viernes, 22 de febrero de 2013

El ángel de la Historia y la Filosofía de la praxis


El ángel de la historia y el pasado reciente
   Allá por los años ´50, Theodor Adorno entendía imposible la poesía después de Auschwitz, "es un acto de Barbarie" decía[1]. Años antes y en sintonía con su maestro, Walter Benjamin nos hablaba en términos semejantes de la historia:

Paul Klee, Ángelus Novus
   Hay un cuadro de Klee que se titula Ángelus Novus. Se ve en él a un Ángel al parecer en el momento de alejarse de algo sobre lo cual clava su mirada. Tiene los ojos desencajado, la boca abierta y las alas tendidas. El ángel de la Historia debe tener ese aspecto. Su cara está vuelta hacia el pasado. En lo que para nosotros aparece como una cadena de acontecimientos, él ve una catástrofe única, que acumula sin cesar ruina sobre ruina y se las arroja a sus pies. El ángel quisiera detenerse, despertar a los muertos y recomponer lo despedazado. Pero una tormenta desciende del Paraíso y se arremolina en sus alas y es tan fuerte que el ángel no puede plegarlas… Esta tempestad lo arrastra irresistiblemente hacia el futuro, al cual vuelve las espaldas mientras el cúmulo de ruinas sube ante él hacia el cielo. Tal tempestad es lo que llamamos progreso.[2]

   La catástrofe es inefable, no podemos entenderla y por lo tanto somos incapaces de aprender algo de ella, solo podemos movernos irremediablemente hacia el progreso. Por eso, los uruguayos no somos capaces de elaborar una filosofía política del terrorismo de estado[3].
   En el umbral de la llamada "recuperación democrática", la izquierda organizada y las organizaciones sociales comenzaron su proyecto de análisis sobre los años del terrorismo de estado. El proceso fue arduo y doloroso ya que salieron a la luz más de quince años de atrocidades, nuestro Auswichtz, nuestra catástrofe. Entonces la izquierda, como el Ángelus Novus, intenta despertar a los muertos y recomponer lo despedazado, pero no puede hacerlo ya que el progreso la obliga a ir hacia adelante, hacia logros tangibles, hacia la realización progresista a la que llamamos triunfo electoral. Esa tempestad llamada progreso no le permite plegar sus alas, por ello, el ángel no puede levantar vuelo para ver el pasado, solo ve la catástrofe, esa cosa amorfa e inexplicable, ese acontecimiento único, sin causalidad alguna.
   Quizás por eso la izquierda se abocó a la consolidación de la democracia, a la defensa acérrima de los derechos humanos[4], a la construcción de un estado de cosas que haga irrepetible la catástrofe, estado de cosas que solo podía construirse a partir de ese progreso, esa tempestad. Pero el ángel no puede volar, la propia tempestad que lo impulsa hacia adelante no se lo permite, por eso no puede ver más que la catástrofe amorfa, sin causalidad posible, por eso no puede evitar la catástrofe, porque no la entiende.
   Así, nuestras expectativas posterrorismo se vieron definidas en gran parte por la incapacidad del ángel de ver hacia atrás, de entender la cadena de acontecimientos, la causalidad histórica de la catástrofe.

La causalidad de la historia y el pasado reciente
   El panorama previo al terrorismo de estado era bastante complejo, existía una lucha interna en la clase dominante entre el viejo modelo batllista eminentemente político y en decadencia y el nuevo modelo tecnocrático monetarista en lento ascenso en todo el mundo.
   Pero a su vez, la clase dominante tenía un enemigo externo bastante peligroso, los movimientos revolucionarios[5] de izquierda, más que nada urbanos y de acumulación de fuerzas, el Partido Comunista, el Partido Socialista y la CNT entre muchos otros. La respuesta histórica de la derecha a estos fenómenos era muy simple, las políticas batllistas[6] tenían la capacidad de evitar la acumulación de fuerzas mediante la desmovilización de una clase media conformista formada en base a los recursos del estado y el fomento a una actividad industrial autóctona, de esta forma, la pobreza y la explotación no desaparecían, pero la mayoría de la clase trabajadora mantenía niveles de confort verdaderamente desmovilizantes. Pero estas políticas tenían un problema, en el largo plazo trancaban el crecimiento y la acumulación.
   La respuesta a estos problemas de crecimiento la trajo la escuela austríaca, ellos vieron que mediante la financierización de la economía y la monetarización de la economía política se generaban recursos nuevos sin necesidad de grandes inversiones, así el proceso de acumulación se aceleraba sin necesidad de dar concesiones a los trabajadores. Pero el financierismo monetarista generaba un nuevo imperativo, era primordial controlar la inflación que, en un panorama de sueldos altos, se disparaba al menor tambaleo, por eso el estado asume el control de los salarios privados y la reducción del gasto público como forma de controlar la inflación. De este modo, las fuerzas de la izquierda asumieron una posición más combativa a la que el estado tecnocrático respondió de un modo que el estado batllista difícilmente hubiera usado, la represión sistemática y directa de parte de los aparatos represivos[7].
   Esta violencia explícita de parte del estado, más la desgracia del estatismo postbatllista, fueron un empuje para la acumulación de fuerzas y la clave para entender la formación del Frente Amplio en tanto coalición de las fuerzas de izquierda y los últimos resabios de batllismo progresista.
   Así, ante la posibilidad real de que un gobierno que estuviera integrado por las fuerzas revolucionarias de izquierda, y ante las nuevas reformas necesarias para aumentar la acumulación capitalista, reformas que iban a ser rechazadas electoralmente por el grueso de la población y que luego fueron nombradas como neoliberales, el estado tecnocrático debe recurrir a métodos extremos, métodos recomendados por las mismas instituciones que habían fortalecido el monetarismo en América Latina. Básicamente, para poder instaurar el monetarismo como única forma de gestión macroeconómica y que necesariamente exigiría de políticas neoliberales[8], era necesario que estas prácticas no pudieran ser puestas en duda electoralmente, era necesario imponerlas a fuerza de terrorismo de estado y dictadura cívico-militar.

Filosofía de la praxis y pasado reciente
   Entonces, once años después del golpe de estado y más de quince desde el comienzo del terrorismo de estado, la izquierda se abocó a su reconstrucción. Tal como el Ángelus Novus debía "despertar a los muertos y recomponer lo despedazado", esto es, liberar a los compañeros presos, repatriar a los exiliados, averiguar qué sucedió con los muertos y recomponer su ideología. Pero la tempestad arrastra a la izquierda hacia el progreso, la obliga a avanzar hacia el gobierno nacional y, por más que no pueda dejar de mirar hacia atrás y rememorar sus viejas glorias y agonías, no puede volver sobre ellas, no puede pensar su pasado porque, al no poder levantar vuelo, lo único que ve es la catástrofe.
   Así, la izquierda uruguaya hoy solo sabe recordar a sus muertos, conmemorar la catástrofe, pero no puede entender la serie de hechos que la desencadenó, no puede poner en duda los imperativos que ella ha instalado en todos nosotros[9] porque no puede entender su relación con la catástrofe.


[1] Prismas, la crítica de la cultura y la sociedad (1951).
[2] "Tesis IX" en Tesis sobre la filosofía de la historia (1940).
[3] No se me ocurre una forma mejor de nombrar lo que sucedió entre los colegiados blancos y el fin de la dictadura cívico militar.
[4] No creo pertinente discutir aquí sobre la construcción burguesa de los derechos humanos, en todo caso creo que se puede estar de acuerdo en que hay ciertas cosas que deberían ser imperativos morales universales, por más que no le guste a la crítica de la moral.
[5] Uso este término con amplitud, en estas condiciones considero revolucionario a cualquier movimiento que planteara un cambio radical en la estructura de la sociedad, sea este por la fuerza o no.
[6] Es imposible negarle a Batlle y Ordóñez su visión, a principios del siglo XX, hizo lo que Keynes y Roosevelt harían unos veinte años después.
[7] El MLN fue un factor marginal en las políticas represivas, el grueso de las prácticas del terrorismo de estado fueron orientadas a movimientos no armados como el PCU, el PVP, los GAU o el sindicalismo.
[8] De hecho, una vez que aceptamos los postulados del monetarismo y que entendemos el control de la inflación y el crecimiento del PBI como únicos objetivos de la Economía Política, el neoliberalismo, o sus diferentes moderaciones, es la única forma de lograr el éxito económico.
[9] Sean estos el monetarismo, el crecimiento económico, la democracia burguesa representativa y massmediática, la propiedad privada o cualquier otro.

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