Sociopolítica a propósito de Wall-e
Axioma I: El nuevo materialismo histórico (primer enmienda a Marx)
En el futuro previo al Apocalipsis sanitario propuesto por Andrew Stanton en esta película(1) finalmente el hombre ha dejado de lado la vieja dialéctica histórica marxista de explotación del hombre por el hombre e implantado una nueva estructura dialéctica de producción basada en el uso de las máquinas como exclusiva fuerza de trabajo, por supuesto que este uso no puede ser puesto en duda puesto que la máquina es una creación del hombre y además debido a que están programadas por él son controlables y a diferencia de los proletarios las máquinas no se sindicalizan. De este modo el hombre se emancipa del trabajo que había sido su emancipador de la simiedad(2) quizá evolucionando a una nueva raza emancipada de la laboralidad del homo sapiens u homo otium(3).
Entonces, mientras las máquinas producen por él, el nuevo hombre (muy lejano del hombre nuevo) se dedica a dos tareas, consumir y atender a quienes consumen, tal es la nueva dialéctica de clases de la era poslaboral, por lo tanto, con las máquinas como único factor productivo y sin relaciones de clase en las que intermediar el estado se convierte entonces en algo obsoleto y desaparece dejando su lugar a un mejor articulador, un articulador más competente en este nuevo sistema de clases: el enterprise(4).
Axioma II: Gea II o la redefinición del mundo por la profilaxis (segunda enmienda a Marx)
Al subir a la nave-arca los seres humanos (o al menos los más favorecidos) se inscriben en un nuevo ser-en-el-mundo, un ser-en-el-mundo ya no definido por el propio mundo sino definido por el mismo hombre, mundo cuyas funciones, debido a su carácter sintético, necesitan ser explicitadas y donde las máquinas son centinelas de esa explicitación. Pero al ser necesario explicitar todas las funciones de dicho mundo en un código cibernético este se convierte en ley universal e inviolable principio determinante de la máquina-centinela que por lo tanto sumirá al hombre en un sistema de profilaxis basado en el confort a partir de la tecnología de carácter inviolable.
De este modo en este arca-mundo la seguridad y supervivencia del hombre está bajo el resguardo de las máquinas y de su código inviolable de carácter cibernético, sin posibilidad de segunda interpretación sin metáfora, sin ideología, y es justamente este código sin ideología el que lleva a la máquina (al igual que a Viki en Yo Robot(5) de Alex Proyas) a pensar que el hombre no es lo suficientemente apto para cuidarse a sí y por eso toma la decisión de cuidarlo de él mismo, pero a diferencia de lo que sucede en la película de Proyas, aquí el sistema de profilaxis maquínico liderado por Auto (que recuerda tenebrosamente a Hal 9000 de 2001 Odisea del espacio(6) de Stanley Kubrick) utiliza un modo más sutil, con el ser humano embriagado de confort el sistema de seguridad-control solo debe proveerle de más confort y consumo para que no se percate de la sobredecodificación del centinela.
Axioma III: Sobre el control redundante o la legitimación por la tautología (apuntes a Lenin)
Por si el mecanismo de control por el confort no fuera suficiente el sistema de profilaxis maquínico desarrolla también un segundo mecanismo de control basado en la tautología, es decir en la demostración por la repetición y la autodemostración. Así la máquina-profilaxis media el mundo de confort en el que viven los pseudos-humanos siendo el único agente de interacción entre ellos y el consumo y entre ellos entre sí llevándolos a vincularse solo de manera virtual y mediada por pantallas, de esta forma no hay modo de poner en duda el sistema profilaxis-medio sin poner en duda la propia existencia y sin descreer del lazo social y de la existencia del otro.
Axioma IV: La naturaleza del lazo social (apuntes comparados a Marx y Lyotard)
Entonces cuando la torpeza de Wall-e desconecta las pantallas-mundo de dos de esos poshumanos estos quedan destecnologizados más no desmediatizados pues al desaparecer la pantalla se encuentran ante otro medio, el rostro y es solo allí cuando aparece el otro, el otro mediado por su propia rostridad(7), el otro que se une a nosotros solo en tanto que actor de la lucha contra la máquina, máquina que hasta dos minutos antes era todo el mundo, es decir, solo mediante la autidentificación con el otro a partir de su rostro-medio y la posterior autodefinición por la diferencia común con otro más otro es que se genera el lazo social, lazo social que por lo tanto es a la vez múltiple, compuesto por pliegues(8) por estar compuesto por individuos disímiles que se identifican uno con el otro por los elementos mediales y dual y conflictivo tal como lo ven los teóricos marxistas.
Teorema primordial: La forma de la unión (refutación a Parsons, vindicación a Marx)
Desde su nacimiento a manos de Auguste Comte el pensamiento funcionalista sistémico se ha basado en la premisa de que la sociedad es un todo unitario y solo puede funcionar como tal, a ese pensamiento Talcott Parsons le agrega la condición de sistema autorregulado llevando así el sistema de orgánico a cibernético, esta visión de la sociedad como sistema autorregulado de corte cibernético (que alcanzará su radicalidad más delirante a fines de los sesenta en la obra de Niklas Luhmann y se terminó convirtiendo en la actual comunicación organizacional teorizada sobre todo por los nuevos sociólogos enfervorizadamente capitalistas de Estados Unidos y Japón(9)) es lo que llevó a las sociedades occidentales primero al neoliberalismo hoy ya temporalmente agotado y en pleno capitalismo tardío a los sistemas de legitimación por la tautología y la posterior cesión de los derechos de defenderla a las máquinas(10), máquinas que son efectivamente sistemas autorregulados cibernéticos de primer orden(11) y que por lo tanto no tendrán posibilidad de interpretar los comandos sino solo de cumplirlos irrestrictamente, esto puede ser visto como bueno puesto que no habrá posibilidad de malas interpretaciones pero como bien nos han enseñado los últimos cien años de hermenéutica no existen tales malas interpretaciones y es solo mediante la interpretación que se desarrolla un criterio, criterio ideológico del que las máquinas (al menos las de matriz cibernéticas) están imposibilitadas y que sin él no pueden entender aquello que los juristas llaman erróneamente “el espíritu de la ley” y que más correctamente podríamos llamar el elemento vital, simbólico y socializador que solía haber tras de cada ley.
Tras estas consideraciones se debe tener en cuenta el paradigma opuesto al paradigma funcionalista sistémico que es justamente el paradigma marxista de la oposición, oposición de clases, órdenes o de una manera más abarcativa excluyentes y excluidos(12), este paradigma parte de la idea de la “lucha de clases”(13) como motor de la historia y del materialismo dialéctico según el que son las condiciones materiales de producción las que determinan las formas de socialización y desenvolvimiento de los grupos humanos(14), y son estos dos materialismos (histórico y dialéctico) los que llevan a la toma de conciencia de sí de los humanos viajeros-habitantes de la nave-prisión cuando casi sin querer se revelan contra el otro más otro que son las máquinas.
Corolario I: Sobre la necesidad de la hermenéutica (vindicación a Trotsky)
Una vez comprendidos los peligros que se esconden tras la codificación cibernética del lazo social aparece la necesidad del nervio hermenéutico capaz de generar en todo momento una operación ideológica y de criterio capaz de superar las barreras de la codificación, hermenéutica que debe ser puesta en juego de forma constante, permanente evitando así el riesgo de caer en la codificación dura y tautológica del confort. En esta película resulta paradójico que ese nervio hermenéutico lo haya desarrollado un robot, aunque ese robot lleva setecientos años de interacción con un mundo que le propone desafíos nuevos y que por lo tanto le exija respuestas nuevas que estaban fuera del campo previsto por su programación obligándolo así a trascender el código cibernético mientras que la humanidad ha sido consensuada con su entorno no exigiéndosele respuesta alguna y por tanto sumiéndolo en la redundancia del confort.
Corolario II: Crítica a la antropología posmoderna (nueva vindicación a Marx)
Si bien a pesar de cientos de años de iluminismo igualizante y como bien apuntan algunos de los principales nombres de la teoría posmoderna (Guattari, Baudrillard, Deleuze) subjetivamente el individuo se convierte en único e inabarcable las situaciones de stress ante las que el ser humano se encuentra lo llevan a desarrollar un impulso colectivizante (sea este revolucionario, conservador o de cualquier otro tipo(15)) que lo hace uno con el otro, y eso es justamente lo que sucede en la película cuando tras las dos primeras “liberaciones” y la “iluminación” del capitán de la nave-máquina el resto de los neohumanos son desmedializados (al menos de su medianidad tecnológica pues su rostro siempre está allí) toman conciencia de sí (sea por la semejanza con el segundo, diferencia con el tercero o tal como se propuso en el axioma IV por ambas razones) y forman así algo uniforme a lo que se podría llamar humanidad, es la vuelta de la masa que se había perdido y vuelve a ingresar en la historia luego de setecientos años de apartamentos y walkman.
Publicado en Tiempo de crítica. Número 13, páginas 6-9. Montevideo. Versión corregida del artículo inicialmente publicado en el blog en octubre de 2009.
Notas:
(1) Wall-e; Estados Unidos; 2008.
(2) Según Engels, Friedrich; El papel del trabajo en la transformación del mono en hombre; Quinto sol; Lima; 2008.
(3) Otium por ocio.
(4) Resulta interesante constatar que la nave de Star Trek se llama empresa.
(5) I, Robot; Estados Unidos; 2004.
(6) 2001, A space odissey; Reino Unido; 1968.
(7) El término rostridad en tanto definición del uno representado mediante el rostro fue acuñado por Sloterdijk, Peter; Esferas I, Burbujas; Siruela; Madrid; 2003.
(8) Lyotard, Jean-François; La condición posmoderna; Cátedra; Madrid; 1987.
(9) Comunicación organizacional reformulada en Latinoamérica por una práctica comunitario-pedagógica que pretende ser un discurso de ayuda a los estratos “más bajos” (¿Cuál es el parangón de la bajeza?) y que intenta evangelizar a los “ajenos” a la sociedad integrándolos a una sociedad homogénea mediante el evangelio de la “comunicación”, espantoso discurso de la nueva “izquierda” Latinoamericana socialdemócrata (horrible heredera de los viejos partidos ideológicos hoy ya totalmente inscriptos en el juego burgués), izquierda socialdemócrata que contrariamente a hacer la revolución legitima el discurso integrador del capitalismo agregándole además un componente de violencia simbólica al suponer no solo que el otro necesita ser salvado sino que somos nosotros quienes debemos salvarlos y que es justamente nuestro evangelio comunicacional (informacional cibernético, nunca metafórico, nunca ideológico) aquel que los va a llevar al reino de la salvación.
(10) Esto no solo se da en las tres películas ya citadas (Wall-e, 2001, Odisea del espacio y Yo, Robot) sino también en Terminator II, The Matrix y unas cuantas más.
(11) De primer orden pues no se consideran a sí mismos parte del sistema al cual protegen.
(12) Esta oposición entre el funcionalismo sistémico y el materialismo dialéctico marxista fue destacada por primera vez en Berguer, Peter y Luckman, Thomas; La construcción social de la realidad; Amorrutu; Madrid; 1968 y luego retomada por Lyotard, Jean-François; Op. cit.
(13) Esta lucha puede ser de clases sociales, económicas, biológicas o incluso como en el caso de la lucha contra las máquinas de carácter ontológico.
(14) Idea que como se ve no está tan lejos del “determinismo tecnológico” de Mc Luhan planteado de diferentes maneras en dos de sus obras clave, Mc Luhan, Marshall y Fiore, Quentin; El medio es el masaje. Un inventario de efectos; Paidós; Buenos Aires; 1967 y McLuhan, Marshall; La galaxia Gutenberg; Aguilar; Madrid; 1972.
(15) Aunque quizás sean estos dos (el revolucionario y el conservador) los únicos dos impulsos colectivizantes.
miércoles, 4 de julio de 2012
martes, 1 de mayo de 2012
jueves, 2 de febrero de 2012
(C)
Este embrollo acerca de la ley SOPA, la ley PIPA y todas esas me traen a la mente (una vez más) a Marshall McLuhan, quizás el más brillante y certero crítico de los medios de comunicación.
La "autoría literaria" - en el sentido con que la conocemos hoy, como el esfuerzo intelectual individual relacionado con el libro como mercancía- era practicamente desconocida antes de la tecnología de la impresión. A los eruditos medievales no les interesaba la identidad de los "libros" que estudiaban. Por su parte, rara vez firmaban, ni aun lo que era inequivocamente suyo. Formaban una humilde organización de seguidores. Conseguir textos constituía a menudo una tarea muy aburrida y que insumía tiempo. Muhos textos breves eran trasladados a volúmenes de contenido heterogéneo, como los fragmentos de un árbol de recortes y, en ese pasaje a menudo se perdía la identidad de los autores.
La invención de la imprenta suprimió el anonimato, estimulando ideas de forma literaria y el hábito de considerar el esfuerzo intelectual como propiedad privada. Los rrefroductores reproductores mecánicos de un texto crearon un mismo público... un público lector. La naciente cultura orientada hacia el consumidor se ocupó de rótulos de autenticidad y protección contra el robo y la piratería. La idea de la propiedad literaria, del copyright -"el derecho exclusivo de reproducir, publicar y vender el contenido y a forma de una obra literaria o artística"- había nacido.
La xerografía -selector de cerebros que puede usar todo el mundo- anuncia los tiempos de la edición instantánea. Cualquiera puede ser escritor y editor. Tome unos cuantos libros sobre el tema y hágase un libro a su medida copiando simplemmente un capítulo de uno, un capítulo de otro... ¡un robo instantáneo!
Cuanto más entran en juego las nuevas tecnologías, menos y menos convencida está la gente del valor de la expresión individual. El trabajo en equipo sucede al esfuerzo privado.
Un recurso repetidor, repetidor.
" " " "
Un recurso repetidor, repetidor.
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Un recurso repetidor, repetidor.
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Tomadosin permiso alguno de una fotocopia de McLuhan, Marshall; El medio es el masaje; Paidós; Buenos Aires; 1969.
La "autoría literaria" - en el sentido con que la conocemos hoy, como el esfuerzo intelectual individual relacionado con el libro como mercancía- era practicamente desconocida antes de la tecnología de la impresión. A los eruditos medievales no les interesaba la identidad de los "libros" que estudiaban. Por su parte, rara vez firmaban, ni aun lo que era inequivocamente suyo. Formaban una humilde organización de seguidores. Conseguir textos constituía a menudo una tarea muy aburrida y que insumía tiempo. Muhos textos breves eran trasladados a volúmenes de contenido heterogéneo, como los fragmentos de un árbol de recortes y, en ese pasaje a menudo se perdía la identidad de los autores.
La invención de la imprenta suprimió el anonimato, estimulando ideas de forma literaria y el hábito de considerar el esfuerzo intelectual como propiedad privada. Los rrefroductores reproductores mecánicos de un texto crearon un mismo público... un público lector. La naciente cultura orientada hacia el consumidor se ocupó de rótulos de autenticidad y protección contra el robo y la piratería. La idea de la propiedad literaria, del copyright -"el derecho exclusivo de reproducir, publicar y vender el contenido y a forma de una obra literaria o artística"- había nacido.
La xerografía -selector de cerebros que puede usar todo el mundo- anuncia los tiempos de la edición instantánea. Cualquiera puede ser escritor y editor. Tome unos cuantos libros sobre el tema y hágase un libro a su medida copiando simplemmente un capítulo de uno, un capítulo de otro... ¡un robo instantáneo!
Cuanto más entran en juego las nuevas tecnologías, menos y menos convencida está la gente del valor de la expresión individual. El trabajo en equipo sucede al esfuerzo privado.
Un recurso repetidor, repetidor.
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Tomadosin permiso alguno de una fotocopia de McLuhan, Marshall; El medio es el masaje; Paidós; Buenos Aires; 1969.
jueves, 19 de enero de 2012
La libertad de expresión
Hoy (viernes 19 de enero de 2012) navegando en Internet me encontré con que el acceso a algunas páginas me era imposible, me pareció raro pero imaginé que era algo anti SOPA, como estoy interesado en el tema averigüé y mediante el messenger un amigo me pasó un link a un artículo del diario El Pais en el que con un titular en el que le adjudicaban la responsabilidad a Antel pero luego en el artículo en sí no decían más que que habían llamado a atención al cliente a preguntar.
Pero mediante el messenger un amigo chileno me dijo que él estaba teniendo el mismo problema y eso me llamó la atención, digo, el loco vive en Chile, no tiene Antel por lo que un error de Antel no debería causarle problemas a su conexión.
Un comentario en el artículo de El País me redireccionó a un artículo en El Observador en el que tras consultar a Antel publican que “El operador internacional que vende los servicios de enlace internacional a ANTEL y a otras compañías de la región trabaja en la solución del problema, pero mientras, los usuarios se ven impedidos de acceder algunos portales del exterior.”
Además, este amigo chileno me pasa un link al diario chileno La Nación en el que amplían la información dada por El Observador confirmando que el problema no era de Antel.
Ahora, no es la primera vez que el diario El País da información no contrastada y ni siquiera investigada en lo más mínimo, no es la primera vez que El País miente, no es la primera vez que El País redobla sus ataques a las empresas estatales o a la planificación gubernamental, tanto desde artículos nimios escritos y desarrollados por malos periodistas muy posiblemente mal pagos como (y mucho más importante) por sus editoriales y sus titulares. Quizás sea momento de dejarnos de politiquería correcta y no tolerar más este nefasto medio de prensa y aprovechar la volada para replantearnos toda nuestra política de medios que se ha mantenido sin cambios reales desde la dictadura y que de hecho con el actual presidente ha alcanzado un importantísimo nivel de diálogo con actores económicos y políticos que han demostrado voluntad exclusiva de mantener la actual estructura productiva y social.
Pero mediante el messenger un amigo chileno me dijo que él estaba teniendo el mismo problema y eso me llamó la atención, digo, el loco vive en Chile, no tiene Antel por lo que un error de Antel no debería causarle problemas a su conexión.
Un comentario en el artículo de El País me redireccionó a un artículo en El Observador en el que tras consultar a Antel publican que “El operador internacional que vende los servicios de enlace internacional a ANTEL y a otras compañías de la región trabaja en la solución del problema, pero mientras, los usuarios se ven impedidos de acceder algunos portales del exterior.”
Además, este amigo chileno me pasa un link al diario chileno La Nación en el que amplían la información dada por El Observador confirmando que el problema no era de Antel.
Ahora, no es la primera vez que el diario El País da información no contrastada y ni siquiera investigada en lo más mínimo, no es la primera vez que El País miente, no es la primera vez que El País redobla sus ataques a las empresas estatales o a la planificación gubernamental, tanto desde artículos nimios escritos y desarrollados por malos periodistas muy posiblemente mal pagos como (y mucho más importante) por sus editoriales y sus titulares. Quizás sea momento de dejarnos de politiquería correcta y no tolerar más este nefasto medio de prensa y aprovechar la volada para replantearnos toda nuestra política de medios que se ha mantenido sin cambios reales desde la dictadura y que de hecho con el actual presidente ha alcanzado un importantísimo nivel de diálogo con actores económicos y políticos que han demostrado voluntad exclusiva de mantener la actual estructura productiva y social.
jueves, 25 de agosto de 2011
El proyecto político del Frente Amplio
Cuando en el marco de la discusión en torno a la ley interpretativa de la ley de impunidad, que la dejaba sin efecto, el presidente José Mujica acudió al parlamento a mitigar las voluntades parlamentarias de que la ley se apruebe se justificó diciendo que había que preocuparse por todos los derechos humanos, y que el mantenimiento del “proyecto político del Frente Amplio” sería la principal forma de preservarlos y que este sería tremendamente vulnerado en sus posibilidades electorales de cara a 2014 si se desoyen dos “pronunciamientos populares” como ocurriría de aprobarse esta ley interpretativa[1].
Más allá de la pertinencia de la presencia de Mujica en el parlamento con motivos claramente coercitivos, más allá de la validez de un “pronunciamiento popular”[2] para la discusión de temas jurídicamente superiores, más allá de lo cínico de la inmolación a nombre de su líder del abyecto Semproni, más allá de la falacia berreta de la llamada “teoría de los dos demonios”[3], más allá de la deleznable actitud y la soberbia de la cúpula tupamara que se cree la única perjudicada por los delitos militares de la dictadura mientras preserva sus delitos económicos e intenta ridiculizar a quienes se oponen a su criterio dispar de administrar los recursos que alterna sin criterios comprensibles entre el neocolonialismo y el control liviano de la tenencia de la tierra, más allá de todo esto, el objetivo de este artículo es analizar hasta qué punto existe ese proyecto político que Mujica dijo defender al indicar a los legisladores frenteamplistas renunciar a una de las pocas ideas que aun no han prostituido.
Proyecto político
La política no es (como cree la mayoría de la población y varios periodistas y polotólogos) la administración de los cargos de gobierno y en particular los electos, la política se encarga del poder y la toma de decisiones, su distribución, su posible localización (o no), su administración y sobre todo los conflictos que se generan en torno él. Y es que, a diferencia de lo que parece entender Mujica[4], el poder es algo que está bien lejos de las elecciones y el palacio legislativo, el poder (como bien dijo Foucault) se articula en los intersticios de las instituciones más que en su interior, allí donde se producen el lobby, el tráfico de influencias, las negociaciones, donde realmente se toman las decisiones. En este marco es que debemos plantear una posible delimitación de lo que es y lo que no es un proyecto político.
Si entendemos la política como disputa por espacios de poder y toma de decisiones queda evidente entonces que un proyecto político se trata de eso, de un replanteamiento de las estructuras sociales de poder, una búsqueda de la redistribución de la toma de decisiones, un intento por cambiar una forma social con un determinado relacionamiento de los individuos por otra. Y esto está muy lejos de aquello que Mujica pretende defender en su embate contra la bancada oficialista, el partido que lo llevó a la presidencia y las fuerzas sociales de izquierda.
El proyecto del Frente Amplio
Y es que el proyecto del Frente Amplio desde que asumió el gobierno es mucho más un proyecto administrativo que un proyecto político, proyecto administrativo en tanto que más que de la redistribución de las instancias de decisión y las estructuras formales y reales de poder se ha encargado de manejar la estructura que ya existe y lo ha hecho de un modo muy efectivo. A diferencia de lo que se podría decir de sus antecesores inmediatos (y no tanto) el proyecto administrativo del Frente ha demostrado ser muy efectivo y exitoso, se ha cambiado el funcionamiento de la administración central, se ha puesto a las empresas públicas a la cabeza del cambio productivo (primero ANCAP, luego ANTEL) y se ha buscado cierta redistribución más eficiente (en términos de satisfacción general) manteniendo los grandes privilegios de los grandes capitales pero agregando cierta solvencia mayor sobre todo a las clases medias y medias bajas que recuperaron parte del bienestar que habían perdido durante treinta años de neoliberalismo mal administrado.
Y es que hay algo que es cierto, en toda Latinoamérica y gran parte del mundo, los gobiernos de centro-izquierda nominal[5] han demostrado ser los mejores administradores del neoliberalismo al que han sabido matizar por políticas capilares de ayuda social y algunas concesiones a los sindicatos pero sin dejar de lado una férrea defensa a la estabilidad macroeconómica y las hoy llamadas “reglas del juego”[6] pero solo en algunos casos se han dado gobiernos que demuestren voluntad real por generar un cambio real y general que ponga en duda las viejas estructuras invisibles del poder local permeado por los intereses extranjeros.
El primer gobierno frenteamplista partió de una base difícil y en función de eso actuó intentando restablecer algunas de las condiciones anteriores a la desfragmentación[7], volvió a implantar los consejos de salarios, devolvió muchas de las garantías que se le habían quitado a los sindicatos e impuso algunas otras, implantó un nuevo sistema de salud que renovó el espíritu solidario del anterior y eliminó el impuesto a los sueldos sustituyéndolo por el más justo impuesto a la renta, todas medidas de corte progresista y no muy profundas pero al menos eran algo. Pero el gobierno encabezado por Mujica se encaminó (contrariamente a lo que los sectores mayoritarios del Frente Amplio y la opinión pública en general pensaban) por un camino totalmente diferente, se enfrentó fuertemente a los sindicatos estatales, fomentó profundamente el crecimiento económico basado en la extranjerización de la inversión[8], propuso un régimen de privatización de la infraestructura[9] e incluso firmó un contrato confidencial con uno de los principales conglomerados de inversionistas en el que les aseguraba no solo las exoneraciones propias de la zona franca[10] sino también la seguridad que ante cualquier cambio impositivo el grupo sería resarcido para que el régimen tributario no altere su régimen de beneficios. A esto también se debería sumar el affair Aratirí en el que mientras el gobierno frenteamplista defendía a ultranza al inversor (al menos en un primer momento) desde las corrientes neoliberales (Herrerismo) y fascistas light (Vamos Uruguay) defendían la soberanía nacional, apelaban a la responsabilidad ambiental e incluso sugerían la nacionalización del recurso. Y todo esto sin que la barra[11] emepepista deje de defender a su líder con cánticos casi futboleros y frases muy campechanas pero carentes de sentido político.
Como evidencia de la visión servilista del gobierno resalta el comentado problema en torno a unos arenales en la costa de Rocha que Mujica propuso vender para uso turístico de alta gama para que la población de la zona les trabaje el jardín o les atienda las necesidades y que (como es esperable debido a la pauperización conceptual de los grupos sociales no ideológicos[12]) fue criticado más por la idea de vender unos terrenos de potencial turístico (y allí coincidieron los pseudo-izquierdístas con Bordaberry) que por el problema real que se esconde no muy sutilmente tras las palabras de Mujica, la idea de que el progreso para el Uruguay se alcanza con la llegada de grandes capitales extranjeros que generen puestos de trabajo de jerarquía baja o media. Y esa visión se materializa en todas las concesiones dadas a los grandes capitales puntuales mientras se anuncian pequeñas subas impositivas a los grandes terratenientes[13] que vienen demorando mucho en su implementación efectiva[14] y que no resulta difícil ver en él una cortina de humo surgida en su momento para desviar la atención de los movimientos sociales que apoyaron al presidente en las internas (Partido Comunista, PIT-CNT, y varios otros sectores de izquierda) de su férrea defensa de la ley de caducidad y su triste participación en su preservación[15].
El presidente en paralaje
Un presidente que llegó al gobierno sin propuestas reales[16] difícilmente encabece un gobierno que genere cambios reales, muy por el contrario, solo es posible que siga la corriente mientras obedeciendo tanto impulsos personales como presiones de su entorno largue cada tanto alguna propuesta aislada que más que un cambio de características políticas no genera sino soluciones capilares de escaso o bajo impacto inmediato pero que no altere en lo más mínimo las relaciones de poder.
Igualmente no sería del todo exacto decir que la presidencia de Mujica no haya tenido cambios de características políticas, los hubo y fueron algo muy relevantes y llevados adelante por jerarcas muy cercanos a Mujica y que significaron marcha atrás en cambios que intentó realizar la presidencia de Tabaré Vázquez, estos fueron la relación con las fuerzas armadas con las que si bien hubo un intento de reformar algunas de sus instituciones (sobre todo la Escuela Militar cuyo estudio había empezado durante el gobierno de Vázquez) se les dio demasiada atención y algunas concesiones innecesarias y con la policía a la que se le devolvió gran parte del control de la seguridad ciudadana y que hizo que el gobierno reciba además de las irreflexivas críticas de la oposición que al no tener posibilidad de marcar agenda se acopla al discurso fascista de la derecha a nivel internacional críticas muy sensatas del propio Frente Amplio siendo las más relevantes las de dos responsables del ministerio del interior durante el gobierno de Vázquez, la ex ministra Daisy Tourné[17] y el ex viceministro Juan Faroppa pero no las únicas.
Ante este panorama resulta necesario para la izquierda ideológica (la única posible) hacer por un lado un paralaje de la presidencia de Mujica aislándola de factores externos al propio presidente tales como el entorno partidario, los compromisos y la necesidad de mantener el posicionamiento electoral con otras presidencias recientes, comparar la gestión impulsiva y conservadora a la vez de Mujica con el desarrollismo burgués moderado de Sanguinetti o el entreguismo generalizado de Lacalle y sobre todo con la desinteligencia caprichosa de Batlle Ibáñez (aun más sumiso al gran capital estadounidense que su padre, en las antípodas del pensamiento en estadista y estatista de su tío abuelo) con quien ha demostrado no solo afinidad personal sino una misma incapacidad para asumir responsabilidades a largo plazo siendo lo más preocupante que Batlle ha demostrado mucha más coherencia en su vida que la que Mujica ha demostrado en su año y pico de presidencia.
Pero el principal desafío que esto presenta para la izquierda es la autocrítica necesaria ante la decisión de grupos de tendencia marxista de apoyar a un presidente abiertamente antiintelectual, de origen blanco, sin un claro perfil ideológico, que recuerda claramente al agente de la CIA Benito Nardone (Chicotazo) y que cuenta entre su gran apoyo con ex pachequistas, pero más que nada la izquierda ideológica debería replantearse hasta qué punto es necesario que los dirigentes de izquierda tengan más apoyo de los sectores populares ignorantes que una formación intelectual clara, hasta qué punto debemos permitir el crecimiento de gente como Mujica y dejar caer al ostracismo a gente como Guillermo Chifflet.
[1] Al respecto de la posible pérdida habría que tener cuidado con un llamado de atención que hace el economista de izquierda Jorge Notaro que anuncia que tal como le pasó a la Concertación en Chile, el proceso de aggiornamiento a los intereses del gran capital de los gobiernos de centro-izquierda puede ayudar inicialmente al triunfo electoral pero con el tiempo lleva a la pérdida de compromiso no solo de las bases sociales sino sobre todo de la clase media que ante lo moderado del discurso izquierdista y ante la incapacidad (que más bien es falta de voluntad) de generar un cambio real se vuelca hacia las derechas más radicales que si proponen un giro contundente hacia el neoliberalismo y que podría concretarse en la pérdida de la mayoría parlamentaria del Frene Amplio en 2014 y el triunfo de la derecha (posiblemente de Pedro Bordaberry aunque personalmente no descartaría el ascenso de algún líder blanco proveniente del Herrerismo) en 2019, “Comentarios frente al precipicio” en Brecha; edición 1340; 29 de julio de 2011, Montevideo.
[2] “Pronunciamiento popular” como brillante y siniestro eufemismo para la supuesta expresión de voluntad en un plebiscito obligatorio en la democracia burguesa mass-mediática.
[3] Otra vez, como con lo de agrandar la torta para después repartirla, el gobierno progresista se acopla a la lógica infame de Sanguinetti.
[4] Muy diferente era el caso de Tabaré Vázquez quien fue bien consciente que el poder y el gobierno no eran la misma cosa y así lo explicitaba cuando en los primeros años de su presidencia repitió varias veces tener el gobierno pero no el poder sugiriendo que el poder se encontraba más en otras instancias, claro que Vázquez no era consciente de la complejidad del concepto pero se daba cuenta que los medios de comunicación, las cámaras empresariales, el marketing y varias otras instancias eran fuertes nodos de poder.
[5] Solamente nominal y esto es, como apunta Notaro, un problema para ellos mismos y las sociedades que se analizará en otro momento.
[6] ¿De qué juego? Sin duda no se refieren a un juego al estilo Wittgestein, orientado a una acción social y basada en un constante acuerdo, sino más bien a un juego al estilo de la teoría de juegos (tan usada por la ciencia política y la economía neoclásica) donde se buscan beneficios concretos no siempre cooperativos.
[7] Desfragmentación que erróneamente se fijó en los 90 pero que viene de mediados de los cincuenta cuando en parte el segundo Batllismo (el de Batlle Berres) pero más aun los colegiados blancos fueron eliminando las garantías económicas y sociales que el primer Batllismo (el de Batlle y Ordoñez) había impuesto con un criterio totalmente Keynesiano (unos años antes de que los propusiera el propio Keynes), luego, la dictadura comenzó con el programa “dictado” por el consenso de Washington que los 90 tan solo llevaron al paso siguiente.
[8] La extranjerización de la tierra es un proceso que empezó antes de este gobierno y en particular se destaca el importante punto de inflexión que se dio durante la gestión de Mujica al frente del Ministerio de Ganadería Agricultura y Pesca (MGAP) pero la extranjerización de la inversión fue un fenómenos que, aun estando presente antes, creció de un modo más radical durante el gobierno de Mujica.
[9] Pues no son otra cosa las Participaciones Público Privadas (PPP) mediante las cuales el gobierno cederá parte de la gestión de los servicios a los privados asociados.
[10] Que ya es bastante concesión.
[11] Se comportan efectivamente como una barra y no como un grupo político ideológico.
[12] Grupos no marxistas, más vinculados a la educación que a los sindicatos, en muchos casos de tendencia entre anarquista verde y neo-hippie, defensores de la legalización de la marihuana como máxima voluntad libertaria.
[13] Aunque se ha dado enormes privilegios a los dos más grandes productores de madera para celulosa.
[14] Al parecer esto se debe a los inconvenientes que esto generaría en relación al contrato confidencial con Montes del Plata, contrato firmado por el secretario de presidencia Alberto Brescia por lo que es evidente que el presidente sabía del mismo. Esto da a pensar en que la propuesta del presidente de la suba impositiva a las grandes extensiones de tierra fue más un bolazo para salir del mal momento generado en torno a la ley interpretativa de la ley de caducidad que una propuesta legítima.
[15] De hecho debido a las medidas tomadas en beneficio a las grandes inversionistas (todas de capitales internacionales) este impuesto se aplicaría casi exclusivamente a los terratenientes nacionales y no exclusivamente a los más grandes que son los que luego posibilitan el valor agregado de las materias primas que se producen en el campo de modo que solo esta medida de carácter exclusivamente demagógica resultaría incluso perjudicial para la propuesta de Mujica al inicio de su gobierno de orientar el país hacia lo que llamó la “agrointeligencia”, es decir, la incorporación de valor agregado de carácter tecnológico en el territorio nacional para evitar la producción exclusiva de commodities.
[16] Se puede decir que más allá de algunas cuestiones concretas la única razón por la que Mujica logró resaltar entre los militantes de izquierda es su imagen desprolija y el lenguaje entre campechano y malhablado al que cada tanto adorna con algún aforismo o frase demagógica.
[17] Que fue relevada de su cargo no por incapacidad o mala gestión (que no resulta muy serio decir que las hubo) sino por un estilo de comunicación más informal, cosa que se le perdona al presidente Mujica e incluso al ex presidente Batlle pero no a ella.

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Más allá de la pertinencia de la presencia de Mujica en el parlamento con motivos claramente coercitivos, más allá de la validez de un “pronunciamiento popular”[2] para la discusión de temas jurídicamente superiores, más allá de lo cínico de la inmolación a nombre de su líder del abyecto Semproni, más allá de la falacia berreta de la llamada “teoría de los dos demonios”[3], más allá de la deleznable actitud y la soberbia de la cúpula tupamara que se cree la única perjudicada por los delitos militares de la dictadura mientras preserva sus delitos económicos e intenta ridiculizar a quienes se oponen a su criterio dispar de administrar los recursos que alterna sin criterios comprensibles entre el neocolonialismo y el control liviano de la tenencia de la tierra, más allá de todo esto, el objetivo de este artículo es analizar hasta qué punto existe ese proyecto político que Mujica dijo defender al indicar a los legisladores frenteamplistas renunciar a una de las pocas ideas que aun no han prostituido.
Proyecto político
La política no es (como cree la mayoría de la población y varios periodistas y polotólogos) la administración de los cargos de gobierno y en particular los electos, la política se encarga del poder y la toma de decisiones, su distribución, su posible localización (o no), su administración y sobre todo los conflictos que se generan en torno él. Y es que, a diferencia de lo que parece entender Mujica[4], el poder es algo que está bien lejos de las elecciones y el palacio legislativo, el poder (como bien dijo Foucault) se articula en los intersticios de las instituciones más que en su interior, allí donde se producen el lobby, el tráfico de influencias, las negociaciones, donde realmente se toman las decisiones. En este marco es que debemos plantear una posible delimitación de lo que es y lo que no es un proyecto político.
Si entendemos la política como disputa por espacios de poder y toma de decisiones queda evidente entonces que un proyecto político se trata de eso, de un replanteamiento de las estructuras sociales de poder, una búsqueda de la redistribución de la toma de decisiones, un intento por cambiar una forma social con un determinado relacionamiento de los individuos por otra. Y esto está muy lejos de aquello que Mujica pretende defender en su embate contra la bancada oficialista, el partido que lo llevó a la presidencia y las fuerzas sociales de izquierda.
El proyecto del Frente Amplio
Y es que el proyecto del Frente Amplio desde que asumió el gobierno es mucho más un proyecto administrativo que un proyecto político, proyecto administrativo en tanto que más que de la redistribución de las instancias de decisión y las estructuras formales y reales de poder se ha encargado de manejar la estructura que ya existe y lo ha hecho de un modo muy efectivo. A diferencia de lo que se podría decir de sus antecesores inmediatos (y no tanto) el proyecto administrativo del Frente ha demostrado ser muy efectivo y exitoso, se ha cambiado el funcionamiento de la administración central, se ha puesto a las empresas públicas a la cabeza del cambio productivo (primero ANCAP, luego ANTEL) y se ha buscado cierta redistribución más eficiente (en términos de satisfacción general) manteniendo los grandes privilegios de los grandes capitales pero agregando cierta solvencia mayor sobre todo a las clases medias y medias bajas que recuperaron parte del bienestar que habían perdido durante treinta años de neoliberalismo mal administrado.
Y es que hay algo que es cierto, en toda Latinoamérica y gran parte del mundo, los gobiernos de centro-izquierda nominal[5] han demostrado ser los mejores administradores del neoliberalismo al que han sabido matizar por políticas capilares de ayuda social y algunas concesiones a los sindicatos pero sin dejar de lado una férrea defensa a la estabilidad macroeconómica y las hoy llamadas “reglas del juego”[6] pero solo en algunos casos se han dado gobiernos que demuestren voluntad real por generar un cambio real y general que ponga en duda las viejas estructuras invisibles del poder local permeado por los intereses extranjeros.
El primer gobierno frenteamplista partió de una base difícil y en función de eso actuó intentando restablecer algunas de las condiciones anteriores a la desfragmentación[7], volvió a implantar los consejos de salarios, devolvió muchas de las garantías que se le habían quitado a los sindicatos e impuso algunas otras, implantó un nuevo sistema de salud que renovó el espíritu solidario del anterior y eliminó el impuesto a los sueldos sustituyéndolo por el más justo impuesto a la renta, todas medidas de corte progresista y no muy profundas pero al menos eran algo. Pero el gobierno encabezado por Mujica se encaminó (contrariamente a lo que los sectores mayoritarios del Frente Amplio y la opinión pública en general pensaban) por un camino totalmente diferente, se enfrentó fuertemente a los sindicatos estatales, fomentó profundamente el crecimiento económico basado en la extranjerización de la inversión[8], propuso un régimen de privatización de la infraestructura[9] e incluso firmó un contrato confidencial con uno de los principales conglomerados de inversionistas en el que les aseguraba no solo las exoneraciones propias de la zona franca[10] sino también la seguridad que ante cualquier cambio impositivo el grupo sería resarcido para que el régimen tributario no altere su régimen de beneficios. A esto también se debería sumar el affair Aratirí en el que mientras el gobierno frenteamplista defendía a ultranza al inversor (al menos en un primer momento) desde las corrientes neoliberales (Herrerismo) y fascistas light (Vamos Uruguay) defendían la soberanía nacional, apelaban a la responsabilidad ambiental e incluso sugerían la nacionalización del recurso. Y todo esto sin que la barra[11] emepepista deje de defender a su líder con cánticos casi futboleros y frases muy campechanas pero carentes de sentido político.
Como evidencia de la visión servilista del gobierno resalta el comentado problema en torno a unos arenales en la costa de Rocha que Mujica propuso vender para uso turístico de alta gama para que la población de la zona les trabaje el jardín o les atienda las necesidades y que (como es esperable debido a la pauperización conceptual de los grupos sociales no ideológicos[12]) fue criticado más por la idea de vender unos terrenos de potencial turístico (y allí coincidieron los pseudo-izquierdístas con Bordaberry) que por el problema real que se esconde no muy sutilmente tras las palabras de Mujica, la idea de que el progreso para el Uruguay se alcanza con la llegada de grandes capitales extranjeros que generen puestos de trabajo de jerarquía baja o media. Y esa visión se materializa en todas las concesiones dadas a los grandes capitales puntuales mientras se anuncian pequeñas subas impositivas a los grandes terratenientes[13] que vienen demorando mucho en su implementación efectiva[14] y que no resulta difícil ver en él una cortina de humo surgida en su momento para desviar la atención de los movimientos sociales que apoyaron al presidente en las internas (Partido Comunista, PIT-CNT, y varios otros sectores de izquierda) de su férrea defensa de la ley de caducidad y su triste participación en su preservación[15].
El presidente en paralaje
Un presidente que llegó al gobierno sin propuestas reales[16] difícilmente encabece un gobierno que genere cambios reales, muy por el contrario, solo es posible que siga la corriente mientras obedeciendo tanto impulsos personales como presiones de su entorno largue cada tanto alguna propuesta aislada que más que un cambio de características políticas no genera sino soluciones capilares de escaso o bajo impacto inmediato pero que no altere en lo más mínimo las relaciones de poder.
Igualmente no sería del todo exacto decir que la presidencia de Mujica no haya tenido cambios de características políticas, los hubo y fueron algo muy relevantes y llevados adelante por jerarcas muy cercanos a Mujica y que significaron marcha atrás en cambios que intentó realizar la presidencia de Tabaré Vázquez, estos fueron la relación con las fuerzas armadas con las que si bien hubo un intento de reformar algunas de sus instituciones (sobre todo la Escuela Militar cuyo estudio había empezado durante el gobierno de Vázquez) se les dio demasiada atención y algunas concesiones innecesarias y con la policía a la que se le devolvió gran parte del control de la seguridad ciudadana y que hizo que el gobierno reciba además de las irreflexivas críticas de la oposición que al no tener posibilidad de marcar agenda se acopla al discurso fascista de la derecha a nivel internacional críticas muy sensatas del propio Frente Amplio siendo las más relevantes las de dos responsables del ministerio del interior durante el gobierno de Vázquez, la ex ministra Daisy Tourné[17] y el ex viceministro Juan Faroppa pero no las únicas.
Ante este panorama resulta necesario para la izquierda ideológica (la única posible) hacer por un lado un paralaje de la presidencia de Mujica aislándola de factores externos al propio presidente tales como el entorno partidario, los compromisos y la necesidad de mantener el posicionamiento electoral con otras presidencias recientes, comparar la gestión impulsiva y conservadora a la vez de Mujica con el desarrollismo burgués moderado de Sanguinetti o el entreguismo generalizado de Lacalle y sobre todo con la desinteligencia caprichosa de Batlle Ibáñez (aun más sumiso al gran capital estadounidense que su padre, en las antípodas del pensamiento en estadista y estatista de su tío abuelo) con quien ha demostrado no solo afinidad personal sino una misma incapacidad para asumir responsabilidades a largo plazo siendo lo más preocupante que Batlle ha demostrado mucha más coherencia en su vida que la que Mujica ha demostrado en su año y pico de presidencia.
Pero el principal desafío que esto presenta para la izquierda es la autocrítica necesaria ante la decisión de grupos de tendencia marxista de apoyar a un presidente abiertamente antiintelectual, de origen blanco, sin un claro perfil ideológico, que recuerda claramente al agente de la CIA Benito Nardone (Chicotazo) y que cuenta entre su gran apoyo con ex pachequistas, pero más que nada la izquierda ideológica debería replantearse hasta qué punto es necesario que los dirigentes de izquierda tengan más apoyo de los sectores populares ignorantes que una formación intelectual clara, hasta qué punto debemos permitir el crecimiento de gente como Mujica y dejar caer al ostracismo a gente como Guillermo Chifflet.
[1] Al respecto de la posible pérdida habría que tener cuidado con un llamado de atención que hace el economista de izquierda Jorge Notaro que anuncia que tal como le pasó a la Concertación en Chile, el proceso de aggiornamiento a los intereses del gran capital de los gobiernos de centro-izquierda puede ayudar inicialmente al triunfo electoral pero con el tiempo lleva a la pérdida de compromiso no solo de las bases sociales sino sobre todo de la clase media que ante lo moderado del discurso izquierdista y ante la incapacidad (que más bien es falta de voluntad) de generar un cambio real se vuelca hacia las derechas más radicales que si proponen un giro contundente hacia el neoliberalismo y que podría concretarse en la pérdida de la mayoría parlamentaria del Frene Amplio en 2014 y el triunfo de la derecha (posiblemente de Pedro Bordaberry aunque personalmente no descartaría el ascenso de algún líder blanco proveniente del Herrerismo) en 2019, “Comentarios frente al precipicio” en Brecha; edición 1340; 29 de julio de 2011, Montevideo.
[2] “Pronunciamiento popular” como brillante y siniestro eufemismo para la supuesta expresión de voluntad en un plebiscito obligatorio en la democracia burguesa mass-mediática.
[3] Otra vez, como con lo de agrandar la torta para después repartirla, el gobierno progresista se acopla a la lógica infame de Sanguinetti.
[4] Muy diferente era el caso de Tabaré Vázquez quien fue bien consciente que el poder y el gobierno no eran la misma cosa y así lo explicitaba cuando en los primeros años de su presidencia repitió varias veces tener el gobierno pero no el poder sugiriendo que el poder se encontraba más en otras instancias, claro que Vázquez no era consciente de la complejidad del concepto pero se daba cuenta que los medios de comunicación, las cámaras empresariales, el marketing y varias otras instancias eran fuertes nodos de poder.
[5] Solamente nominal y esto es, como apunta Notaro, un problema para ellos mismos y las sociedades que se analizará en otro momento.
[6] ¿De qué juego? Sin duda no se refieren a un juego al estilo Wittgestein, orientado a una acción social y basada en un constante acuerdo, sino más bien a un juego al estilo de la teoría de juegos (tan usada por la ciencia política y la economía neoclásica) donde se buscan beneficios concretos no siempre cooperativos.
[7] Desfragmentación que erróneamente se fijó en los 90 pero que viene de mediados de los cincuenta cuando en parte el segundo Batllismo (el de Batlle Berres) pero más aun los colegiados blancos fueron eliminando las garantías económicas y sociales que el primer Batllismo (el de Batlle y Ordoñez) había impuesto con un criterio totalmente Keynesiano (unos años antes de que los propusiera el propio Keynes), luego, la dictadura comenzó con el programa “dictado” por el consenso de Washington que los 90 tan solo llevaron al paso siguiente.
[8] La extranjerización de la tierra es un proceso que empezó antes de este gobierno y en particular se destaca el importante punto de inflexión que se dio durante la gestión de Mujica al frente del Ministerio de Ganadería Agricultura y Pesca (MGAP) pero la extranjerización de la inversión fue un fenómenos que, aun estando presente antes, creció de un modo más radical durante el gobierno de Mujica.
[9] Pues no son otra cosa las Participaciones Público Privadas (PPP) mediante las cuales el gobierno cederá parte de la gestión de los servicios a los privados asociados.
[10] Que ya es bastante concesión.
[11] Se comportan efectivamente como una barra y no como un grupo político ideológico.
[12] Grupos no marxistas, más vinculados a la educación que a los sindicatos, en muchos casos de tendencia entre anarquista verde y neo-hippie, defensores de la legalización de la marihuana como máxima voluntad libertaria.
[13] Aunque se ha dado enormes privilegios a los dos más grandes productores de madera para celulosa.
[14] Al parecer esto se debe a los inconvenientes que esto generaría en relación al contrato confidencial con Montes del Plata, contrato firmado por el secretario de presidencia Alberto Brescia por lo que es evidente que el presidente sabía del mismo. Esto da a pensar en que la propuesta del presidente de la suba impositiva a las grandes extensiones de tierra fue más un bolazo para salir del mal momento generado en torno a la ley interpretativa de la ley de caducidad que una propuesta legítima.
[15] De hecho debido a las medidas tomadas en beneficio a las grandes inversionistas (todas de capitales internacionales) este impuesto se aplicaría casi exclusivamente a los terratenientes nacionales y no exclusivamente a los más grandes que son los que luego posibilitan el valor agregado de las materias primas que se producen en el campo de modo que solo esta medida de carácter exclusivamente demagógica resultaría incluso perjudicial para la propuesta de Mujica al inicio de su gobierno de orientar el país hacia lo que llamó la “agrointeligencia”, es decir, la incorporación de valor agregado de carácter tecnológico en el territorio nacional para evitar la producción exclusiva de commodities.
[16] Se puede decir que más allá de algunas cuestiones concretas la única razón por la que Mujica logró resaltar entre los militantes de izquierda es su imagen desprolija y el lenguaje entre campechano y malhablado al que cada tanto adorna con algún aforismo o frase demagógica.
[17] Que fue relevada de su cargo no por incapacidad o mala gestión (que no resulta muy serio decir que las hubo) sino por un estilo de comunicación más informal, cosa que se le perdona al presidente Mujica e incluso al ex presidente Batlle pero no a ella.
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viernes, 1 de julio de 2011
Acerca de lo audiovisual, su teoría y su práctica pedagógica
No existe el audiovisual, no hay tal cosa, tan solo existen ciertas categorías de análisis que parecen acercarse a una unidad, pero esta unidad significante fracasa ni bien uno se pone a analizarla.
Resulta evidente que toda experiencia humana es audiovisual, no hay caso(1) en que esto no suceda, incluso las experiencias en las que no existe luz o movimiento ondulatorio del aire capaz de estimular los ojos o los oídos la experiencia tiene un grado de audiovisión pues la ausencia de tales estímulos hace a la audiovisión relevante para la percepción. Por lo tanto, si fenomenológicamente todo es audiovisual ontológicamente nada lo es, pues si no hay condición objetiva capaz de diferenciar una categoría de las demás solo existe como experiencia pero nunca como objeto de análisis crítico.
Pero a su vez salta a los ojos que existen cosas a las que llamamos audiovisual y que si son plausibles de análisis crítico, esto se debe no a su carácter audiovisual sino a otras condiciones que lo diferencian de otro tipo de experiencias. Esas condiciones son múltiples pero quizás la principal se refiera al soporte tecnológico que las hace posible y sobretodo a la forma en que este se vincula con la percepción del sujeto que lo experimenta. Deberíamos entonces referirnos a los diferentes medios cuya transmisión tecnológica remite a imágenes y sonidos en sus dimensiones particulares que los convierten en cosas bien diferentes y no buscar unidades que no existen entre Televisión, Cine, Multimedia, etc.
Pero ese aparente desdoblamiento del objeto audiovisual en tres formas diferentes realmente podría ser entendido como mera dicotomía(2), por un lado el Cine y por otro otros fenómenos audiovisuales domésticos de semejante forma de producción de sentido.
Si bien esta categorización puede parecer caprichosa obedece a una lógica clara y bien distinta de la puramente tecnológica, esta diferenciación responde a dos formas muy distintas de producir el sentido de las diferentes prácticas.
Fenómeno claramente moderno, en el Cine la producción de sentido radica en tres condiciones que le son inherentes y de las cuales surgen no solo sus categorías de análisis sino también su diferencia radical con el otro grupo de fenómenos.
Cuando el Cine es inventado como tecnología surge enseguida una cuestión acerca de su relación con la realidad, sea o no real la anécdota de los espectadores huyendo despavoridos ante el acercamiento del tren en La llegada del tren a la estación(3) evidencia una interpelación a la realidad por parte del Cine y plantea la primer condición de lo cinematográfico a la que podríamos llamar condición epistemológica, condición por la cual el Cine es un comentario sobre una realidad a la cual intenta describir tal como la Epistemología comenta a una Ciencia que intenta describir una(4) realidad. Así el Cine surge inicialmente como técnica pero llevando en sí ya la capacidad de ser un discurso generador de sentido a raíz de la dialéctica existente entre el Cine como presentador de una realidad y el Cine como comentario epistemológico de esa misma pretensión de realismo.
Casi enseguida de su invención surge (también por un elemento tecnológico) una nueva condición (que ya estaba presente como germen el propio dispositivo) originada de un accidente y enseguida entendida como elemento vital del Cine, así el montaje forjó en el cine toda una gama de relaciones entre las realidades presentadas haciendo que estas interactúen entre sí(5) generando así una condición ideológica(6) fruto de la confrontación dialéctica entre dos presentaciones(7). Pero esta condición no se evidencia solo mediante el corte (diacrónicamente) sino también de forma sincrónica en cuadros que presentan dos o más realidades que juntas generan un significado que no está presente en las dos realidades por separado. Este último caso de condición ideológica quizás sea más confuso que el generado por el montaje por corte pero puede ser ilustrado por un fragmento de El ciudadano Kane(8), cuando Thatcher va a buscar a Kane a casa de sus padres aparece en primer plano una discusión entre él y los padres de Kane y atrás de ellos, a través de la ventana se ve al pequeño Charles jugando con un trineo que resulta ser la clave que el periodista a través de quien se narra la anécdota no encuentra, estas dos realidades bien diferentes (una discusión bastante mezquina acerca del futuro de un niño y el juego inocente de este) adquieren al ser presentadas sincrónicamente(9) un sentido totalmente nuevo ajeno a las dos realidades presentadas por separado.
Pero también el Cine presenta otra dimensión de relacionamiento con la realidad (las realidades) a través de la cual se produce el sentido. El Cine ya desde la inevitabilidad del encuadre genera una nueva dialéctica de otro nivel, una dialéctica entre campo y fuera de campo, pero esta dialéctica puede llevarse aun más allá y entenderse como una dialéctica entre mecanismos de mostración y ocultación(10), es decir, el encuadre nos plantea una realidad(11) a través de su mostración pero el sentido de este solo se termina de construir porque al mostrar también se oculta una realidad complementaria posible, es de este modo que aparece la condición ontológica del cine. Mediante estos mecanismos de mostración-ocultación dos realidades bien distintas (una evidente y actual y otra posible y virtual) van completando lo que Aumont llama el espacio fílmico(12), pero a su vez estas realidades se van renovando al ingreso de elementos antes ocultados y la salida de cuadro de lo que era mostrado generando así un comentario acerca del carácter de esas dos realidades.
Es entonces que esas tres condiciones del cine (relacionadas por él mismo pero sobretodo por el contexto epocal en el que surge) marcan el sentido cinematográfico como fruto de una oposición dialéctica a la vez de orden epistemológico (por la relación entre la presentación de una realidad y el comentario sobre su validez), ideológico (por la relación entre dos realidades posibles que generan una nueva visión del mundo) y ontológico (por la relación entre dos realidades y un comentario sobre su carácter).
Este carácter dialéctico del Cine bien podría hacerse presente en las otras formas que componen lo que suele llamarse el audiovisual pero así como el contexto epocal del Cine claramente moderno lo determinó y determinó su forma de producción de sentido también lo hizo con la televisión y el multimedia que surgidos en un entorno hiperreal dejan fuera discusiones tanto epistemológicas, ideológicas u ontológicas pues la realidad (elemento a partir del cual se articula el sentido cinematográfico) se diluye en una dinámica de confusión tautista(13), no existe realidad alguna sino solo una intermediación absoluta que suplanta cualquier posibilidad de lo real(14), hiperrealidad hiperintegradora capaz de unificar bajo el evangelio del imperativo de la comunicación(15) a toda la sociedad. De un modo semejante tanto la televisión como el multimedia apelan a una integración sistémica de sus diferentes partes en lugar de una oposición dialéctica siendo por ende su forma de producción de sentido muy diferente a la del Cine.
De este modo podemos entender dos formas de producción de sentido realcionadas a soportes lumínicos y sonoros muy diferentes y cuya distinción no se queda en la mera discusión tecnológica (de hecho es posible que se pase Cine sin cortes por televisión) sino en la forma en la que se produce ese sentido. Tenemos por lo tanto los medios derivados de la era de la electrónica que llevan en sí la matriz sistémica y por otro el Cine, heredero de la modernidad que lo engendró y por ende portador de sus características fundamentales quedando a mitad de camino el videoarte, forma fruto de las discusiones en torno del arte más cerca de la pintura que del Cine y que si bien existen obras cinematográficas que fueron fundamentales para el surgimiento del videoarte, en este último las categorías dialécticas suelen diluirse en la reflexividad y recursividad ad infinitum que lo han invadido y que son propias del discurso posmoderno.
Esta dicotomía se hace relevante al momento de entender los fenómenos (mal) llamados audiovisuales pues de la comprensión de sus diferencias surge la capacidad de vincularlos y de su práctica pedagógica la capacidad de superar las limitaciones de cada una y sobretodo de emanciparse del impulso totalitario (tautista) de las formas sistémicas.
Notas
(1) Excepto quizás la experiencia de los ciegos o sordos de nacimiento, no cabe la excepción para la ceguera o sordera adquirida.(2) La simplificación es a los efectos de cierto análisis específico, es importante entender las diferencias claras entre los diversos medios.
(3) L´arrivée dún train à la ciotat; Francia; 1895; Directores: Louis y Auguste Lumière.
(4) Nótese que se habla de una realidad y no de la realidad, es por ende necesario entender al cine no como una ventana abierta al mundo (tal como pretendía André Bazin), condición siempre totalitaria, sino como una realidad posible tal como enuncian las teorías epistemológicas de Popper hacia hoy.
(5) Para esto es necesario que la realidad que presenta el Cine a causa de su condición epistemológica sea una realidad posible tal como se explica en la nota número 4.
(6) Ideología no en la acepción marxista ortodoxa de falsa conciencia sino más como la entiende Paul Ricoeur en Ricoeur, Paul; “La ideología y la utopía: dos expresiones del imaginario social” en Del texto a la acción; FCE; México DF; 2002.
(7) Sobre esto quien se ha referido con precisión es Serguei Eisenstein tanto en El sentido del cine; Siglo XXI; México DF; 1986 como en La forma del Cine; Siglo XXI; México DF; 1986.
(8) Citizen Kane; Estados Unidos; 1941. Director: Orson Welles.
(9) En un claro caso de lo que André Bazin llama montaje sintético, Bazin, André; ¿Qué es el cine?; Rialp; Madrid; 2000.
(10) Es importante entender que no son mecanismos de mostración-no mostración sino de mostración-ocultación, es muy relevante que en estas operaciones acontece una selección racional o no de lo que se muestra.
(11) Vuelvo a resaltar que esta realidad no es totalizante sino posible.
(12) Aumont, Jaques, Marie, Michel; Análisis del film; Paidós; Barcelona; 1990.
(13) El neologismo “tautismo” unifica tautología, autismo y totalitarismo, Sfez, Lucien; Crítica de la Comunicación; Amorrutu; Buenos Aires; 1995.
(14) Baudrillard, Jean; La transparencia del mal; Anagrama; Barcelona; 1991.
(15) Núñez, Sandino; El miedo es el mensaje; Amuleto; Montevideo; 2008.
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viernes, 15 de enero de 2010
Apuntes sobre política y estética
El Arte son solo los muebles raros que nos hacen trabajar más feliz y más rápido. Lo que no es un mueble no es Arte sino una forma de degeneración o enfermedad reumatológica.
Nicolás Grandiroli
Nicolás Grandiroli
El problema del estilo trasciende la cuestión de lo bello, es una enunciación más, no se puede hablar el lenguaje del capitalismo sin ser capitalismo (ese es el problema del diseño), no se puede ser científico sin hablar el lenguaje de la ciencia, el estilo tiene que jugar en esa linea y no en contra y muchas veces eso es lo que sucede, cuando el discurso científico no está articulado del modo en que lo hace la ciencia no es entonces lenguaje científico.
El Arte recorre caminos semejantes, tanto el arte digital como el diseño se manejan desde una enunciación más o menos sistémica dejando de lado el problema dialéctico y por ende toda ideología liberadora, su discurso es el de la publicidad o el del multimedia donde la posilidad hermenéutica es desplazada por el consabido integrador del liberalismo democrático burgués.
Con el tiempo las condiciones de producción artistica han llevado a una hipertrofia estética que se instala en todas las instancias vitales, donde antes solo había función y practicidad se impone una nueva condicionante estética que, emancipada de su necesaria dimensión liberadora se convierte en mero esteticismo inerte. Así, incluso aquellos objetos cuya función es simple e incluso banal al ser imbuidos de lo estético adquieren un nuevo sentido tal vez opuesto al anterior y se convierten en objetos de enunciación de la nueva dimensión estética, "carburante ideológico del capitalismo" [1]. Lo mismo sucede con el discurso antisistémico [2] que adopta elementos del diseño llevando entonces su discurso a lo que podríamos llamar la estetización de la lucha social, adquiriendo entonces una enunciación funcional al discurso capitalismo y que a pesar del contenido inherente explícito termina construyendo un sentido funcional integrador.
[1] Grupo Marcuse; De la miseria humana en el medio publicitario; Melusina; Madrid; 2009.
[2] En relación a las nuevas izquierdas sobre todo europeas, progay y ecologistas, a menudo simpatizantes con el anarquismo comunitario que por oposición a los viejos partidos socialistas y sobretodo marxistas han dejado de lado las reivindicaciones de clase por reivindicaciones étnicas, sexuales y por la liberación del consumo de drogas (este es un tema a desarrollar con más profundidad).
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