martes, 7 de agosto de 2012

La industria académica

"La tesis sociológica de que la pérdida de sostén en la religión objetiva, la disolución de los últimos residuos precapitalistas, la diferenciación técnica y social y el extremado especialismo han dado lugar a un caos cultural, se ve cotidianamente desmentida por los hechos. La civilización actual concede a todo un aire de semejanza."

De este modo da comienzo "La industria Cultural" el capítulo más controversial y célebre de la Dialéctica del iluminismo de Adorno y Horkheimer.
En este capítulo, los alemanes ponen en juego la industria del entretenimiento, la cultura y el espectaculo partiendo de la base de que, además de buscar un interés de lucro, las industrias culturales se constituyen como una de las formas más importantes de ideología (en sentido Marxista) en sustitución de las religiones y los propios estados nacionales.
Las críticas al artículo han sido varias, pero casi siempre centradas en aspectos secundarios, en que ataca a una película como El ciudadano Kane o en que critica el jazz (por más que se refieran al swing ya bastante comercializado en la época).

También se lo ha criticado adjudicándole una visión elitista crítica de los fenómenos culturales populares que, según la nueva tradición culturalista, son fuertes integradores sociales y son discursos contraculturales.
Pero una crítica más peligrosa subyace tras esta última. Enfocada en fortalecer la democracia liberal tras las dictaduras y con el gobierno como único horizonte, las nuevas izquierdas populares latinoamericanas (y la europea también) han sufrido esa "pérdida de sostén", no ya en una religión objetiva sino en una idea objetiva a la vez que su rama académica se ahoga en un "extremado especialismo", y no debería sorprendernos que también se inscriban en ese "aire de semejanza" general.
Por ello, florecen las antropologías del asado, los estudios culturales de las radios comunitarias y cientos de estudios de caso tan particularizados que son incapaces de hablar del mundo sino que solo hablan de sí mismos y de su rama de conocimiento cada vez más segmentada.

Y así, las Ciencias de la Comunicación, ese híbrido extraño donde todo parecía tener lugar, ha sido restringido por la derecha a los estudios propendientes a reforzar las industrias culturales (hoy llamadas creativas, como si fueramos tan idiotas como para no darnos cuenta) y los tecnonegocios y por la izquierda (se verá que este uso de las categorías izquierda y derecha solo obedece a una identificación vulgar y no a categorías políticas) al trabajo asistencialista, la gestión de planes estatales y el campo, no para cambiar la sociedad sino para que no se note tanto lo mal que anda.

Por eso, me gustaría cerrar la entrada repitiendo la frase del comienzo, quizás así la entendamos y pensemos más allá del ejemplo, el caso particular aislado, nuesta entrada en el mundo, y seamos capaces de entender que los fenómenos no se dan porque si, los problemas no son monocausales ni tienen soluciones particulares y sobre todo, que los discursos alternativos no destruyen el sistema sino que lo refuerzan.

"La tesis sociológica de que la pérdida de sostén en la religión objetiva, la disolución de los últimos residuos precapitalistas, la diferenciación técnica y social y el extremado especialismo han dado lugar a un caos cultural, se ve cotidianamente desmentida por los hechos. La civilización actual concede a todo un aire de semejanza."

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