miércoles, 5 de agosto de 2009

Primeros elementos para una discusión epistemológica en el marco de las Ciencias de la Comunicación

En el vasto ámbito de las ciencias de la comunicación existen ciertos tópicos claves que resultan recurrentes tanto durante el desarrollo de las carreras universitarias como en los marcos conceptuales de la disciplina (o las disciplinas). Uno de estos tópicos recurrentes (tal vez el más recurrente) es el papel que la tecnología está cumpliendo en los profundos cambios que están sufriendo las diferentes formas de comunicación, sean estas tecnológicamente mediadas o no. Pero el papel que cumple la tecnología en las sociedades contemporáneas (llamadas por ciertos sectores sociedades de la información[1]) es un elemento recurrente no solo en ambientes académicos sino también (y cada vez más) en los medios masivos de comunicación, el ambiente político y la opinión pública.
Un ejemplo de esto son las repercusiones que ha tenido el reciente Plan Ceibal que distribuyó computadoras entre todos los estudiantes de escuela pública. El plan (que surgió no de las autoridades educativas sino desde el presidente de la república) despertó repercusiones en diferentes ámbitos ya desde su anuncio llevando a que diferentes instituciones comenzaran a desarrollar proyectos anexos como el proyecto Flor de Ceibo de la Universidad de la República o paralelos como el Plan Cardales.
Poco tiempo después de la entrega de las primeras computadoras del plan ceibal el presidente de la república lo definió como “darle a todos los niños uruguayos las mismas oportunidades, que el niño que vive en el rincón más perdido del campo, el más pobre pueda tener una computadora como la tiene un niño de una clase social alta”[2] para luego concluir que “eso es maravilloso”, no muy distinta fue la visión de Miguel Brechner (presidente del LATU y principal impulsor del Plan Ceibal) sobre el Plan Cardales (que pretende llevar banda ancha, telefonía fija y televisión para abonados a todo el interior) al que explicó como “básicamente una extensión del derecho y de la equidad hacia el ciudadanía.”[3]
Como fácilmente se puede ver tras estas declaraciones existe actualmente en Uruguay, Latinoamérica y el mundo una fuerte convicción sobre el papel democratizante y de justicia social de la tecnología, visión que de hecho es subsidiaria de la propuesta desde la dirección del MIT Media Lab[4] del creador de la fundación
One laptop per child[5] Nicholas Negroponte que desde hace años impulsa un proyecto para producir computadoras portátiles con un costo de cien dólares para disminuir así la brecha digital entre los países menos desarrollados, visión del primer mundo y que encuentra su manifiesto en el libro Ser Digital del propio Negroponte.
Desde esta perspectiva la tecnología cumple con el rol democratizante que para el iluminismo positivista representado en Uruguay por José Pedro Varela cumplía la educación formal laica, gratuita y obligatoria (de hecho en el discurso referido Vázquez compara el plan ceibal con la reforma vareliana) y a la que por lo tanto le cabrían (inicialmente) las mismas críticas que ha recibido durante todo el siglo XX este iluminismo positivista comenzando con la negación de la cualidad desplazada por la mera cuantificación y la igualación totalitaria y negadora del individuo[6] y las minorías[7].

La tecnología, eje de discusión
Siendo uno de los temas claves de las ciencias de la comunicación y uno de los más polémicos de la discusión académica en general, la tecnología como elemento democratizante es una hipótesis al menos arriesgada que puede ser visto desde tres perspectivas: democratización
en la tecnología, es decir, la tecnología funciona como herramienta a la que el ser humano utiliza en los procesos de democratización, democratización con la tecnología, la tecnología es un elemento con el que el hombre convive y con el que tiene que lidiar o negociar en su proceso de democratización y democratización por la tecnología, solo mediante la tecnología el hombre puede democratizarse transformando así todos los procesos humanos en procesos tecno-dependientes .
Así todo discurso sobre la tecnología o relacionamiento con esta reposaría en algunos de estos tres paradigmas (o visiones del mundo) siendo necesario entender desde donde hablan los diversos actores sociales y académicos y por supuesto donde nos paramos nosotros[8].

Tecnología e ideología
Ante la crítica de la oposición al plan ceibal por considerarlo un proyecto ideológico en su discurso ya referido el presidente Tabaré Vázquez responde que si, que “el Plan Ceibal es un proyecto ideológico”, a lo que luego agrega “queremos democratizar el acceso a la educación, el acceso al conocimiento, al la comunicación y a la recreación por cierto. Tal es nuestra ideología, somos apasionados de la libertad, de la democracia, de la igualdad y de la justicia social y nos sentimos felices de serlo.” Aquí salta una vez más a la vista el paradigma tecnófilo del presidente pero se agrega un elemento nuevo que no está en otros discursos igualmente favorables a la tecnología que es el elemento ideológico, tecnología como ideología, la tecnología parece ser aquí el medio para cumplir los fines que realizan la utopía que está detrás de toda ideología.
La ideología ha sido un asunto complejo desde que Napoleón acuñó el término, se volvió una cuestión álgida cuando Karl Marx utilizó el concepto (en tanto que falsa conciencia) como clave de toda su teoría sociológica y siguió siendo un tema recurrente hasta que a mediados de los ochenta (y más aún en los noventa tras la caída del “bloque socialista”) la ideología entra en crisis y comienza a parecer saludable el centro (hacia donde se mueven los viejos partidos marxistas)[9]. Tal vez el asunto es que hay una nueva ideología imperante, que ante la banalización de las dos grandes ideologías del siglo XX es la tecnología la que se erige como nueva ideología llevando así (o prometiéndolo) la democracia y la igualdad y vendiendo el confort, la recreación y el acceso a un nuevo mundo digital.
Pero quizás la tecnología no sea una forma de ideología sino que efectivamente viene a desplazarla y las nuevas sociedades de la información sean justamente sociedades de la información porque ya no hay posibilidad de connotación sino solo un discurso cibernético sin posibilidad de metáfora y por tanto sin posibilidad de ideología. Sería entonces la tecnología el discurso por un lado integrador, por otro legitimador y finalmente negador o disimulo (acepción marxista ortodoxa)[10] sobre el que se basa nuestra sociedad.

Tecnología y legitimación
Siendo la tecnología una forma de legitimación solo puede serlo en tanto que legitimación por la performatividad pues la tecnología (y todas las técnicas en general desde la informática a la estadística) solo existe en tanto que acción creadora de mundo (nótese que no se habla de
el mundo sino de un mundo), acción creadora a partir de la ciencia que sería el discurso en el que se basa la performatividad tecnológica, ciencia que del Discurso del método en adelante se construyó a partir de la formalización y el determinismo.
Pero si hay algo que ha caracterizado a la ciencia del siglo XX han sido las crisis de ambos sustentos de la ciencia moderna, por un lado los teoremas de incompletitud de Kurt Gödel demostraron que todo sistema lógico-formal tiene límites a su capacidad analítica y por otro la relación de indeterminación de Heisenberg y la física cuántica demolieron el determinismo transformando a la ciencia en una calculadora de probabilidades. Y siendo justamente el determinismo la hipótesis necesaria para la legitimación por performatividad[11] resulta necesario llamar la atención sobre el consenso que parece haber sobre el papel democratizante de la tecnología y proponer por lo tanto un análisis del fenómeno desde diversas perspectivas.

Siendo este el panorama ante el que nos enfrentamos al hablar de Ciencias de la Comunicación resulta clave comenzar a ver cuales son las consecuencias que acarrean nuestras palabras (siempre performáticas) y las teorías que conllevan nuestros actos (siempre enunciativos) tanto profesionales, académicos, personales o comunitarios y ser consciente que siendo el bloque de carreras en Ciencias de la Comunicación una de las vedettes universitarias de una Latinoamérica tan reacia a generar una gran teoría y estancada en los macroestudios de casos cada vez más particulares a estas carreras y a las propias disciplinas que en ellas confluyen les falta una necesaria discusión epistemológica de la cual las precedentes acotaciones tal vez sean un buen punto de partida.


[1] El tema de la sociedad de la información resulta al menos interesante pues parecería que antes no hubiera información (tomando información como término análogo a comunicación) y por otro lado (tomando el término información en su acepción cibernética) plantea los términos de la discusión sin tener en cuenta los posibles enfoques desde las teorías de los lenguajes y las posibilidades connotativas de la interacción humana.
[2] Discurso en el consejo de ministros el 10 de marzo de 2008 en Villa Soriano.
[3] Entrevistado en el programa “En Perspectiva” en radio
El Espectador el 19 de febrero de 2009.
[4] MIT, Massachussets Institute of Technology o Instituto de tecnología de Massachussets, resulta interesante pero cada vez que se habla de tecnología aparece esta sigla.
[5] Una laptop por niño, proyecto del que el plan ceibal es su primera materialización completa.
[6] Horkheimer, Max y Adorno Theodor;
Dialéctica del iluminismo; Sudamericana; Buenos Aires; 1980.
[7] Lyotard, Jean-Fançois;
La condición posmoderna; Teorema; Madrid; 1991.
[8] La diferenciación de las relaciones de hombre con la tecnología a partir de los prefijos pertenece a Sfez, Lucien;
Crítica de la Comunicación; Amorrutu; Buenos Aires; 1995.
[9] Aunque tal vez esto no sea más que la consolidación de una ideología de derecha que se propone como centro, cabe recordar que “aquellos que están en la ideología se creen por definición fuera de ella; uno de los efectos de la ideología es la negación práctica por la ideología del carácter ideológico de la ideología: la ideología no dice nunca “soy ideológica”.” Althuser, Louis;
Ideología y aparatos ideológicos del estado, Freíd y Lacan; Nueva visión; Buenos Aires; 1988.
[10] Ricoeun, Paul; “La ideología y la utopía: dos expresiones del imaginario social” en
Del discurso a la acción; FCE; México DF; 2002.
[11] Lyotard, Jean-François;
Op. cit.

2 comentarios:

  1. muy bueno ... a lo que digo que la ilusión democratizadora niega toda revolución hermeneutica!

    wonid

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  2. !!qué cosa extraña, los únicos avances en invento de palabras los da un software randómicamente.
    la palabra de verificación de los coments de blog o los códigos antes de descargar algún archivo.
    palabras que no tienen significado
    donde está la belleza de esas palabras? en la forma? en la sonoridad? en lo que se parecen?
    a mi me parecen bellas algunas de esas palabras pero no le encuentro la razon...
    solamente que linda información vacía!


    dephy!!

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