miércoles, 4 de julio de 2012

Axiomas de incompletitud

Sociopolítica a propósito de Wall-e

Axioma I: El nuevo materialismo histórico (primer enmienda a Marx)
En el futuro previo al Apocalipsis sanitario propuesto por Andrew Stanton en esta película(1) finalmente el hombre ha dejado de lado la vieja dialéctica histórica marxista de explotación del hombre por el hombre e implantado una nueva estructura dialéctica de producción basada en el uso de las máquinas como exclusiva fuerza de trabajo, por supuesto que este uso no puede ser puesto en duda puesto que la máquina es una creación del hombre y además debido a que están programadas por él son controlables y a diferencia de los proletarios las máquinas no se sindicalizan. De este modo el hombre se emancipa del trabajo que había sido su emancipador de la simiedad(2) quizá evolucionando a una nueva raza emancipada de la laboralidad del homo sapiens u homo otium(3).
Entonces, mientras las máquinas producen por él, el nuevo hombre (muy lejano del hombre nuevo) se dedica a dos tareas, consumir y atender a quienes consumen, tal es la nueva dialéctica de clases de la era poslaboral, por lo tanto, con las máquinas como único factor productivo y sin relaciones de clase en las que intermediar el estado se convierte entonces en algo obsoleto y desaparece dejando su lugar a un mejor articulador, un articulador más competente en este nuevo sistema de clases: el enterprise(4).

Axioma II: Gea II o la redefinición del mundo por la profilaxis (segunda enmienda a Marx)
Al subir a la nave-arca los seres humanos (o al menos los más favorecidos) se inscriben en un nuevo ser-en-el-mundo, un ser-en-el-mundo ya no definido por el propio mundo sino definido por el mismo hombre, mundo cuyas funciones, debido a su carácter sintético, necesitan ser explicitadas y donde las máquinas son centinelas de esa explicitación. Pero al ser necesario explicitar todas las funciones de dicho mundo en un código cibernético este se convierte en ley universal e inviolable principio determinante de la máquina-centinela que por lo tanto sumirá al hombre en un sistema de profilaxis basado en el confort a partir de la tecnología de carácter inviolable.
De este modo en este arca-mundo la seguridad y supervivencia del hombre está bajo el resguardo de las máquinas y de su código inviolable de carácter cibernético, sin posibilidad de segunda interpretación sin metáfora, sin ideología, y es justamente este código sin ideología el que lleva a la máquina (al igual que a Viki en Yo Robot(5) de Alex Proyas) a pensar que el hombre no es lo suficientemente apto para cuidarse a sí y por eso toma la decisión de cuidarlo de él mismo, pero a diferencia de lo que sucede en la película de Proyas, aquí el sistema de profilaxis maquínico liderado por Auto (que recuerda tenebrosamente a Hal 9000 de 2001 Odisea del espacio(6) de Stanley Kubrick) utiliza un modo más sutil, con el ser humano embriagado de confort el sistema de seguridad-control solo debe proveerle de más confort y consumo para que no se percate de la sobredecodificación del centinela.

Axioma III: Sobre el control redundante o la legitimación por la tautología (apuntes a Lenin)
Por si el mecanismo de control por el confort no fuera suficiente el sistema de profilaxis maquínico desarrolla también un segundo mecanismo de control basado en la tautología, es decir en la demostración por la repetición y la autodemostración. Así la máquina-profilaxis media el mundo de confort en el que viven los pseudos-humanos siendo el único agente de interacción entre ellos y el consumo y entre ellos entre sí llevándolos a vincularse solo de manera virtual y mediada por pantallas, de esta forma no hay modo de poner en duda el sistema profilaxis-medio sin poner en duda la propia existencia y sin descreer del lazo social y de la existencia del otro.

Axioma IV: La naturaleza del lazo social (apuntes comparados a Marx y Lyotard)
Entonces cuando la torpeza de Wall-e desconecta las pantallas-mundo de dos de esos poshumanos estos quedan destecnologizados más no desmediatizados pues al desaparecer la pantalla se encuentran ante otro medio, el rostro y es solo allí cuando aparece el otro, el otro mediado por su propia rostridad(7), el otro que se une a nosotros solo en tanto que actor de la lucha contra la máquina, máquina que hasta dos minutos antes era todo el mundo, es decir, solo mediante la autidentificación con el otro a partir de su rostro-medio y la posterior autodefinición por la diferencia común con otro más otro es que se genera el lazo social, lazo social que por lo tanto es a la vez múltiple, compuesto por pliegues(8) por estar compuesto por individuos disímiles que se identifican uno con el otro por los elementos mediales y dual y conflictivo tal como lo ven los teóricos marxistas.

Teorema primordial: La forma de la unión (refutación a Parsons, vindicación a Marx)
Desde su nacimiento a manos de Auguste Comte el pensamiento funcionalista sistémico se ha basado en la premisa de que la sociedad es un todo unitario y solo puede funcionar como tal, a ese pensamiento Talcott Parsons le agrega la condición de sistema autorregulado llevando así el sistema de orgánico a cibernético, esta visión de la sociedad como sistema autorregulado de corte cibernético (que alcanzará su radicalidad más delirante a fines de los sesenta en la obra de Niklas Luhmann y se terminó convirtiendo en la actual comunicación organizacional teorizada sobre todo por los nuevos sociólogos enfervorizadamente capitalistas de Estados Unidos y Japón(9)) es lo que llevó a las sociedades occidentales primero al neoliberalismo hoy ya temporalmente agotado y en pleno capitalismo tardío a los sistemas de legitimación por la tautología y la posterior cesión de los derechos de defenderla a las máquinas(10), máquinas que son efectivamente sistemas autorregulados cibernéticos de primer orden(11) y que por lo tanto no tendrán posibilidad de interpretar los comandos sino solo de cumplirlos irrestrictamente, esto puede ser visto como bueno puesto que no habrá posibilidad de malas interpretaciones pero como bien nos han enseñado los últimos cien años de hermenéutica no existen tales malas interpretaciones y es solo mediante la interpretación que se desarrolla un criterio, criterio ideológico del que las máquinas (al menos las de matriz cibernéticas) están imposibilitadas y que sin él no pueden entender aquello que los juristas llaman erróneamente “el espíritu de la ley” y que más correctamente podríamos llamar el elemento vital, simbólico y socializador que solía haber tras de cada ley.
Tras estas consideraciones se debe tener en cuenta el paradigma opuesto al paradigma funcionalista sistémico que es justamente el paradigma marxista de la oposición, oposición de clases, órdenes o de una manera más abarcativa excluyentes y excluidos(12), este paradigma parte de la idea de la “lucha de clases”(13) como motor de la historia y del materialismo dialéctico según el que son las condiciones materiales de producción las que determinan las formas de socialización y desenvolvimiento de los grupos humanos(14), y son estos dos materialismos (histórico y dialéctico) los que llevan a la toma de conciencia de sí de los humanos viajeros-habitantes de la nave-prisión cuando casi sin querer se revelan contra el otro más otro que son las máquinas.

Corolario I: Sobre la necesidad de la hermenéutica (vindicación a Trotsky)
Una vez comprendidos los peligros que se esconden tras la codificación cibernética del lazo social aparece la necesidad del nervio hermenéutico capaz de generar en todo momento una operación ideológica y de criterio capaz de superar las barreras de la codificación, hermenéutica que debe ser puesta en juego de forma constante, permanente evitando así el riesgo de caer en la codificación dura y tautológica del confort. En esta película resulta paradójico que ese nervio hermenéutico lo haya desarrollado un robot, aunque ese robot lleva setecientos años de interacción con un mundo que le propone desafíos nuevos y que por lo tanto le exija respuestas nuevas que estaban fuera del campo previsto por su programación obligándolo así a trascender el código cibernético mientras que la humanidad ha sido consensuada con su entorno no exigiéndosele respuesta alguna y por tanto sumiéndolo en la redundancia del confort.

Corolario II: Crítica a la antropología posmoderna (nueva vindicación a Marx)
Si bien a pesar de cientos de años de iluminismo igualizante y como bien apuntan algunos de los principales nombres de la teoría posmoderna (Guattari, Baudrillard, Deleuze) subjetivamente el individuo se convierte en único e inabarcable las situaciones de stress ante las que el ser humano se encuentra lo llevan a desarrollar un impulso colectivizante (sea este revolucionario, conservador o de cualquier otro tipo(15)) que lo hace uno con el otro, y eso es justamente lo que sucede en la película cuando tras las dos primeras “liberaciones” y la “iluminación” del capitán de la nave-máquina el resto de los neohumanos son desmedializados (al menos de su medianidad tecnológica pues su rostro siempre está allí) toman conciencia de sí (sea por la semejanza con el segundo, diferencia con el tercero o tal como se propuso en el axioma IV por ambas razones) y forman así algo uniforme a lo que se podría llamar humanidad, es la vuelta de la masa que se había perdido y vuelve a ingresar en la historia luego de setecientos años de apartamentos y walkman.

Publicado en Tiempo de crítica. Número 13, páginas 6-9. Montevideo. Versión corregida del artículo inicialmente publicado en el blog en octubre de 2009.

Notas:

(1) Wall-e; Estados Unidos; 2008.
(2) Según Engels, Friedrich; El papel del trabajo en la transformación del mono en hombre; Quinto sol; Lima; 2008.
(3) Otium por ocio.
(4) Resulta interesante constatar que la nave de Star Trek se llama empresa.
(5) I, Robot; Estados Unidos; 2004.
(6) 2001, A space odissey; Reino Unido; 1968.
(7) El término rostridad en tanto definición del uno representado mediante el rostro fue acuñado por Sloterdijk, Peter; Esferas I, Burbujas; Siruela; Madrid; 2003.
(8) Lyotard, Jean-François; La condición posmoderna; Cátedra; Madrid; 1987.
(9) Comunicación organizacional reformulada en Latinoamérica por una práctica comunitario-pedagógica que pretende ser un discurso de ayuda a los estratos “más bajos” (¿Cuál es el parangón de la bajeza?) y que intenta evangelizar a los “ajenos” a la sociedad integrándolos a una sociedad homogénea mediante el evangelio de la “comunicación”, espantoso discurso de la nueva “izquierda” Latinoamericana socialdemócrata (horrible heredera de los viejos partidos ideológicos hoy ya totalmente inscriptos en el juego burgués), izquierda socialdemócrata que contrariamente a hacer la revolución legitima el discurso integrador del capitalismo agregándole además un componente de violencia simbólica al suponer no solo que el otro necesita ser salvado sino que somos nosotros quienes debemos salvarlos y que es justamente nuestro evangelio comunicacional (informacional cibernético, nunca metafórico, nunca ideológico) aquel que los va a llevar al reino de la salvación.
(10) Esto no solo se da en las tres películas ya citadas (Wall-e, 2001, Odisea del espacio y Yo, Robot) sino también en Terminator II, The Matrix y unas cuantas más.
(11) De primer orden pues no se consideran a sí mismos parte del sistema al cual protegen.
(12) Esta oposición entre el funcionalismo sistémico y el materialismo dialéctico marxista fue destacada por primera vez en Berguer, Peter y Luckman, Thomas; La construcción social de la realidad; Amorrutu; Madrid; 1968 y luego retomada por Lyotard, Jean-François; Op. cit.
(13) Esta lucha puede ser de clases sociales, económicas, biológicas o incluso como en el caso de la lucha contra las máquinas de carácter ontológico.
(14) Idea que como se ve no está tan lejos del “determinismo tecnológico” de Mc Luhan planteado de diferentes maneras en dos de sus obras clave, Mc Luhan, Marshall y Fiore, Quentin; El medio es el masaje. Un inventario de efectos; Paidós; Buenos Aires; 1967 y McLuhan, Marshall; La galaxia Gutenberg; Aguilar; Madrid; 1972.
(15) Aunque quizás sean estos dos (el revolucionario y el conservador) los únicos dos impulsos colectivizantes.