viernes, 28 de junio de 2013

La democracia como mueca

  Como todo el mundo debe saber, ayer (27 de junio) se cumplieron 40 años del golpe de estado de 1973. Como era esperable ello levantó los ánimos de casi todo el bienpensantismo llenando la prensa, la tele, la radio, internet y hasta la calle de mensajes celebratorios de la democracia. Pero ¿cuál es el estatuto de la democracia pregonada?
  El carácter heterogéneo de las formas coincidía con el carácter homogéneo de los mensajes, siempre se hacía referencia al golpe como el momento nefasto en el que empiezan los problemas institucionales, sociales y humanos y solo en contadas ocasiones (solo se me ocurre Brecha pero debe haber alguna más) se dijo lo que todos deberíamos saber, que el golpe no fue sino la instituccionalización de una violencia terrorista que venía desde el gobierno de Pacheco y a la vez la culminación definitiva de la lucha social de aquellos que llevaban siendo reprimidos al menos desde el primer colegiado (1952).
  Entonces, el golpe es referenciado como un suceso puntual, como un acto barbárico de un mal presidente y un mal gobierno y no como el desenlace casi necesario de un proceso que involucraba a los gobiernos, al empresariado urbano y rural y a las embajadas de varias de las potencias extranjeras y regionales[1].
  Esta caricaturización llega a su extremo con una publicidad de prensa de Antel que reza "Más comunicación, más libertad, mejor democracia". La primer ridiculez es que una publicidad exclusivamente comercial utilice a la democracia como su fuerza de argumento, segundo que una empresa (por más pública que sea) sea la celebradora de la democracia y por último la inverosimil sucesión de enunciados que olvida que la comunicación fue el pilar de los gobiernos fascistas de la Europa de entreguerras.

  La democracia es tomada entonces como un imperativo categórico kantiano, un universal que se impone por encima de todos los particulares. Pero, tal como bien nos acota Hegel, detrás de ese universal bien pueden esconderse los más peligrosos objetivos particulares, ¿o no fue en defensa de la democracia que el gobierno cívico-militar impulsó la reforma constitucional en 1980? ¿no fue en defensa de la instituciones que Pacheco Areco comienza con el terrorismo de estado matando a unos jóvenes que solicitaban lo que hoy es un derecho indiscutible [2]? y finalmente ¿no es en defensa de las instituciones amenazadas por los partidos políticos corruptos que se da el golpe del 27 de junio de 1973?
  Más alla de esta mueca particular, la sociedad uruguaya no entiende a la democracia sino como una mueca, como una pose que hacemos para que nos vean pero que en realidad no tiene ninguna sustancia ya que la desinstitucionalización en la clave de nuestra sociedad.
  Creo que al respecto, la principal muestra es lo que sucede con los delitos cometidos durante el terrorismo de estado.

  En un primer momento se instauró la necesidad (aparentemente histórica[3]) de imposibilitar cualquier acción de la justicia militar, penal y civil respoecto a lo acontecido durante ese período. Esto se hizo de tres modos, uno político (el pacto del Club Naval que transaba la libertad de personas que habían sido detenidas sin haber cometido delitos por una larga lista de garantías a los delincuentes del terrorimo de estado a la vez que continuaba su proyecto económico y social[4]), uno corporativista (la orden implícita de no investigar lo delitos cometidos) y otro legislativo (la ley de caducidad de la pretención punitiva del Estado a la que llamaré de impunidad). Mediante esta triple atadura se lograba, según sus impulsores y defensores, fortalecer la democracia futura mediante la supresión de la democracia presente, es decir, se negaba el principio de que todos los ciudadanos son iguales ante la ley como única manera posible de asegurar que en el futuro así sea.
  Estre argumento (llevado adelante por los partidos históricos casi en su integridad) no solo era falaz sino que además era tremendamente peligroso ya que sentaba el precedente de que, ante la amenaza de un mal cualquiera y en defensa de la libertad y la democracia, el Estado o algún otro representante de las clases dominantes podía arrasar con la libertad, la democracia y la vida a condición de que luego devolviera todo a la situación formal anterior.
  Esta fue la primer negación de la democracia en pos de la defensa de la democracia.

  Cuando hubo un intento por romper con estas ataduras, o al menos con la legal, la masa acudió a votar y fortalecer así con su mueca democrática esta eliminación de la democracia, entonces, con una esquizofrenia propia del Arkham Asylum, el sistema político e ideológico uruguayo asumieron que la negación sistemática de la democracia y la vida era un principio democrático.

  Esta situación se mantuvo durante mucho tiempo, a tal punto que no fue sino hasta el gobierno de Tabaré Vázquez que por primera vez se rompió (a medias) la atadura corporativa y se empezó a investigar acerca de los delitos más flagrantes. También fue en esa época en la que el Poder Judicial rompió (también solo en parte) las ataduras corporativa y legislativa al declarar inconstitucional la ley de impunidad y abrir la puerta a que hayan ciertas investigaciones al respecto.
  Pero el paso más importante lo llevó adelante el sindicalismo que, casi en solatario hasta último momento, comenzó la recolección de firmas para impulsar un plebiscito que declarara que la ley de impunidad no podía existir, no derogarla sino eliminarla para siempre de nuestro marco legal dejando bien claro que la primera de las negaciones de la democracia no era aceptables.
  Pero, otra vez, la democracia le ganó a la democracia y el pacto de negación ezquizofrénica se mantuvo.

  Más tarde, con un agónico destello de dignidad y apretado por un lineazo de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, el Frente Amplio se dispone a contrarestar los principios jurídicos de la ley de impunidad. Pero el estatus quo se personifica en el presidente que, mediante su lacayo, devuelve las cosas al estado de negación democrática.

  Finalmente, hace unos meses, el máximo órgano de la justicia uruguaya decide, en varias instancias y con alevosía, que esta esquizofrenia democrática es válida y que por lo tanto no se debería seguir adelante con las investigaciones sobre los delitos cometidos en el marco del terrorismo de estado, la justicia legitima (en un verdadero acto de habla performático) el reinado de la injusticia. Ante esta situación, varias personas manifiestan su descontento de diferentes maneras, ocupando el edificio del órgano, manifestando en la puesta, mediante caceroleos, etc.
  Al igual que en la Suprema Corte de Justicia, en filas de los propulsores originales de la esquizofrenia, el rechazo a la medida de la corporación judicial es tomada con alarma, se dice que se está atacando la institucionalidad democrática del pais, se dice que es una actitud antidemocrática. Se lee entonces, que la verdadera conducta democrática de los adalides de la libertad (lease Sanguinetti quien fue ministro de los dos presidentes del período institucional del terrorismo de estado) no es sino la negación de la vida (en tanto defensa de la táctica antiizquierdista homicida del terrorismo de estado), la negación de la libertad en su acepción vulgar[5] (en tanto defensa de la sistematización del encarcelamiento de los opositores), la negación de la institucionalidad (en tanto negación ahistórica de la necesidad de comprender las causas del terrorismo de estado), antipacifista (en tanto negación sistemática del otro imponiendo una paz conveniente a determinados intereses) y finalmente, la negación de la democracia (en tanto legitimación de una ordenanza que suprime la igualdad formal de los hombres ante la justicia), y todo en defensa de la democracia, la paz, la institucionalidad, la libertad y la vida.

  He aquí la máxima señal de la demencia senil de nuestra institucionalidad, en su agonía, una sociedad en vías de desintegración reclama el respeto a la democracia, a la justicia, a la vida mientras lo único que es capaz de hacer es negarlas sistemáticamente, no solo a aquellos que ya sufrieron esta arbitrariedad, sino también, y aun más importante, a quienes el futuro pagarán las consecuencias de la institucionalización del terrorismo de estado y la naturalización de las políticas sociales y económicas para las que fue concebido.


Notas
[1] En este sentido es fundamental recordar la importancia de la dictadura brasileña en el proceso de institucionalización del terrorismo de estado.
[2] No hay que olvidarse que la primer víctima del terrorismo de estado fue un joven que participaba en una manifestación por el boleto estudiantil, Liber Arce, muerto en un muy democrático 1968.
[3] Es interesante que aquellos que justificaron el terrorismo de estado porque era una defensa contra el marxismo luego dijeran que en determinadas condiciones hay cosas que se hacen históricamente necesarias.
[4] La cuestión tupamara no fue parte del pacto del Club Naval, este aseguraba la liberación del resto de los presos políticos, presos políticos que habían sido detenidos por militancia política o sindical e incluso por prestar ayuda a organizaciones políticas o sindicales no militarizadas.
[5] El concepto de libertad es un poco más complejo que la acepción vulgar pero bien se puede trabajar a partir de ella.

martes, 11 de junio de 2013

Milton Friedman y la educación uruguaya

   Es la primera vez que escribo un artículo sobre educación o sobre políticas sociales, son cosas de las que me mantengo por fuera de la discusión porque creo que son demasiado complejas y se dicen demasiadas estupideces al respecto y prefiero no incfrementar el ruido, a fin de cuentas, ya Bordaberry dice suficiente mierda como para necesitar que yo diga más.
   Pero hay acontecimientos que exigen otra postura, acontecimientos que nos obligan a cruzar lineas que parecían difíciles de cruzar.
   Este es el caso con el anuncio del ministro de Desarrollo Social Daniel Olesker de que se darán bonos educativos a las familias monoparentales de ciertas zonas criticas para que envíen a sus hijos a la guardería[1].

   A continuación presento una traducción propia del último artículo que Milton Friedman (uno de los principales impulsores del neoliberalismo monetarista) publicó en The Wall Street Journal poco antes de su muerte para que comparen con el proyecto educativo frenteamplista [2].
La mayoría de las escuelas de Nueva Orleans están en ruinas, tal como los están los hogares de los niños que asistían a ellas. Estos niños se han dispersado por todo el país. Es una tragedia. Es también una oportunidad para una reforma radical del sistema educativo.
Esas escuelas que fueron destruidas no estaban sirviendo bien a sus estudiantes. Tal como escribió Chris Kinnan, "El sistema de escuelas públicas de Nueva Orleans ha fallado a sus niños por años. 73 de estas más de 120 escuelas son consideradas en falta de acuerdo a los estándares estatales de responsabilidad financiera. ("Vouchers for New Orleans," National Review Online, Sept. 15, 2005.)
Las escuelas de Nueva Orleans han fallado por la misma razón por la que fallan en otras grandes ciudades, porque las escuelas son propiedad y son operadas por el gobierno. El gobierno decide que debe producirse y quien debe consumir esos productos, generalmente asignando estudiantes a escuelas según su residencia. El único recurso de los padres insatisfechos es cambiar su residencia o renunciar al subsidio gubernamental y pagar por la escolarización de sus hijos dos veces, una en los impuestos y otra en la matrícula.  Esta organización de arriba para abajo no funciona mejor en Estados Unidos que en la Unión Soviética o en Alemania Oriental.
Mejor que simplemente reconstruir las escuelas destruidas, Louisiana, que se ha hecho cargo del sistema escolar de Nueva Orleans, debe tomar esta oportunidad para empoderar a los consumidores, por ejemplo, los estudiantes, proveyendo a los padres con bonos de tamaño sustancial, digamos tres cuartos de lo que el gobierno gasta en escuelas por estudiante, que sea utilizable solo para gastos educativos. Los padres se sentirán libres para elegir la escuela que consideran mejor para sus hijos. Esto podrá  introducir la competencia que se ha perdido en el actual sistema. Podrá ser un cambio hacia una organización de abajo para arriba, que se ha probado tan exitosa en el resto de nuestra sociedad.
Para hacer la competencia efectiva, Louisiana debe proveer un clima favorable para nuevos participantes, sean parroquiales, sin fines de lucro o con fines de lucro. Como parte de esto, debe dejar claro que los bonos no son algo apropiado por la emergencia que se terminará cuando la emergencia acabe sino una reforma permanente.
Tal reforma permanente puede también encontrarse con la necesidad. Los bonos pueden ser usados por los estudiantes que están diseminados por todo el país para adquirir servicios educativos dosdequiera que estén. En lo que refiere a la propia Nueva Orleans, deberían habilitar a las escuelas privadas que sobrevivieron a los huracanes a expandirse y alojar a los niños que regresan. Más importante, los bonos deberían animar a la empresa privada a proveer educación. ¿Hay alguna duda de que el mercado privado podría proveer educación a los niños que retornan a Nueva Orleans más rápido que el estado?
Cualquiera que sea la promesa de bonos para la educación de Nueva Orleans, la reforma tendrá la oposición de las gremiales de maestros y de la administración educativa. Ellos ahora controlan un sistema escolar monopólico. Ellos están determinados a preservar ese control y van a hacer casi cualquier cosa para lograrlo.
Al contrario de los gremios, la reforma permitiría alcanzar el propósito de que Louisiana tenga un sistema mucho mejor que el actual. El objetivo del estado es la educación de sus niños, no la construcción de edificios o que las escuelas funcionen. Estos son medios y no fines. El objetivo del estado será cumplido mejor por un mercado educacional competitivo que por un monopolio gubernamental. Los productores de servicios educativos podrían competir para atraer estudiantes. Los padres, empoderados por los bonos, podrían tener un amplio rango para elegir. Tal como en otras industrias, un mercado libre competitivo llevará a mejoras de calidad y reducción de costos.
Si, por un milagro político, Louisiana logra superar la oposición gremial y promulgar bonos universales, no solo le serviría al estado, también podría prestar un servicio al resto del país proveyendo un ejemplo a gran escala de lo que el mercado puede hacer por la educación si se le permite operar.
   No voy a discutir acerca del planteo de Friedman porque sus argumentos son indiscutibles, Friedman considera que la educación es una mercancía y que el libre mercado desregulado asegura mejor calidad y mejores precios, el primero es un enunciado éticamente reprobable y el segundo es científicamente absurdo.
   Si me interesa discutir algunas políticas sociales y educativas a la luz de este último manifiesto neoliberal.

Educación y sociedad

   Un primer asunto que esto evidencia es que, actualmente, la educación no tiene como objetivo educar a las futuras generaciones sino contener a los niños para que no estén en la calle fumando base o delinquiendo. Por eso es que existen los planes de tolerancia según los cuales los estudiantes que vienen de hogares conflictivos pasan de año así no haya aprendido nada solo para evitar que deserten del sistema, por eso se pone tanta atención a planes de contensión como el fracasado PIU y por eso se presta tanta atención a este nuevo plan "7 zonas".
   En este marco, el 4,5% del PBI para la educación no sería tal ya que gran parte de ese 4,5% está en realidad orientado a políticas sociales que vengan a cubrir la ineficacia redistributiva del modelo liberal-progresista.
   Y si sumamos que estas políticas tienen como objetivo secundario (o tal vez primario) la reducción de la violencia y delincuancia vinculada con la marginalidad, nos encontramos con que la educación termina siendo la escusa mediante la que se tratan de solucional los problemas generales a corto plazo de la sociedad en vez de brindar una herramienta de superación humana a largo plazo.
   Pareciera que, a fin de cuentas, la educación de la era progresista no es más que "la muchacha que nos ayuda con el Yónatan"[3].

Política social progresista

   El frente ha llevado adelante políticas industriales, económicas, laborales y de vivienda (por no referirse a la educación orientada a formar trabajadores calificados) completamente obsecuente con el capital, solo cuando las cosas se vuelven incontrolables se amaga con alguna política activa del estado que luego no termina de cumplirse[4] o que si se cumple se contrapone con alguna exoneración u otro beneficio fiscal.
   Entonces, ante la incapacidad de ejercer cambios estructurales, los gobiernos progresistas siguen de atrás a la realidad con planes focalizados orientados a solucionar un problema particular. Así, ante la muerte por hipotermia de algunos indigentes se establecen planes de refugio nocturno, ante la deserción escolar se establecen planes de incentivo a la escolarización (generalmente centrados en pagarle a los padres o darle comida o algún otro beneficio al jóven), ante la marginalidad delictiva se hacen megaoperativos, es decir, ante la incapacidad intrínseca del sistema para generar justicia, dignidad, paz y libertad, el estado baja a la calle, no a solucionar los problemas sino a que lo vean tratando de resolverlos. Y cuando el estado se retira las cosas vuelven a su estado anterior o incluso, si se ha dado demasiada libertad al capital en las otras áreas, quedan en una mayor vulnerabilidad.
   El tema es que los problemzas no son particulares, no están compartimentados y aislados entre sí sino que cada problema está determinado estructuralmente por varias causas, por lo tanto, no se los puede solucionar de modo compartimentado. Así lo entienden la socialdemocracia sajona, el laborismo previo a Toni Blair, el socialismo francés e incluso algunos líderes demócratas estadounidenses.
   Pero este no ha sido el camino elegido por el progresismo latinoamericano ni por la socialdemocracia mediterranea tras la caída del muro (PD italiano, PSOE español y PASOK griego). En estos casos, el camino elegido ha sido más bien el piloto automático, gestionar la desintegración social y apoyarse en el capital internacional para enfrentar a las oligarquías locales.

Políticas sociales y neoliberalismo

   Pero es que a fin de cuentas, las políticas sociales que ha aplicado el frente desde que está en el gobierno no han sido políticas orientadas a eliminar la pobreza estructural sino solo a paliar situaciones particulares, correr de atrás la situación superponiendo planes que, en el mejor de los casos, generarán una solución parcial, focalizada y que cuando se deje de llevar adelante dejará a sus beneficiarios a la situación inicial.
   El acento puesto en las ONG y sus ejércitos de tecnócratas y burócratas que se llevan más de la mitad del llamado "gasto social", la inclusión mediante tarjetas cargadas de dinero con la bancarización y posterior creditización, y la regularización de la indigencia (carritos de basura) y de la prepotencia limosnera (cuidacoches) no son sino políticas de laissez faire (dejá hacer) neoliberal y su consecuencia social, el "manejate".

 
Notas
[2] Se puede leer el original en inglés en http://online.wsj.com/article/SB113374845791113764.html.
[3] Ver http://www.henciclopedia.org.uy/autores/Espinosa/Casandra.htm.
[4] El caso más reciente es la amenaza de intervenir en el mercado inmobiliario, tres años después de que la mano invisible haya demostrado no ser muy efectiva controlando precios.

sábado, 8 de junio de 2013

Acerca de la razón, la moral y la violencia

  Hace cerca de dos meses, Gabriel Delacoste publicó una nota en la que comenta a otra nota (o algo así[1]) en la que un tipo rapea una serie de cosas, que no pueden ser denominadas argumento, en contra de la violencia y la defensa, mediante la violencia coactiva o cohersitiva, de valores morales. No voy a esgrimir un argumento en defensa de Delacoste ya que creo que él lo hizo bastante bien en su nota, pero si voy a discutir sobre algunos aspectos en los que creo que el señor Santullo ha hecho gala de su progresismo naif y burgués, y juro que esto no tiene nada que ver con ningún artículo anterior.

La razón y la sinrazón

Al comienzo de la nota, Santullo plantea lo siguiente:
"Una característica bastante evidente de los debates mediáticos mas recientes es la inmediata aparición de la reacción pasional como argumento como elemento de peso y sobre todo como autoridad moral que se levanta, total, por encima de datos, razones, otros argumentos y otras opiniones y que anula con su propia esencia la posibilidad de dialogar y eventualmente convivir con la diferencia"[2].
El sueño de la razón produce monstruos - Goya
  Santullo comienza con una crítica a la acción emocional, a la reivindicación en primera persona, inicialmente la plantea en el marco de algunas reivindicaciones bastante estúpidas y acierta en la crítica a la indignación fácil que tanto le está brotando a los uruguayos[3]. Hasta ahí podríamos bancarle la crítica.
  Pero esa mirada tiene un segundo filo que es el que más me preocupa. Santulo está escribiendo (o rapeando) desde una posición en la que lo hemos visto varias veces, la posición del observador imparcial, desde el lugar de alguien que está por fuera de las posturas contrapuestas y en conflicto, de alguien que, mediante la razón, juzga a ambos bandos sin una mácula. Santullo pretende ser, entonces, un sujeto ético Kantiano ideal, un sujeto antidialéctico, con una pretensión ética tan universal que no pueda ser contrastada con ningún aspecto del mundo empírico y como tal (siguiendo a Hegel), plausible de legitimar mediante una abstracción radical cualquier principio particular.
  Santullo adopta (calculo que sin darse cuenta) la lógica Kantiana del imperativo categórico (un enunciado moral de valor universal) al postular que la no-violencia y la racionalidad son un mandato moral universal sin plantearse en ningún momento discutir qué son la no-violencia y la racionalidad. Pero, retomando a Hegel (y también a Aristóteles), esos propios conceptos no son sino definiciones enmarcadas en un contexto social, podríamos decir que son objetivaciones universalistas de definiciones particulares.
  Entonces, Santullo acepta conceptos de no-violencia y racionalidad particulares y propios de una lógica bien empírica, los universaliza y luego, desde una pretensión ética universal, juzga a quienes adoptan una postura y luchan por defenderla.

Mayorías y minorías morales
  En otro momento, Santullo dice que parece estar surgiendo una nueva mayoría moral:
Y cuidado con que a alguien le diera por comentar algo que no estuviera encuadrado dentro de lo que la nueva mayoría moral consideraba correcto y justo. Una "mayoría" que, convengamos, no es tal si no solo el grupo de personas que tiene acceso a los medios al estado, a formar opinión publica, en definitiva, cercanía o acceso al poder.
  En primer lugar debo felicitar a Santullo por darse cuenta que los grandes valores morales de las sociedades no son sino los valores morales propios de minorías que "tiene {n} acceso a los medios del estado, a formar opinión pública, en definitiva, cercanía o acceso al poder". Claro Santullo, eso es lo que se llama ejercicio de la hegemonía, la imposición consensuada de los conjuntos de valores de los sectores dominantes en los dominados mediante los órganos de la hegemonía (Gramsci) o Aparatos ideológicos del estado (Althusser), generalmente órganos legalmente privados pero que pertenecen a un aparataje claramente vinculado con el poder social. Claro, de lo que no se da cuenta Santullo es que, así como Andrés Scagliola o Victoria Rodríguez, él mismo es parte de esos órganos de la hegemonía, él es un personaje que debido a cierto capital social (ya que sus cualidades como sociólogo no han de ser la razón) accedió a una columna en uno de los principales portales del Uruguay y que desde allí discute con otros miembros de la misma intelectualidad orgánica del capitalismo progre.
Vean The People vs. Larry Flynt

  También considero interesante la apelación al concepto de "mayoría moral", la mayoría moral fue un movimiento protestante, conservador y de derecha que consideraba que prácticas como la homosexualidad o el sexo fuera del matrimonio eran prácticas contrarias a la voluntad de Dios.
  Y es que realmente los grupos de militantes por los llamados "nuevos derechos" son un grupo de presión que, en defensa de ciertos valores morales desvinculados de la filosofía política y, aprovechando su cercanía estratégica, presionan al poder político y gubernamental para que se instauren nuevas normas y a la sociedad para que acepte nuevos valores.
  En ese sentido tiene razón Santullo cuando dice que:
Supongo que una de las razones para que la "autoridad moral" sea considerada el argumento final, es decir, el que exime de razonar las situaciones, sea lo fácil que es acceder a ella: cualquiera puede indignarse y tomar partido, cualquiera puede golpearse el pecho y declararse malherido por un acto que cree injusto.
  Pero su posición no es menos fácil, la suya es la posición de la doxa[4], la del sentido común conservador, ese sentido común que fluye por las sociedades como una baho de conformismo autocomplaciente según el cual hay que defender los derechos de la mayoría silenciosa, que se indigna cuando los trabajadores paran pero no de las condiciones laborales, que se indigna de las malas políticas sociales pero no de las condiciones materiales de existencia que llevan a la exclusión[5], la misma mayoría silenciosa que grita "que se vayan todos" cuando un gobierno particular (y no toda la política) derrumba al país con políticas económicas nefastas pero que, cuando en la cresta de la onda monetarista puede enroscarse en la ola de consumo que volverá a llevar a la crisis, manda a callar a quienes dicen que esta rosca va a generar una nueva crisis.

Sobre la violencia justa y la no-violencia cómplice

  Pero el núcleo duro de la argumentación está sobre el final, cuando empieza a hablar acerca de la muerte de Hugo Chávez:
Y finalmente ante la muerte del presidente venezolano Hugo Chávez hizo su aparición un nuevo escalón: la reivindicación directa de la "violencia" de los buenos. A saber, que la idea de que apretar, escrachar o si se tercia, asesinar a unos cuantos vecinos no solo es deseable y necesaria si no que debe hacerse con orgullo, mostrando nombre y apellido ya que esa violencia es "justa" y esos vecinos, seguramente, se lo tienen merecido. Es decir, si el capitalismo es tan malo que produce monstruos anónimos como "el mercado" entonces es justo que nosotros, los revolucionarios (y Chávez habría sido "el primero de nosotros"), impulsemos nuestros propios monstruos, llevados en andas por la "necesidad de la historia" o alguna otra tontería ideológica pseudo científica, igualmente imposible de contrastar pero, eso si, de color rojo sangre y muy emocional.
  Pues aquí la cosa se torna más complicada ya que Santullo pasa de ser un progre pedorro a un gorila dinosauresco.

Violentos y violencia

  Chávez fue el presidente que más elecciones ganó en la historia de las democracias liberales burguesas, y no incluyo los plebiscitos constitucionales, me refiero a todas las veces que ganó las elecciones presidenciales o los plebiscitos revocatorios por lo que no viene a lugar ninguna crítica que se le pueda hacer en tanto totalitarismo que no le caiga también a cualquier otro presidente elegido mediante mecanismos semejantes (incluido el nuestro).
  Tampoco nunca mató o mandó matar a nadie, se mantuvo siempre opuesto a la pena de muerte y, contrariamente a lo que parece sugerir Santullo, tampoco ha obrado nunca con una violencia ajena a sus funciones presidenciales, y si Santullo considera que la violencia que ejerció en cumplimiento con sus obligaciones es mancha suficiente para considerarlo un violento, entonces debería denunciar a todos los presidentes, legisladores y jerarcas de cualquier tipo del mundo. Ejercer un cargo estatal es, en una gran medida, ejercer algún tipo de violencia, sea esta "apretar, escrachar o si se tercia, asesinar" y si a Santullo eso no le gusta pues entonces debería, como bien dice Delacoste, hacerse anarquista o asceta cristiano, y ninguna de esas dos cosas se hacen desde un púlpito virtual de periodismo progre o un proyecto musical para chetos.
  Ante la evidente falacia del comienzo del párrafo bien podríamos, simplemente, dejar de leer, pero no, sigamos leyendo y veamos qué más nos trae este muchacho.

Chávez y la violencia en Venezuela

  Es verdad que Chávez intentó dar un golpe de estado para derrocar a uno de los tantos malos presidentes que han gobernado Venezuela, Carlos Andrés Pérez, quien en los setenta había sido un presidente desarrollista y que vuelve a fin de los ochenta totalmente convertido en adalid de las políticas neoliberales. Además de sus nefastas medidas macroeconómicas, Pérez fue quien comandó a sus fuerzas armadas en el llamado Caracazo donde las fuerzas militares estatales mataron a cerca de trescientas personas que se manifestaban en contra del gobierno.
  Por lo tanto, Chávez intentó dar un golpe de estado para derrocar a un presidente que perfectamente podría ser llamado asesino, por lo que su acto bien podría ser considerado una acción humanitaria antiviolencia, si además tenemos en cuenta que el golpe solo tuvo víctimas militares (las fuentes cercanas a Pérez indican que son catorce pero esto nunca se aclaró) y que, ante la derrota en la capital, Chávez mandó a quienes segían combatiendo en el interior que dejaran de hacerlo, podríamos decir que el suyo fue un golpe bastante civilizado.

  Luego de eso Chávez utilizó las leyes votadas en el parlamento y respaldadas por los votantes para expropiar (con pago compensatorio) empresas o emprendimientos que habían sido privatizados o concedidos de manera fraudulenta o que eran valiosos recursos que los capitales mantenían improductivos, tal fue el caso de unos tres millones de hectáreas de latifundios, varios procesadores de crudo de compañías estadounidenses o europeas, varias instituciones financieras que no reinvertían dividendos en financiación de proyectos productivos en el país, la principal empresa de telecomunicaciones del país, las principales compañías de electricidad y varias industrias pesadas que estaban siendo desmanteladas.
  Todo eso Chávez lo hizo con el expreso propósito de redireccionar la economía a direcciones menos violentas, y es que el mercado (ese monstruo denunciado pero tolerado por Santullo) había llevado a la mitad de los venezolanos a la pobreza y a un quinto a la extrema pobreza y, si bien es cierto que su política económica no fue realmente socialista, logró realmente mejorar los indicadores sociales y sobre todo las condiciones de vida de los venezolanos, es decir, combatió la violencia del capital.

  Chávez también cerró algunos medios masivos, medios que, además de utilizar un recurso patrimonio de la humanidad y administrado por los estados mediante licencias (que como en Uruguay son precarias y permanentes), habían participado directamente en un golpe de estado contra su gobierno. Sin contar claro que estos medios (al igual que los nuestros) consideran que las ondas radioeléctricas que usufructan como peremisarios les pertenecen, tal vez ahí Santullo haya visto violencia, y claro que la hay, hay una violencia orientada al castigo a la desviación de la conducta establecida socialmente, tal como la violencia que se produce cuando un asesino es llevado a la carcel. Así que en realidad, lo que hizo Chavez no fue sino el ejercicio activo de las potestades y obligaciones para las que un presidente está constitucionalmente designado. Otra vez, si a Santullo le molesta Chavez que se queje de las democracias del mundo.

La violencia y su legitimación

  Y si agluna vez Chávez, o algún otro, ha utilizado la violencia (en cualquiera de sus formas), la clave no es mirarlo desde una perspectiva universalista, desde una mirada de "imperativos categóricos", sino desde una mirada pragmática.
  La vida en sociedad es violenta, eso que se llamó contrato social no es sino un conjunto de acuardos restrictivos que castigan cualquier desvío con violencia, en muchos casos física. Las leyes y los propios acuerdos no formales de convivencia no son sino marcos restrictivos que me impiden hacer ciertas cosas que puedo querer hacer con el objetivo de hacer posible la convivencia y evitar que ante cualquier contraposición de intereses me termine agarrando a las piñas con el vecino. Por lo tanto, vivir en sociedad no es sino una restricción de nuestras libertades individuales, condición necesaria para la convivencia.
  Si a su vez el estado no es más que otro acuerdo que realizamos para delegar en una institución consensuada el monopolio del uso de la fuerza, entonces la vida en sociedad no es sino la renuncia a ciertas libertades individuales y la cesión del derecho al uso de la fuerza a una institución colectiva con el fin de posibilitar la vida en colectivo en el marco de sociedades heterogeneas que, de otro modo, estarían condenadas a la constante lucha, en muchos casos violenta, para decidir cada acción social que no fuera consensuada[6].
  De esta manera, la única forma del ser humano de vivir en un marco de no violencia es convertirse en un asceta que viva alejado de la sociedad. Pero no creo que Santullo se refiera a esto con "no-violencia", creo que más bien está adoptando una definición de "no-violencia" heredera de la tradición liberal según la cual solo es violencia aquello que atente contra el status quo de una sociedad mientras que la violencia ya establecida no es sino el normal funcionamiento armónico y estable de la sociedad.

La violencia justa y necesaria

  Pero además, Santullo se olvida de que cualquier logro social de la humanidad, desde la independencia de los países latinamericanos hasta el matrimonio igualitario, se logró mediante el apriete, el escrache o la violencia física (equivalente al mal uso que Santullo hace del término "asesinar"). Santullo se olvida que en todo cambio social hay un grupo que se resiste a los cambios (en muchos casos los mismos que provocaron los cambios anteriores) y que están dispuestos a ciertos niveles de violencia para defender su statu quo, y que ante esta resistencia natural de las sociedades, los que lideran la corriente reformista o revolucionaria pueden o bien asumir su incapacidad histórica para generar los cambios o bien ejercer algún nivel de violencia, sea esta presionar o hacer lobby con parlamentarios y dirigentes de algunos sectores partidarios para que aprueban una ley o bien tomar las armas y luchar contra aquel al que consideren opresor.
  Oponerse a esta violencia reformadora o revolucionaria no es sino defender la violencia conservadora del statu quo, y defender el statu quo democrático liberal por encima de las necesidades fisiológicas y sociales del ser humano[7] es, disculpe King Kong, de gorila.

La necesidad histórica y la pseudociencia

  No me extraña que Santullo no sea marxista, más aun, me extrañaría que lo fuera. Por eso no me parece raro que coloque al concepto de "necesidads histórica" como "tontería ideológica pseudo científica, (...) imposible de contrastar pero, eso si, de color rojo sangre y muy emocional".  Pero si discutiré sus conceptos de "tontería", "ideología" y "pseudociencia" que Santullo propone como elementos negativos.
  Primero, la RAE define tontería de la siguiente manera: "1. f. Cualidad de tonto. 2. f. Dicho o hecho tonto. 3. f. Dicho o hecho sin importancia. 4. f. Cosa de poca entidad o importancia." El caracter recursivo de las dos primera asepciones nos dirige directamente a las otras dos. Por lo que se ve, Santullo considera que la eliminación de la lógica del capital y sus consecuencias (exclusión como consecuencia de la acumulación, producción devastadora de los recursos naturales, etc), que él mismo acepta que existen, es una cosa de poca importancia, al parecer, la preservación de la vida en la tierra (condenada a desaparecer en los próximos siglo si se mantiene la actual estructura productiva y energética) es un asunto de poca importancia. Pues lo que pasa, es que la eliminación del capitalismo no es necesaria por un orden teleológico de la historia que orienta los actos humanos y sociales a un orden definitvo sino por que de lo contrario no habrá más humanidad.
  Por otro lado, desde la definición de ideología que utiliza Santullo, la necesidad histórica es ideológica, pero no lo son menos la democracia liberal, la selección uruguaya o sus concepto de no-violencia, con la única diferencia de que la necesidad histórica es explícitamente un concepto ideológico mientras que la democracia liberal burgesa y la libertad defendida por él es solo una de las posibles libertades (todas definidas ideológicamente) y los conceptos supuestamente científicos de las ciencias sociales (desarrollo, inflación, multiculturalismo) también lo son, pero se presentan como si fueran verdades ónticas.
  Finalmente, Santullo refiere a la pseudociencia, pero en sí todas las ciencias sociales son epistemológicamente pseudocientíficas por varias razones, más adelante trabajaré sobre esto pero una de ellas es que son disciplinas donde no existe una base axiológica definida y consensuada sino que existen varios paradigmas en conflicto. La diferencia entre Delacoste y Santullo es que Delacoste sabe que el materialismo histórico es una forma de entender la sociedad mientras que Santullo no se da cuenta que el estructural-funcionalismo al que la academia suele denominar "científico" no es más exacto que los otros modelos explicativos, de hecho, la demostración estadística contradice la Relación de Incertidumbre de Heisenberg ya que coloca en la observación "objetiva" todo el peso de la demostración sin tener en cuenta que la construcción de las herramientas, la medición y el posterior análisis de los datos construyen en gran medida el objeto estudiado.

A modo de conclusión, Santullo y la fiesta

   Entonces, así como Santullo denuncia el apasionamiento que se adueña de la política, bien podríamos denunciar su frigidez, su incapacidad para comprometerse políticamente. Pero claro que esta denuncia no debe ser entendida en tanto acto de defensa de la acción iracional sino en tanto que defensa de la acción comprometida en contra de una supuesta objetividad y equidistancia que no es más que la consecuencia natural de la genuflexia epistemológica tan afín a los profesionales de la tecnocracia, genuflexia epistemológica que lleva a pensar que aquellas condiciones que están dadas actualmente son naturales y necesarias y por este statu quo conceptual se justifica la defensa irrestricta de las actuales condiciones objetivas, sean cuales sean sus consecuencias sociales.
   Y esa frigidez, ese estancamiento conceptual de la vida social con su implícita legitimación de la objetividad de juicio (por cierto, una ptraña) es la principal arma contrarrevolucionaria, pues a fín de cuentas, "las revoluciones proletarias serán fiestas o no serán, porque la vida misma que anuncian será creada bajo el signo de la fiesta. El juego es la racionalidad última de esta fiesta; susúnicas reglas, vivir sin tiempo muerto  gozar sin límites."[8]



Notas
[1] Pareciera que Santullo (al igual que los posproductores de Prohibido pensar) creen que la gente no se va a interesar por un hilo conceptual y por eso hace un rapeo, bastante mediocre por cierto. Algún día tal vez haga una nota sobre esto desde una perspectiva McLuhaniana.
[2] Por razones éticas y estéticas citaré a Santullo en prosa y no en ese paupérrimo verso en que publica.
[3] Ya hice una mensión a esto en este artículo.
[4] Este planteo de la mirada dóxica me lo hizo ver luliexperiment.
[5] En ese sentido me parece sumamente patente el caracter de clase media conservadora que se ve en el enunciado "Ya ahí la pasión, la superioridad moral que se le supone a la "bondad" de la medida le pasó completamente por arriba a los argumentos, al debate franco y honesto que recordaba que en lo publico el trabajador existe para el puesto y no al revés" donde se ve una mirada sobre el funcionariado público tan conservadora que marea.
[6] Baste con recordar lo que pasó en los balcanes cuando el consenso alrededor de la Yugoslavia de Tito se disolvió y la paz que habían mantenido durante años naciones que se habían peleado durante miles de años terminó.
[7] Prefiero este término al de "derechos humanos", el concepto de derechos humanos es heredero de la tradición burguesa e implica una dimensión de posibilidad, es posible que un humano tenga estos derechos pero no es necesario. La idea de necesidad implica que sin ellas el ser humano no es tal por lo que, mientras la idea de derechos humanos implica una cuestión legal, la de necesidades implica una cuestión ontológica.
[8] Guy Debord, Sobre la miseria estudiantil.