hombre privado de certidumbres (Escenas de la vida conyugal[1], Noche de circo[2]) o el enfoque metafísico y pesimista del individuo (Persona[3], Detrás de un vidrio oscuro[4]). De Ford quizá se hablará de su visión de la formación de la idea de nacionalidad estadounidense y el resurgir (o tal vez solo fortalecimiento) del hombre burgués del que Odiseo y Teseo fueron modelo[5] como piedra fundamental del pragmatismo que formó al individuo estadounidense (La diligencia[6], Más corazón que odio[7]), pragmatismo que vemos criticado en el cine de la incertidumbres que hizo Welles (El ciudadano Kane[8], o la magnífica pero olvidada Fraude[9]).
En todos estos autores nos encontramos ante cinematografías virtuosas al servicio de mensajes definidos y plurales, ninguno de ellos fue único en decir lo que dijo, no solo en el cine sino en otras artes e incluso fuera de las artes, varios han dicho lo mismo (o algo parecido) tanto antes como después. El pesimismo propio de Bergman fue expresado por el existencialismo (tanto el más moralista de Jean-Paul Sastre como el existencialismo metafísico de Martin Heidegger), la formación de la nacionalidad estadounidense se encuentra ya en El nacimiento de una nación[10] de David Griffith, en casi todo el cine Western y en la literatura de Edgar Lawrence Doctorow y la incertidumbre existencial y sobre todo ontológica de Welles puede encontrarse en la literatura de Franz Kafka (de hecho, Welles hizo una versión fílmica de la novela de Kafka El Proceso[11]) e incluso de la epistemología de Thomas Kuhn.
Con estos tres autores (dos de los cuales estuvieron ligados al teatro), nos encontramos con personas que utilizaron el cine para dar su mensaje que era más o menos universal, pero con Jean-Luc Godard no nos sucede esto, el cine de Godard es justamente eso: cine. Godard nos pone frente a sus historias triviales (algunas veces) o inexistentes (otras) para bombardearnos con su esquizofrenia creativa que nada tiene que ver con lo que le sucede a sus personajes. En el cine de Godard es dejada de lado la linealidad comunicacional de la representación y se toma la circularidad de la expresión que significa la metáfora organicista de la comunicación[12].

La desintegración del signo
A principios del siglo pasado, Ferdinand de Saussure planteó las pautas de la lingüística estructuralista basada en la composición bipartita del signo en significado significante[13]. En las décadas del cincuenta y sesenta surgió una nueva gama de pensadores (sobre todo en Estados Unidos y Francia) que plantearon un cambio a esta forma de pensar y Susan Sontag, una de las autoras más importantes de este movimiento (el postestructuralismo) le dio el tiro de gracia a lo que el estructuralismo llamaba “cadena significante significado” cuando se opuso terminantemente a la interpretación[14].
Indudablemente hubo gran cantidad de autores que no hicieron caso de esta ruptura y siguieron (y siguen hasta hoy) confiando en la relación entre significado y significante pero dentro de los que se hicieron eco de esta disociación de la significación se dieron dos grandes líneas creativas. Por un lado, algunos creadores desconfiaron del significante por considerar que no tenía capacidad representativa y por lo tanto descreen de las palabras (pues consideraron que no dicen nada) y desarrollaron una cinematografía basada en los significados, el gran autor de esta corriente es Michelangelo Antonioni y su película paradigmática Blow up[15] y más recientemente podemos encontrarnos con esta misma creatividad en Hierro 3[16] de Kim Ki-duk. Por otro lado, algunos autores han basado su creación en el significante y no en el acontecimiento u objeto en sí mismo, en vez de mostrar han contado de segunda mano los acontecimientos claves para sus protagonistas o han desplazado a los objetos y puesto en su lugar imaginarios sustitutos, aquí es donde nos encontramos con Jean-Luc Godard y con Masculino Femenino[17] como la película clave de esta creatividad, en esta línea podemos seguir hasta la actualidad y toparnos con el dogma 95 en general y con las películas Dogville[18] y Manderay[19] del danés Lars von Trier.

Godard versus Godard
Al toparnos con Jean-Luc Godard nos encontramos con un cine sin géneros, o tal vez no sin géneros sino a caballo de todos los géneros. Si bien Godard era un intelectual egresado de la Sorbona (donde estudió etnología), su cine no tenía nada de intelectual (contrariamente a lo que sucedía con el cine de algunos de sus colegas de Nouvelle Vaugue) sino todo lo contrario, era un cine impregnado de referencias a la cultura popular pero no como un mundo distinto al que se vive en el día a día sino como la realidad, abundan las grandes estrellas del momento, tanto de Francia (Brigitte Bardot) como de Estados Unidos (Jack Palance) al lado de figuras intelectuales de tiempo atrás haciendo de sí mismos (Fritz Lang) como sucede en El desprecio[20], la aparición de Lang no es menor sino que repite el chiste de gente haciendo de sí misma al menos una vez más cuando en Masculino Femenino aparece Brigitte Bardot pareciéndose a sí misma[21]. Además, se resaltan algunos de los grandes iconos de la cultura pop capitalista estadounidense como las cabinas de fotos instantáneas, la pepsi y Atlantic city.
En este contexto, Godard crea obras donde se cruzan los géneros entre sí y con las propias ideas del director, así nos encontramos con casi musicales (Una mujer es una mujer) y casi policiales (Made in USA[22]), dos obras en las que Godard toma formatos de las películas más comerciales del momento (no solo de Holliwood) y las infecta con sus propias inquietudes haciendo más marcada la ausencia de profundidad hermenéutica de los formatos originales y de su propia obra. Pero así como nos encontramos con este Godard, nos encontramos con otro Godard, un Godard que creó obras como Sin aliento[23], Alphaville[24], y Dos o tres cosas que se de ella[25], películas con una profundidad de significación que las otras no tienen, Sin aliento como un drama realista e intimista sobre la moral relacionado con el existencialismo de Sartre, en Alphaville se ve por un lado el problema de la significación en crisis y por otro un drama sobre realidades y simulacros, elementos que también están presentes en Dos o tres cosas que se de ella que se posiciona como el último grito agónico de un París que está muriendo para darle paso a otro París totalmente distinto[26]

Un cine de la Posmodernidad
Todas estas características parecen decirnos que tal vez, Jean-Luc Godard sea un director posmoderno. La pérdida de profundidad hermenéutica (Masculino Femenino, la primera escena de Dos o tres cosas que se sobre ella), la presencia del simulacro (Alphaville) y el pastiche (Masculino Femenino, Made in USA, Una mujer es una mujer) son elementos clave de la posmodernidad que Fredric Jameson describe como la lógica cultural del capitalismo tardío[27].

El medio es el mensaje
En el primer punto de la presente nota vimos a Godard diciendo a partir de la tecnología que lo determina, pero ¿hasta que punto es Godard el que habla a través del cine y no el cine el que habla a través de Godard? Pues Sfez ve que además de las dos metáforas ya explicadas hay una tercera que es la de Frankenstein o el tautismo[28], según esta metáfora, el doctor Frankenstein creo a su máquina, pero esta máquina (simulacro) termina ocupando el lugar del hombre y el hombre solo existe por la máquina. En el cine del primer período de Godard (tal vez exceptuando Sin aliento, Alphaville y cierto pesimismo de Dos o tres cosas que se de ella), se pierden las nociones de la realidad, del sentido y de la identidad y el creador termina siendo sustituido por la creación, mejor dicho, se desvanece la diferencia entre el hombre y la máquina tal como sucede en la novela Blade runner[29] de Philip K. Dick (luego filmada por Ridley Scott[30]) o en el dibujo Mano que dibuja una mano que dibuja una mano que dibuja… de Maurits Escher.

[1] Scener ur ett äktenskap; Suecia; 1973.
[2] Gycklarnas Afton; Suecia; 1953.
[3] Manniskoätarna; Suecia; 1966.
[4] Saasom i en spegel; Suecia; 1961.
[5] Según Adorno, Theodor y Horkheimer, Max; Dialéctica del Iluminismo; Buenos Aires; Sur; 1969 y Deleuze, Pilles; “Misterio de Ariadna según Nietzche” en Crítica y Clínica; Anagrama; Barcelona; 1996.
[6] Stagecoach; Estados Unidos; 1939.
[7] The searchers; Estados Unidos; 1956.
[8] Citizen Kane; Estados Unidos; 1941.
[9] F for Fake; Alemania; 1973.
[10] The birth of a nation; Estados Unidos; 1915. No es menor recordar que John Ford era uno de los jinetes del KKK que acudían a rescatar a la joven rubia de las manos del malévolo negro en esta película.
[11] The trial; Francia, Italia, Alemania; 1962.
[12] Lucien Sfez en Sfez, Lucien; Crítica de la comunicación; Amorrutu; Buenos Aires; 1995 estudia la comunicación a partir de su relación con la tecnología que la intermedia y distingue entre tres metáforas (“y visiones del mundo”). La metáfora mecanicista basada en el modelo lineal tradicional de la comunicación (emisor – medio – receptor) donde el hombre se comunica con la técnica, la metáfora organicista, según la cual los aparatos comunicacionales son el ambiente natural del hombre pues “estamos sujetos a la visión del mundo que ellos inducen”, en este contexto, los mensajes del hombre están determinados por el imperativo tecnológico y una tercera metáfora de la que se hablará más adelante.
[13] Saussure, Ferdinand de; Curso de Lingüística General; Alianza; Madrid; 1993.
[14] Sontag, Susan; Contra la interpretación; Alfaguara; Madrid; 2002.
[15] Blow up; Inglaterra; 1966.
[16] Bin-jip; Corea del sur ; 2004.
[17] Masculin, féminin: 15 faits précis; Francia; 1966.
[18] Dogville; Dinamarca; 2003.
[19] Manderlay; Dinamarca ; 2005.
[20] Le mépris; Francia; 1963.
[21] Godard era muy afín a repetir ciertas fórmulas, en Una mujer es una mujer (Une femme est une femme; Francia; 1961), cuando hay música en el lugar en que están los protagonistas se detiene cuando estos hablan, eso lo repite en El desprecio. Además, en algunos casos, pequeñas historias que cuentan sus protagonistas se convierten luego en el argumento de películas enteras.
[22] Made in U.S.A.; Francia; 1966.
[23] A bout de soufflé; Francia; 1959.
[24] Alphaville; Francia, Italia; 1965.
[25] 2 ou 3 choses que je sais d'elle ; Francia ; 1967.
[26] Resulta extraño que Godard rodara una de sus películas más profundas (Dos o tres cosas que se de ella) simultáneamente a el rodaje de la que tal vez es la película en la que más se nota la falta de profundidad hermenéutica (Made in USA).
[27] Jameson, Fredric; "El posmodernismo como lógica cultural del Capitalismo tardío” en Ensayos sobre el posmodernismo; Imago Mundi; Buenos Aires; 1991.
[28] Tautismo es una palabra que suena a totalitarismo y que une a tautología con autismo.
[29] Philip K. Dick; Blade Runner; Edhasa; Buenos Aires; 2004.
[30] Blade runner; Estados Unidos; 1982.