lunes, 25 de febrero de 2013

Dialéctica de la concentración

   Hoy lunes 25 de febrero se realizará una concentración en la Plaza Libertad en repudio a dos decisiones de la Suprema Corte de Justicia, estas son el "traslado" de la Jueza Mariana Mota y la declaración de inconstitucionalidad de la ley 18.831 que recuperaba la pretención punitiva del estado. Además, el Frente Amplio (uno de los convocantes a la marcha) podría patrocinar un juicio político a la corte por considerar que actuó mal en el traslado de Mota.
   Yo voy a ir a la concentración, no por la convocatoria del Frente sino porque considero que la Suprema Corte de Justicia es por definición un órgano de la burguesía y sus testaferros (voy a publicar algo sobre esto pronto) y quiero manifestar mi repudio (aunque no creo que les importe).
   A mi no me preocupa tanto que los responsables materiales del terrorismo de estado sean castigados, preferiría que los sean sus autores intelectuales (de Kissinger y Milton Friedman a Sanguinetti y Vegh Villegas), pero si me parece un mal signo que nuestra sociedad no sea capaz de eliminar una normativa que prefigura la posibilidad de que en otro momento, un grupo de personas vuelva a recurrir al terrorismo de estado para imponer políticas externas (ver artículo anterior).
   Pero también quiero discutir algunas cosas sobre el asunto, sobre todo porque estos temas se terminan discutiendo en una lógica de bandos y se pierde la mirada dialéctica.

La Suprema Corte de Justicia y la independencia de poderes

   Un principio fundamental en que basa el estado de derecho (léase el estado burgués), es en la separación de poderes, esa separación de poderes permite a los diferentes órganos del sistema actuar con autonomía del resto del sistema político y también, y sobre todo, que cuando un órgano se desvía de la poiesis (organización) del sistema, los otros órganos y el aparataje paraestatal (los medios masivos, los partidos políticos, el ejército, las patronales, etc.) se encargan de estabilizar el sistema devolviéndole su estasis (estado) original.
   Así, cuando un órgano se separa de la conducta apropiada, sea esto por corrupción, amiguismo o principios, los otros órganos actúan rápidamente para defender el status quo del sistema liberal burgués.
   Por lo tanto, no hay que entender la independencia de poderes como una herramienta que desvincula las decisiones de cada poder de las de los demás sino como una función que las vincula al interés del sistema estatal[1].
   Entonces, tanto quienes dicen que las decisiones de la corte obedecen a las presiones que la corporación ha recibido de algunos sectores poderosos como quienes las defienden al decir que la corte está actuando con independencia de poderes, tienen razón, porque el verdadero funcionamiento correcto de la corte es no dejarse presionar por los otros poderes del estado y obedecer ciegamente el status quo del sistema social.
   En este marco, actitudes como las de la jueza Mariana Mota o el fiscal Ricardo Perciballe deben ser consideradas como desviadas y por lo tanto castigadas, no tanto como castigo a estos individuos (aunque en el caso de Perciballe ha de haber sido muy importante salvar el pellejo de varios actores políticos) sino más bien como disciplinamiento a los otros individuos.

El Frente Amplio y la pretensión punitiva

   La ley 18.831 es el desenlace de una historia bastante nefasta, descontento con el resultado del mal planificado y peor defendido plebiscito por la anulación de la ley 15.848 (llamada ley de caducidad), el Frente Amplio se da cuenta que si no hacía algo efectivo para terminar con la ley le sucederían dos cosas que no quería, por un lado, que la comunidad internacional (otro instrumento defensor del status quo) condenara a su gobierno por entorpecer las investigaciones sobre el terrorismo de estado y por otro, que gran parte de su electorado se desencantara aun más con su gobierno. Por ello se embarcan en la redacción de una ley bastante mal armada que recuperara la pretensión punitiva del estado.
   El proceso de la ley fue patético, a las críticas evidentes de la derecha tradicional se sumó el recelo de parte de algunos dirigentes frenteamplistas de votar esta ley, sea porque violentaría la "voluntad popular expresada en las urnas"[2] (cosa respetable) o porque en realidad no les interesaba que la pretensión fuera restaurada como en el caso del actual ministro Fernández Huidobro, quien no solo se manifestó contrario a la anulación de la ley mediante plebiscito sino que volvió a defender esa postura en reiteradas ocasiones.
   Pero finalmente la ley apareció y tras algunos toqueteos tuvo la media sanción del senado, pero cuando llegó a diputados se repitió el patetismo pero esta vez con mucha más intensidad, el presidente Mujica fue a presionar a los diputados frenteamplistas, el vicepresidente Astori lo hizo por la tele y el asunto terminó con que uno de los tantos laderos del presidente se negó a votar haciendo que la ley fracasara.
   Unos meses después, viendo que la popularidad del gobierno estaba bajando, el Frente volvió a presentar una ley con la misma intensión e igual del mal redactada, de hecho la ley no tenía diferencias sustanciales excepto por el contexto, en el primer caso el presidente creyó que su imagen positiva, tanto a nivel nacional como internacional, iba a soportar el enojo de los frenteamplistas más interesados en el castigo al terrorismo de estado, en el segundo, su imagen ya estaba cayendo y el estado ya había sido condenado por la Corte Interamericana de Derechos Humanos.
   De esta manera, el sobredimensionamiento que los tupamaros dan a su victimidad del terrorismo de estado[3] los puso en un problema partidario que terminaron resolviendo a las patadas con leyes mal escritas y a fin de cuentas bastante patéticas.

El gobierno y Mariana Mota

   Que la senadora Lucía Topolanski sea una de las convocantes a la marcha es otro dato interesante, más teniendo en cuenta que desde su entorno se trabajó por el castigo a la jueza, pues no solo la derecha y sus medios orgánicos (El País y Búsqueda) trabajaron por ello.
   No hay que olvidar que la jueza Mota tuvo algunos entredichos con el conocido adalid de los represores ministro Fernández Huidobro, uno por la entrada al batallón 13, conocido como 300 Carlos, la cual fue obstaculizada reiteradas veces por el ministro y otra por la negativa del ministro de dar información sobre el accidente del avión Air Class sucedido en junio, en ambos casos Huidobro protege a los militares sea por su participación en el terrorismo de estado o por la responsabilidad ante la muerte de quienes iban en el avión y desoyeron las advertencias de los pilotos acerca de su mal estado.
   Tampoco hay que olvidar que el presidente Mujica también criticó duramente a la jueza Mota cuando en unas declaraciones al diario argentino Página/12 la jueza dijo lo evidente, que "el proceso judicial uruguayo es lento" y que "no hay una promoción de los derechos humanos", en ese momento el presidente dijo que le llamó la atención que la jueza no haya recibido una advertencia de parte de "la Suprema Corte de Justicia o algo parecido (sic)"[4].
   Ante esto, creo que debería sorprendernos un poco que sea justamente la senadora Topolanski quien dice que "la Cámara de Diputados puede pedirle al Senado el juicio político", más tarde dice que dicho juicio no sería por la declaración de inconstitucionalidad sino por el traslado de la jueza Mota, y más aun debería sorprendernos que el MPP, al que están históricamente vinculados Mujica, Huidobro y Semproni, emita un comunicado que tiene como punto tres "Denunciar el incumplimiento, por parte de la SCJ, de los procedimientos establecidos en la Constitución de la República en su art. 246 para el traslado de la jueza Mariana Mota. Resulta ineludible vincular dicho acto con la posterior declaración de inconstitucionalidad de los artículos 2 y 3 de la Ley 18.831."
   No se, como que todo está muy raro.

El mujiquismo y la Suprema Corte de Justicia

   ¿Será casualidad que el mujiquismo salta a defender los derechos humanos justo unas horas después de que la Suprema Corte haya declarado inconstitucional los primeros artículos del ICIR? A mi se me hace que no, pero no deja de ser un dato menor que el ICIR y los derechos humanos hayan estado históricamente tan vinculados.
   Recordemos la historia del ICIR, algunas lineas arriba hablaba del primer intento del Frente de eliminar la ley de caducidad, el intento frustrado por el presidente y su ladero, lo interesante es que el ICIR nace como uno de los tantos bolazos tirados por el presidente, pero este en una situación particular. Fiel a su estilo, cada vez que el presidente o su entorno hacen algunas medidas de corte fascista o represor también hacen algunos anuncios populistas para dejar tranquila a la "barra", se hizo cuando se anunció que se podría legalizar el porro y se hizo con el anuncio del ICIR una semana después de que el innombrable ladero presidencial negara la ley.
   Entonces, el MPP salió a defender, incluso con pautas en los medios con el claim "que paguen más los que tienen más", un impuesto ridículo que no combatiría la concentración sino que tan solo le daría al estado, tal como la venta del porro estatal, "algunos pesitos más", mucho menos de lo que se le regala a los capitales mediante la ley 16.906, llamada de inversiones.
   Pero el impuesto salió, aunque medio a las patadas, el astorismo se le opuso porque, a su entender, cambiaba las "reglas de juego"[5], y eso es feo, es caca. Y evidentemente, tal como pasó con el IRPF, saltó un grupo de perjudicados a acusar al impuesto de inconstitucional.
   Entonces, cuando la Suprema Corte de Justicia declara inconstitucional el impuesto tribunero, el mujiquismo queda pegado y el astorismo aprovecha para cobrarse todas las meadas que ha recibido tras el fiasco PLUNA y el mujiquismo, para no quedar pegado ante los votantes y militantes frenteamplistas, arremete contra la Corte, no por las razones que realmente lo molestan sino por otras que serán mejor vistas por la izquierda progre.

La concentración y la dialéctica

   Entonces, no deberíamos pensar en la concentración como la suma de las bondades, como la muestra irrefutable de que el pueblo exige verdad y justicia[6], como un acto de dignidad social en la que la izquierda defiende la vida, no, más bien deberíamos entenderlo como un acto partidario en el que confluyen varias necesidades políticas (la defensa del ICIR, la recuperación del protagonismo del Frente en temas sociales) con necesidades sociales (verdad y justicia, juicio y castigo).
   Pero eso no tiene por qué estar mal, los derechos humanos no son una condición natural, son una construcción simbólica que los humanos construimos en el combate de las ideas, la justicia social no es sino una necesidad construida por un bando en pos de darle dignidad y sentido histórico a la vida de los trabajadores y la moral es tan solo un conjunto de normas que a algunos les parecen bien, pero otros han de tener su propia moral.
   Y justamente sobre eso se trata la política, de la lucha por la hegemonía simbólica para generar el desarrollo material que nos parece mejor, la Declaración de los Derecos del Hombre y del Ciudadano, con su machismo y eurocentrismo, fue una política acotada al horizonte de expectativas de la época (lo que algunos llamaríamos condiciones subjetivas), lo mismo fue la Declaración Universal de Derechos Humanos que no surge sino como una negociación entre los dos bloques imperiales de la época (Estados Unidos y la URSS) y también son una discusión política acotada por las condiciones subjetivas nuestra defensa de los derechos humanos  la lucha por la justicia social.
   Entonces, nuestro rol en tanto sujetos históricos no debe ser defender los derechos humanos como una especie de derecho natural (en el que se basa Ignacio de Posadas para criticar la adopción de parte de parejas homosexuales) sino el de tomar a la historia por las astas y dar la batalla política por los cambios que nos parecen necesarios para el mejor desarrollo de la vida del ser humano.


[1] Me parece importante retomar la visión de Althusser sobre el estado, además de las instituciones públicas explícitamente estatales encargadas del ejercicio de la violencia en defensa del orden establecido existen también unos aparatos ideológicos del estado (semejantes a lo que Gramsci llamaba órganos de la hegemonía), instituciones en gran medida privadas que se encargan de imponer la ideología de las clases dominantes.
[2] La inducción muy incompleta que lleva a pensar que la suma de las voluntades individuales podría construir una voluntad popular me parece bastante ridícula.
[3] De hecho los tupamaros no fueron el sector con más presos, torturados o asesinados, ni siquiera fueron un factor importante en el golpe ya que la tecnocracia detrás de1 golpe veía, y con mucha razón, más peligro en el sindicalismo que en una banda de trasnochados armados siguiendo a Sendic (uno de los pocos tupamaros que alguna vez tuvo la capacidad de pensar en una política más allá de circunstancias particulares).
[4] Con algo parecido debe referirse al Tribunal Internacional de La Haya, el colegio de árbitros o el jurado de los premios Tabaré.
[5] Leyes de juego que también podrían ser llamadas "garantías de un estado con pretensiones de benefactor que como única forma de obtener recursos tiene al servilismo a los intereses del capital".
[6] Cosa que de hecho parece no ser cierta.

viernes, 22 de febrero de 2013

El ángel de la Historia y la Filosofía de la praxis


El ángel de la historia y el pasado reciente
   Allá por los años ´50, Theodor Adorno entendía imposible la poesía después de Auschwitz, "es un acto de Barbarie" decía[1]. Años antes y en sintonía con su maestro, Walter Benjamin nos hablaba en términos semejantes de la historia:

Paul Klee, Ángelus Novus
   Hay un cuadro de Klee que se titula Ángelus Novus. Se ve en él a un Ángel al parecer en el momento de alejarse de algo sobre lo cual clava su mirada. Tiene los ojos desencajado, la boca abierta y las alas tendidas. El ángel de la Historia debe tener ese aspecto. Su cara está vuelta hacia el pasado. En lo que para nosotros aparece como una cadena de acontecimientos, él ve una catástrofe única, que acumula sin cesar ruina sobre ruina y se las arroja a sus pies. El ángel quisiera detenerse, despertar a los muertos y recomponer lo despedazado. Pero una tormenta desciende del Paraíso y se arremolina en sus alas y es tan fuerte que el ángel no puede plegarlas… Esta tempestad lo arrastra irresistiblemente hacia el futuro, al cual vuelve las espaldas mientras el cúmulo de ruinas sube ante él hacia el cielo. Tal tempestad es lo que llamamos progreso.[2]

   La catástrofe es inefable, no podemos entenderla y por lo tanto somos incapaces de aprender algo de ella, solo podemos movernos irremediablemente hacia el progreso. Por eso, los uruguayos no somos capaces de elaborar una filosofía política del terrorismo de estado[3].
   En el umbral de la llamada "recuperación democrática", la izquierda organizada y las organizaciones sociales comenzaron su proyecto de análisis sobre los años del terrorismo de estado. El proceso fue arduo y doloroso ya que salieron a la luz más de quince años de atrocidades, nuestro Auswichtz, nuestra catástrofe. Entonces la izquierda, como el Ángelus Novus, intenta despertar a los muertos y recomponer lo despedazado, pero no puede hacerlo ya que el progreso la obliga a ir hacia adelante, hacia logros tangibles, hacia la realización progresista a la que llamamos triunfo electoral. Esa tempestad llamada progreso no le permite plegar sus alas, por ello, el ángel no puede levantar vuelo para ver el pasado, solo ve la catástrofe, esa cosa amorfa e inexplicable, ese acontecimiento único, sin causalidad alguna.
   Quizás por eso la izquierda se abocó a la consolidación de la democracia, a la defensa acérrima de los derechos humanos[4], a la construcción de un estado de cosas que haga irrepetible la catástrofe, estado de cosas que solo podía construirse a partir de ese progreso, esa tempestad. Pero el ángel no puede volar, la propia tempestad que lo impulsa hacia adelante no se lo permite, por eso no puede ver más que la catástrofe amorfa, sin causalidad posible, por eso no puede evitar la catástrofe, porque no la entiende.
   Así, nuestras expectativas posterrorismo se vieron definidas en gran parte por la incapacidad del ángel de ver hacia atrás, de entender la cadena de acontecimientos, la causalidad histórica de la catástrofe.

La causalidad de la historia y el pasado reciente
   El panorama previo al terrorismo de estado era bastante complejo, existía una lucha interna en la clase dominante entre el viejo modelo batllista eminentemente político y en decadencia y el nuevo modelo tecnocrático monetarista en lento ascenso en todo el mundo.
   Pero a su vez, la clase dominante tenía un enemigo externo bastante peligroso, los movimientos revolucionarios[5] de izquierda, más que nada urbanos y de acumulación de fuerzas, el Partido Comunista, el Partido Socialista y la CNT entre muchos otros. La respuesta histórica de la derecha a estos fenómenos era muy simple, las políticas batllistas[6] tenían la capacidad de evitar la acumulación de fuerzas mediante la desmovilización de una clase media conformista formada en base a los recursos del estado y el fomento a una actividad industrial autóctona, de esta forma, la pobreza y la explotación no desaparecían, pero la mayoría de la clase trabajadora mantenía niveles de confort verdaderamente desmovilizantes. Pero estas políticas tenían un problema, en el largo plazo trancaban el crecimiento y la acumulación.
   La respuesta a estos problemas de crecimiento la trajo la escuela austríaca, ellos vieron que mediante la financierización de la economía y la monetarización de la economía política se generaban recursos nuevos sin necesidad de grandes inversiones, así el proceso de acumulación se aceleraba sin necesidad de dar concesiones a los trabajadores. Pero el financierismo monetarista generaba un nuevo imperativo, era primordial controlar la inflación que, en un panorama de sueldos altos, se disparaba al menor tambaleo, por eso el estado asume el control de los salarios privados y la reducción del gasto público como forma de controlar la inflación. De este modo, las fuerzas de la izquierda asumieron una posición más combativa a la que el estado tecnocrático respondió de un modo que el estado batllista difícilmente hubiera usado, la represión sistemática y directa de parte de los aparatos represivos[7].
   Esta violencia explícita de parte del estado, más la desgracia del estatismo postbatllista, fueron un empuje para la acumulación de fuerzas y la clave para entender la formación del Frente Amplio en tanto coalición de las fuerzas de izquierda y los últimos resabios de batllismo progresista.
   Así, ante la posibilidad real de que un gobierno que estuviera integrado por las fuerzas revolucionarias de izquierda, y ante las nuevas reformas necesarias para aumentar la acumulación capitalista, reformas que iban a ser rechazadas electoralmente por el grueso de la población y que luego fueron nombradas como neoliberales, el estado tecnocrático debe recurrir a métodos extremos, métodos recomendados por las mismas instituciones que habían fortalecido el monetarismo en América Latina. Básicamente, para poder instaurar el monetarismo como única forma de gestión macroeconómica y que necesariamente exigiría de políticas neoliberales[8], era necesario que estas prácticas no pudieran ser puestas en duda electoralmente, era necesario imponerlas a fuerza de terrorismo de estado y dictadura cívico-militar.

Filosofía de la praxis y pasado reciente
   Entonces, once años después del golpe de estado y más de quince desde el comienzo del terrorismo de estado, la izquierda se abocó a su reconstrucción. Tal como el Ángelus Novus debía "despertar a los muertos y recomponer lo despedazado", esto es, liberar a los compañeros presos, repatriar a los exiliados, averiguar qué sucedió con los muertos y recomponer su ideología. Pero la tempestad arrastra a la izquierda hacia el progreso, la obliga a avanzar hacia el gobierno nacional y, por más que no pueda dejar de mirar hacia atrás y rememorar sus viejas glorias y agonías, no puede volver sobre ellas, no puede pensar su pasado porque, al no poder levantar vuelo, lo único que ve es la catástrofe.
   Así, la izquierda uruguaya hoy solo sabe recordar a sus muertos, conmemorar la catástrofe, pero no puede entender la serie de hechos que la desencadenó, no puede poner en duda los imperativos que ella ha instalado en todos nosotros[9] porque no puede entender su relación con la catástrofe.


[1] Prismas, la crítica de la cultura y la sociedad (1951).
[2] "Tesis IX" en Tesis sobre la filosofía de la historia (1940).
[3] No se me ocurre una forma mejor de nombrar lo que sucedió entre los colegiados blancos y el fin de la dictadura cívico militar.
[4] No creo pertinente discutir aquí sobre la construcción burguesa de los derechos humanos, en todo caso creo que se puede estar de acuerdo en que hay ciertas cosas que deberían ser imperativos morales universales, por más que no le guste a la crítica de la moral.
[5] Uso este término con amplitud, en estas condiciones considero revolucionario a cualquier movimiento que planteara un cambio radical en la estructura de la sociedad, sea este por la fuerza o no.
[6] Es imposible negarle a Batlle y Ordóñez su visión, a principios del siglo XX, hizo lo que Keynes y Roosevelt harían unos veinte años después.
[7] El MLN fue un factor marginal en las políticas represivas, el grueso de las prácticas del terrorismo de estado fueron orientadas a movimientos no armados como el PCU, el PVP, los GAU o el sindicalismo.
[8] De hecho, una vez que aceptamos los postulados del monetarismo y que entendemos el control de la inflación y el crecimiento del PBI como únicos objetivos de la Economía Política, el neoliberalismo, o sus diferentes moderaciones, es la única forma de lograr el éxito económico.
[9] Sean estos el monetarismo, el crecimiento económico, la democracia burguesa representativa y massmediática, la propiedad privada o cualquier otro.

lunes, 18 de febrero de 2013

Cucuzú e Inthamoussu, las dos caras de la pelotudez uruguaya

   Pasado el romance con la celeste los uruguayos nos dedicamos a buscar un nuevo deporte nacional, y encontramos uno precioso, y muy acorde a nuestros tiempos de rebeliones virtuales, la indignación. Desde que tres estúpidos mataron a patadas a una perra para después subir el video a internet parece que lo único que puede hacer el uruguayo es indignarse, y si expresa su indignación por medio de algún medio digital mejor.
   Hace unos días explotó la indignación por la paliza que unas estúpidas le dieron a una muchacha, indignación que sería comprensible si no fuera porque por momentos tomo aires supremacistas negros y ridiculismos intolerantes de parte de los profesionales de la tolerancia, luego nos indignamos facilísimo cuando vemos una frase que no nos gusta en el diccionario y armamos una movida pelotuda para eliminarla mientras los negros, homosexuales y blancos pobres siguen teniendo que esforzarse el doble para conseguir un trabajo de mierda, y ahora parece que al bailarín Martín Inthamoussu le indigna la "hipocresía de una antigua y falsa Suiza de América", o al menos eso dice en una carta que circuló en estos días.

   Esto surge a partir de un personaje bastante pedorro que hace Cucuzú (conocido humorista pedorro de nuestro carnaval) llamado Gayman, una especie de superheroe gay que anda por ahí vestido de rosado y sosteniendo falos. Digamos que es algo de mal gusto, pero eso no debería parecernos raro, históricamente el carnaval ha dado este tipo de espectáculos feos y prejuiciosos, es que a fin de cuentas de eso se trata la llamada cultura popular. Digamos que el carnaval se ha burlado sistemáticamente de los gays, los gallegos, los gordos, los judíos, los estadounidenses, Jorge Batlle y una interminable lista, y si tuviera que adivinar diría que el 99% de las veces lo ha hecho con mal gusto.
   Es raro que esa indignación hacia el carnaval haya surgido por un personaje marginal como es un "actor" de una de las categorías menos relevantes del concurso y no de una discriminación institucional como fue la no clasificación de la revista Krisis por la inclusión en un espectaculo de un beso entre dos mujeres. Es raro porque además trascendió un video difundido por la misma revista en la que muestran reacciones de burla y sorna de parte del jurado mientras el conjunto estaba actuando en la prueba de admisión.
   Pero como a Krisis no lo conoce nadie, a nadie le importó.

   Al respecto de la violencia discriminatoria, a Inthamoussu le indigna que "el pueblo uruguayo y sus clases hegemónicas ha permitido que esto suceda y se horroriza cuando sucede". Me llama la atención la apelación a las clases hegemónicas, calculo que se refiere a una burguesía que ha diseminado una hegemonía, es decir un consenso espontáneo entre el pueblo uruguayo logrando que este sea intolerante ante todo aquello que no se considera normal, bueno, en eso podemos estar de acuerdo.
   Al parecer (la verdad que no miré el desfile de carnaval, la vida es demasiado corta), Cucuzú desfiló por 18 con bananas en las manos "burlándose de una identidad sexual", y si, la verdad que es algo bastante de mal gusto y refleja bastante "la concepción machista y heterocentrista que se tiene vulgarmente del gay", pero de ahí a comparar esto con una paliza que unas imbéciles le dieron a una muchacha a la salida de un boliche me parece que se nos va la mano.
   Además, este chico dice que las personas de C4 (conjunto al que pertenece Cucuzú) "viven en el placer de sus clases hegemónicas", por favor, está hablando un bailarín de ballet y performer, dos formas claras de arte de las clases hegemónicas, en el caso del ballet, placer de la aristocracia (más agonizante que la agonizante iglesia católica de la que se queja Inthamoussu), y en el caso de la performance, placer de la burguesía. A mi puede gustarme el ballet (la performance no tanto), como también la ópera o el jazz, pero eso no quita que sean formas que, hoy día en Uruguay, son placer de las clases dominantes.
   Por su parte, los humoristas de carnaval son burdos, obvios y poco inteligentes, de mal gusto, sin refinamientos ni amaneramientos propios de las formas de las llamadas "clases hegemónicas", son de hecho placer de las clases dominadas, del lumpenaje.

   Más adelante en su carta, Inthamoussu aclara que "La falta de respeto absoluta por las minorías ya tiene que llegar a un fin en este país. No es por Tania, no es por el colectivo LGTB, no es por una persona con obesidad mórbida, es por todos y cada uno de los uruguayos. Construir un país donde los ciudadanos seamos de la misma categoría. No divididos en ciudadanos de primera y de segunda. No divididos entre burlados y burladores."
   Me causa un poco de gracia y otro poco de molestia la identificación entre ciudadanos de primera y de segunda que hace Inthamoussu. De hecho, la difusión que se le dio a esta carta demuestra que él es un ciudadano de primera (o al menos de una categoría más alta que la mayoría de la gente) así como la difusión que se le dio a la paliza que le dieron a Tania demuestra que ella también lo es[1], si quien hiciera esta carta fuera un travesti de las pensiones de Maldonado y Yaro y no un reconocido bailarín o si quien hubiera recibido la paliza hubiera una plancha de Colón y no una intelectual orgánica del progresismo asistencialista, casi nadie les hubiera dado pelota.
   También me pregunto qué pasará con la paliza que cinco guardias de seguridad de un boliche de Atlántida le dieron al ex bajista de Hereford Frankie Lampariello por el solo hecho de ir caminando por la vereda del boliche con una pinta que al patovica no le gustó, me pregunto si saltará el colectivo "roqueros, grandotes de pelo largo y barba" (al que debo admitir que pertenezco), calculo que no, o al menos que no lo haremos como tal sino como simples personas a las que nos parece espantoso que varias personas surtan a palos a otra por el simple hecho de que no les gusta su pinta, su color de pelo o el cuadro del que es hincha.

Pero el momento más gracioso de la carta es cuando este muchacho habla de los sentimientos que esto le despierta, "me subleva y me incita a la rebelión" dice, y luego que "es la obligación de todos defender un Uruguay progresista e igualitario". Que interesante, un tipo vinculado, al menos levemente, al proyecto de los recientes gobiernos progresistas se subleva y rebela cuando un triste y patético comediante hace unos chistes malos, que sin esta carta estarían condenados al olvido, y no cuando ese país progresista que Inthamoussu quiere que defendamos permanece inmóvil ante la constante desintegración de la sociedad, que mira pasivamente como en este país se dividen cada vez más los de primera que tienen derecho a la educación de calidad, a viajar por el mundo adquiriendo experiencias y conocimientos, a tener trabajos gratificantes y a ser escuchados por la sociedad y los de quinta que con suerte podrían hacer un cursito de inserción laboral del MIDES, que con suerte se pueden pegar un viaje al centro, que están condenados a trabajos de explotación y vulnerabilidad y que si, a su manera, se quejan o tienen conductas contra-hegemónicas, son cagados a palos por la policía que los considera delincuentes por vivir en el Marconi o andar de gorra levantada.

   La verdad que no conozco mucho del trabajo de Inthamoussu, solo he visto algunas muy buenas actuaciones como bailarín y leí un par de sus feos poemas, pero si lo conozco por otra función que cumple en la sociedad, panelista de Esta boca es mía, es decir intelectual orgánico de las clases dominantes.
   Me extraña por lo tanto que este muchacho se subleve tan fácil cuando Cucuzú, un comediante pedorro que no caga a nadie, se viste de rosado y anda con falos en las manos haciendo chistes bobos y no se subleve en lo más mínimo cuando la idiota de Victoria Rodríguez se pregunta ¿como hace la gente para vivir en Colón? No solo no se subleva ante tal acontecimiento discursivo de parte de una de las más importantes voceras de la oligarquía montevideana sino que a pesar de esa ingenua y estúpida incomprensión de parte de quien no debe salir de los "barrios lindos" sin guardia, acepta participar de ese estrado oligárquico, intolerante, clasista, por momentos fascista y siempre estúpido al que llamamos Esta boca es mía.
   La boca bien puede ser suya pero las ideas que por ella son expresadas son bien de las "clases hegemónicas" de las que se queja Inthamoussu.

   Y es que a fin de cuentas, a Cucuzú un poco de razón le cabe cuando se pregunta "¿De qué nos vamos a reir? ¿De las gallinas?". Es decir, el humor se trata de romper algo que no debería romperse, de poner algo donde no va diría Schopenhauer, y si se sale de estas formas se convierte en cliché, en Tinelli jodiendo al gordo Larry de Clay cada vez que pierde Boca, en el Piñe haciéndose pasar por estúpido (por más estúpido), en Leandro Lagos e Ignacio Alcuri riéndose de lo malo que son los chistes que ellos mismos escriben y por los cuales los contribuyentes montevideanos pagan. Esto no significa que todo el humor deba partir necesariamente de una burla, pero si debe partir de que se rompa, voluntaria o involuntariamente, una regla. No hay nada gracioso en un bebé que hace un provechito, pero si a un conductor de informativo, después de tomarse un vaso de bebida refrescante sabor cola durante el corte, se le escapa un eructo durante el anuncio de la muerte del Papa entonces se produce algo muy gracioso.

   A fin de cuentas, la gracia de decir "culo" o "mierda" no es que sean fonética ni ontológicamente graciosas sino que no se pueden decir porque las viejas se van a molestar, su gracia reside en cierta condición social que las hace justamente "malas palabras", si dejaran de estar mal vistas ya no tendrían gracia y se convertirían en palabras neutras como son "recto" o "heces" (sobre esto recomiendo ver un notable capítulo de South Park). No en vano aun recordamos aquel "oligarca puto" que el "eme-pepista", entonces diputado y hoy vicepresidente de la ANP, Juan José Domínguez le gritó al Cuquito Lacalle Pou como un gran momento de la comedia involuntaria uruguaya, no porque Lacalle sea homosexual, no porque a alguien le sorprenda que sea un oligarca, tampoco por el genial "vení que te reviento la cabeza" con el que Domínguez preludió el insulto, no, claro que no, fue porque es muy gracioso ver a un viejo tirándole una piña a un joven hijo de un expresidente portando tan bizarro grito de batalla y para mejor que todo sea en medio de nuetro máximo templo democrático y ambos sean representantes democráticamente elegidos para llevar adelante la noble y magna tarea de definir nuestros destinos como nación.

   Me parece que a Inthamoussu se le dieron vuelta los cables, se pensó que el ballet y la performance son el arte de la emancipación de los pueblos, confundió a Cucuzú con Victoria Rodrígez y se rebeló ante un mal chiste en lugar de hacerlo ante el sistema generador de miseria al que él llama país progresista. Es por lo tanto, y al igual que Cucuzú, un pelotudo.

   Y ahora ríanse sin culpas.



[1] Basta con prestar atención a las varias ocasiones en las que nadie le da pelota a violencias igual o más discriminatorias, en este momento me viene a la cabeza una paliza que le dieron en un boliche a un inmigrante africano solo por ser negro, paliza que lo incapacitó para trabajar ya era modelo y quedó desfigurado y ahora solo puede hacer changas en la construcción (cosa que, debido a la paliza que recibión no debería hacer), recuerdo que en su momento nadie dijo nada (excepto unos pocos medios no hegemónicos) y que cuando su compañera intentó llegar al poder ejecutivo para que hicieran algo, el propio presidente Mujica desestimó el pedido.