El ángel de la historia y el pasado
reciente
Allá por los
años ´50, Theodor Adorno entendía imposible la poesía después de Auschwitz,
"es un acto de Barbarie" decía[1].
Años antes y en sintonía con su maestro, Walter Benjamin nos hablaba en
términos semejantes de la historia:
Hay un cuadro de Klee que se titula Ángelus Novus. Se ve en él a un Ángel al parecer en el momento de alejarse de algo sobre lo cual clava su mirada. Tiene los ojos desencajado, la boca abierta y las alas tendidas. El ángel de la Historia debe tener ese aspecto. Su cara está vuelta hacia el pasado. En lo que para nosotros aparece como una cadena de acontecimientos, él ve una catástrofe única, que acumula sin cesar ruina sobre ruina y se las arroja a sus pies. El ángel quisiera detenerse, despertar a los muertos y recomponer lo despedazado. Pero una tormenta desciende del Paraíso y se arremolina en sus alas y es tan fuerte que el ángel no puede plegarlas… Esta tempestad lo arrastra irresistiblemente hacia el futuro, al cual vuelve las espaldas mientras el cúmulo de ruinas sube ante él hacia el cielo. Tal tempestad es lo que llamamos progreso.[2]
Paul Klee, Ángelus Novus
La catástrofe es inefable, no podemos
entenderla y por lo tanto somos incapaces de aprender algo de ella, solo
podemos movernos irremediablemente hacia el progreso. Por eso, los uruguayos no
somos capaces de elaborar una filosofía política del terrorismo de estado[3].
En el umbral de la llamada
"recuperación democrática", la izquierda organizada y las
organizaciones sociales comenzaron su proyecto de análisis sobre los años del
terrorismo de estado. El proceso fue arduo y doloroso ya que salieron a la luz
más de quince años de atrocidades, nuestro Auswichtz, nuestra catástrofe.
Entonces la izquierda, como el Ángelus
Novus, intenta despertar a los muertos y recomponer lo despedazado, pero no
puede hacerlo ya que el progreso la obliga a ir hacia adelante, hacia logros
tangibles, hacia la realización progresista a la que llamamos triunfo
electoral. Esa tempestad llamada progreso no le permite plegar sus alas, por
ello, el ángel no puede levantar vuelo para ver el pasado, solo ve la
catástrofe, esa cosa amorfa e inexplicable, ese acontecimiento único, sin
causalidad alguna.
Quizás por eso la izquierda se abocó
a la consolidación de la democracia, a la defensa acérrima de los derechos
humanos[4],
a la construcción de un estado de cosas que haga irrepetible la catástrofe,
estado de cosas que solo podía construirse a partir de ese progreso, esa
tempestad. Pero el ángel no puede volar, la propia tempestad que lo impulsa
hacia adelante no se lo permite, por eso no puede ver más que la catástrofe
amorfa, sin causalidad posible, por eso no puede evitar la catástrofe, porque
no la entiende.
Así, nuestras expectativas
posterrorismo se vieron definidas en gran parte por la incapacidad del ángel de
ver hacia atrás, de entender la cadena de acontecimientos, la causalidad
histórica de la catástrofe.
La causalidad de la historia y el
pasado reciente
El
panorama previo al terrorismo de estado era bastante complejo, existía una
lucha interna en la clase dominante entre el viejo modelo batllista
eminentemente político y en decadencia y el nuevo modelo tecnocrático
monetarista en lento ascenso en todo el mundo.
Pero a
su vez, la clase dominante tenía un enemigo externo bastante peligroso, los
movimientos revolucionarios[5]
de izquierda, más que nada urbanos y de acumulación de fuerzas, el Partido
Comunista, el Partido Socialista y la CNT entre muchos otros. La respuesta
histórica de la derecha a estos fenómenos era muy simple, las políticas
batllistas[6]
tenían la capacidad de evitar la acumulación de fuerzas mediante la
desmovilización de una clase media conformista formada en base a los recursos
del estado y el fomento a una actividad industrial autóctona, de esta forma, la
pobreza y la explotación no desaparecían, pero la mayoría de la clase
trabajadora mantenía niveles de confort verdaderamente desmovilizantes. Pero
estas políticas tenían un problema, en el largo plazo trancaban el crecimiento
y la acumulación.
La
respuesta a estos problemas de crecimiento la trajo la escuela austríaca, ellos
vieron que mediante la financierización
de la economía y la monetarización de la economía política se generaban
recursos nuevos sin necesidad de grandes inversiones, así el proceso de
acumulación se aceleraba sin necesidad de dar concesiones a los trabajadores.
Pero el financierismo monetarista generaba un nuevo imperativo, era primordial
controlar la inflación que, en un panorama de sueldos altos, se disparaba al
menor tambaleo, por eso el estado asume el control de los salarios privados y
la reducción del gasto público como forma de controlar la inflación. De este
modo, las fuerzas de la izquierda asumieron una posición más combativa a la que
el estado tecnocrático respondió de un modo que el estado batllista
difícilmente hubiera usado, la represión sistemática y directa de parte de los
aparatos represivos[7].
Esta
violencia explícita de parte del estado, más la desgracia del estatismo postbatllista,
fueron un empuje para la acumulación de fuerzas y la clave para entender la
formación del Frente Amplio en tanto coalición de las fuerzas de izquierda y
los últimos resabios de batllismo progresista.
Así,
ante la posibilidad real de que un gobierno que estuviera integrado por las
fuerzas revolucionarias de izquierda, y ante las nuevas reformas necesarias
para aumentar la acumulación capitalista, reformas que iban a ser rechazadas
electoralmente por el grueso de la población y que luego fueron nombradas como
neoliberales, el estado tecnocrático debe recurrir a métodos extremos, métodos
recomendados por las mismas instituciones que habían fortalecido el monetarismo
en América Latina. Básicamente, para poder instaurar el monetarismo como única
forma de gestión macroeconómica y que necesariamente exigiría de políticas
neoliberales[8],
era necesario que estas prácticas no pudieran ser puestas en duda
electoralmente, era necesario imponerlas a fuerza de terrorismo de estado y
dictadura cívico-militar.
Filosofía de la praxis y pasado
reciente
Entonces,
once años después del golpe de estado y más de quince desde el comienzo del
terrorismo de estado, la izquierda se abocó a su reconstrucción. Tal como el Ángelus Novus debía "despertar a los muertos y recomponer lo despedazado", esto es, liberar a los compañeros
presos, repatriar a los exiliados, averiguar qué sucedió con los muertos y
recomponer su ideología. Pero la tempestad arrastra a la izquierda hacia el progreso, la
obliga a avanzar hacia el gobierno nacional y, por más que no pueda dejar de
mirar hacia atrás y rememorar sus viejas glorias y agonías, no puede volver
sobre ellas, no puede pensar su pasado porque, al no poder levantar vuelo, lo
único que ve es la catástrofe.
Así,
la izquierda uruguaya hoy solo sabe recordar a sus muertos, conmemorar la
catástrofe, pero no puede entender la serie de hechos que la desencadenó, no
puede poner en duda los imperativos que ella ha instalado en todos nosotros[9]
porque no puede entender su relación con la catástrofe.
[1] Prismas, la crítica de la
cultura y la sociedad (1951).
[2] "Tesis IX" en Tesis
sobre la filosofía de la historia (1940).
[3] No se me ocurre una forma mejor de nombrar lo que sucedió entre
los colegiados blancos y el fin de la dictadura cívico militar.
[4] No creo pertinente discutir aquí sobre la construcción burguesa
de los derechos humanos, en todo caso creo que se puede estar de acuerdo en que
hay ciertas cosas que deberían ser imperativos morales universales, por más que
no le guste a la crítica de la moral.
[5] Uso este término con amplitud, en estas condiciones considero
revolucionario a cualquier movimiento que planteara un cambio radical en la
estructura de la sociedad, sea este por la fuerza o no.
[6] Es imposible negarle a Batlle y Ordóñez su visión, a principios
del siglo XX, hizo lo que Keynes y Roosevelt harían unos veinte años después.
[7] El MLN fue un factor marginal en las políticas represivas, el
grueso de las prácticas del terrorismo de estado fueron orientadas a
movimientos no armados como el PCU, el PVP, los GAU o el sindicalismo.
[8] De hecho, una vez que aceptamos los postulados del monetarismo y
que entendemos el control de la inflación y el crecimiento del PBI como únicos
objetivos de la Economía Política, el neoliberalismo, o sus diferentes
moderaciones, es la única forma de lograr el éxito económico.
[9] Sean estos el monetarismo, el crecimiento económico, la
democracia burguesa representativa y massmediática,
la propiedad privada o cualquier otro.
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