lunes, 18 de febrero de 2013

Cucuzú e Inthamoussu, las dos caras de la pelotudez uruguaya

   Pasado el romance con la celeste los uruguayos nos dedicamos a buscar un nuevo deporte nacional, y encontramos uno precioso, y muy acorde a nuestros tiempos de rebeliones virtuales, la indignación. Desde que tres estúpidos mataron a patadas a una perra para después subir el video a internet parece que lo único que puede hacer el uruguayo es indignarse, y si expresa su indignación por medio de algún medio digital mejor.
   Hace unos días explotó la indignación por la paliza que unas estúpidas le dieron a una muchacha, indignación que sería comprensible si no fuera porque por momentos tomo aires supremacistas negros y ridiculismos intolerantes de parte de los profesionales de la tolerancia, luego nos indignamos facilísimo cuando vemos una frase que no nos gusta en el diccionario y armamos una movida pelotuda para eliminarla mientras los negros, homosexuales y blancos pobres siguen teniendo que esforzarse el doble para conseguir un trabajo de mierda, y ahora parece que al bailarín Martín Inthamoussu le indigna la "hipocresía de una antigua y falsa Suiza de América", o al menos eso dice en una carta que circuló en estos días.

   Esto surge a partir de un personaje bastante pedorro que hace Cucuzú (conocido humorista pedorro de nuestro carnaval) llamado Gayman, una especie de superheroe gay que anda por ahí vestido de rosado y sosteniendo falos. Digamos que es algo de mal gusto, pero eso no debería parecernos raro, históricamente el carnaval ha dado este tipo de espectáculos feos y prejuiciosos, es que a fin de cuentas de eso se trata la llamada cultura popular. Digamos que el carnaval se ha burlado sistemáticamente de los gays, los gallegos, los gordos, los judíos, los estadounidenses, Jorge Batlle y una interminable lista, y si tuviera que adivinar diría que el 99% de las veces lo ha hecho con mal gusto.
   Es raro que esa indignación hacia el carnaval haya surgido por un personaje marginal como es un "actor" de una de las categorías menos relevantes del concurso y no de una discriminación institucional como fue la no clasificación de la revista Krisis por la inclusión en un espectaculo de un beso entre dos mujeres. Es raro porque además trascendió un video difundido por la misma revista en la que muestran reacciones de burla y sorna de parte del jurado mientras el conjunto estaba actuando en la prueba de admisión.
   Pero como a Krisis no lo conoce nadie, a nadie le importó.

   Al respecto de la violencia discriminatoria, a Inthamoussu le indigna que "el pueblo uruguayo y sus clases hegemónicas ha permitido que esto suceda y se horroriza cuando sucede". Me llama la atención la apelación a las clases hegemónicas, calculo que se refiere a una burguesía que ha diseminado una hegemonía, es decir un consenso espontáneo entre el pueblo uruguayo logrando que este sea intolerante ante todo aquello que no se considera normal, bueno, en eso podemos estar de acuerdo.
   Al parecer (la verdad que no miré el desfile de carnaval, la vida es demasiado corta), Cucuzú desfiló por 18 con bananas en las manos "burlándose de una identidad sexual", y si, la verdad que es algo bastante de mal gusto y refleja bastante "la concepción machista y heterocentrista que se tiene vulgarmente del gay", pero de ahí a comparar esto con una paliza que unas imbéciles le dieron a una muchacha a la salida de un boliche me parece que se nos va la mano.
   Además, este chico dice que las personas de C4 (conjunto al que pertenece Cucuzú) "viven en el placer de sus clases hegemónicas", por favor, está hablando un bailarín de ballet y performer, dos formas claras de arte de las clases hegemónicas, en el caso del ballet, placer de la aristocracia (más agonizante que la agonizante iglesia católica de la que se queja Inthamoussu), y en el caso de la performance, placer de la burguesía. A mi puede gustarme el ballet (la performance no tanto), como también la ópera o el jazz, pero eso no quita que sean formas que, hoy día en Uruguay, son placer de las clases dominantes.
   Por su parte, los humoristas de carnaval son burdos, obvios y poco inteligentes, de mal gusto, sin refinamientos ni amaneramientos propios de las formas de las llamadas "clases hegemónicas", son de hecho placer de las clases dominadas, del lumpenaje.

   Más adelante en su carta, Inthamoussu aclara que "La falta de respeto absoluta por las minorías ya tiene que llegar a un fin en este país. No es por Tania, no es por el colectivo LGTB, no es por una persona con obesidad mórbida, es por todos y cada uno de los uruguayos. Construir un país donde los ciudadanos seamos de la misma categoría. No divididos en ciudadanos de primera y de segunda. No divididos entre burlados y burladores."
   Me causa un poco de gracia y otro poco de molestia la identificación entre ciudadanos de primera y de segunda que hace Inthamoussu. De hecho, la difusión que se le dio a esta carta demuestra que él es un ciudadano de primera (o al menos de una categoría más alta que la mayoría de la gente) así como la difusión que se le dio a la paliza que le dieron a Tania demuestra que ella también lo es[1], si quien hiciera esta carta fuera un travesti de las pensiones de Maldonado y Yaro y no un reconocido bailarín o si quien hubiera recibido la paliza hubiera una plancha de Colón y no una intelectual orgánica del progresismo asistencialista, casi nadie les hubiera dado pelota.
   También me pregunto qué pasará con la paliza que cinco guardias de seguridad de un boliche de Atlántida le dieron al ex bajista de Hereford Frankie Lampariello por el solo hecho de ir caminando por la vereda del boliche con una pinta que al patovica no le gustó, me pregunto si saltará el colectivo "roqueros, grandotes de pelo largo y barba" (al que debo admitir que pertenezco), calculo que no, o al menos que no lo haremos como tal sino como simples personas a las que nos parece espantoso que varias personas surtan a palos a otra por el simple hecho de que no les gusta su pinta, su color de pelo o el cuadro del que es hincha.

Pero el momento más gracioso de la carta es cuando este muchacho habla de los sentimientos que esto le despierta, "me subleva y me incita a la rebelión" dice, y luego que "es la obligación de todos defender un Uruguay progresista e igualitario". Que interesante, un tipo vinculado, al menos levemente, al proyecto de los recientes gobiernos progresistas se subleva y rebela cuando un triste y patético comediante hace unos chistes malos, que sin esta carta estarían condenados al olvido, y no cuando ese país progresista que Inthamoussu quiere que defendamos permanece inmóvil ante la constante desintegración de la sociedad, que mira pasivamente como en este país se dividen cada vez más los de primera que tienen derecho a la educación de calidad, a viajar por el mundo adquiriendo experiencias y conocimientos, a tener trabajos gratificantes y a ser escuchados por la sociedad y los de quinta que con suerte podrían hacer un cursito de inserción laboral del MIDES, que con suerte se pueden pegar un viaje al centro, que están condenados a trabajos de explotación y vulnerabilidad y que si, a su manera, se quejan o tienen conductas contra-hegemónicas, son cagados a palos por la policía que los considera delincuentes por vivir en el Marconi o andar de gorra levantada.

   La verdad que no conozco mucho del trabajo de Inthamoussu, solo he visto algunas muy buenas actuaciones como bailarín y leí un par de sus feos poemas, pero si lo conozco por otra función que cumple en la sociedad, panelista de Esta boca es mía, es decir intelectual orgánico de las clases dominantes.
   Me extraña por lo tanto que este muchacho se subleve tan fácil cuando Cucuzú, un comediante pedorro que no caga a nadie, se viste de rosado y anda con falos en las manos haciendo chistes bobos y no se subleve en lo más mínimo cuando la idiota de Victoria Rodríguez se pregunta ¿como hace la gente para vivir en Colón? No solo no se subleva ante tal acontecimiento discursivo de parte de una de las más importantes voceras de la oligarquía montevideana sino que a pesar de esa ingenua y estúpida incomprensión de parte de quien no debe salir de los "barrios lindos" sin guardia, acepta participar de ese estrado oligárquico, intolerante, clasista, por momentos fascista y siempre estúpido al que llamamos Esta boca es mía.
   La boca bien puede ser suya pero las ideas que por ella son expresadas son bien de las "clases hegemónicas" de las que se queja Inthamoussu.

   Y es que a fin de cuentas, a Cucuzú un poco de razón le cabe cuando se pregunta "¿De qué nos vamos a reir? ¿De las gallinas?". Es decir, el humor se trata de romper algo que no debería romperse, de poner algo donde no va diría Schopenhauer, y si se sale de estas formas se convierte en cliché, en Tinelli jodiendo al gordo Larry de Clay cada vez que pierde Boca, en el Piñe haciéndose pasar por estúpido (por más estúpido), en Leandro Lagos e Ignacio Alcuri riéndose de lo malo que son los chistes que ellos mismos escriben y por los cuales los contribuyentes montevideanos pagan. Esto no significa que todo el humor deba partir necesariamente de una burla, pero si debe partir de que se rompa, voluntaria o involuntariamente, una regla. No hay nada gracioso en un bebé que hace un provechito, pero si a un conductor de informativo, después de tomarse un vaso de bebida refrescante sabor cola durante el corte, se le escapa un eructo durante el anuncio de la muerte del Papa entonces se produce algo muy gracioso.

   A fin de cuentas, la gracia de decir "culo" o "mierda" no es que sean fonética ni ontológicamente graciosas sino que no se pueden decir porque las viejas se van a molestar, su gracia reside en cierta condición social que las hace justamente "malas palabras", si dejaran de estar mal vistas ya no tendrían gracia y se convertirían en palabras neutras como son "recto" o "heces" (sobre esto recomiendo ver un notable capítulo de South Park). No en vano aun recordamos aquel "oligarca puto" que el "eme-pepista", entonces diputado y hoy vicepresidente de la ANP, Juan José Domínguez le gritó al Cuquito Lacalle Pou como un gran momento de la comedia involuntaria uruguaya, no porque Lacalle sea homosexual, no porque a alguien le sorprenda que sea un oligarca, tampoco por el genial "vení que te reviento la cabeza" con el que Domínguez preludió el insulto, no, claro que no, fue porque es muy gracioso ver a un viejo tirándole una piña a un joven hijo de un expresidente portando tan bizarro grito de batalla y para mejor que todo sea en medio de nuetro máximo templo democrático y ambos sean representantes democráticamente elegidos para llevar adelante la noble y magna tarea de definir nuestros destinos como nación.

   Me parece que a Inthamoussu se le dieron vuelta los cables, se pensó que el ballet y la performance son el arte de la emancipación de los pueblos, confundió a Cucuzú con Victoria Rodrígez y se rebeló ante un mal chiste en lugar de hacerlo ante el sistema generador de miseria al que él llama país progresista. Es por lo tanto, y al igual que Cucuzú, un pelotudo.

   Y ahora ríanse sin culpas.



[1] Basta con prestar atención a las varias ocasiones en las que nadie le da pelota a violencias igual o más discriminatorias, en este momento me viene a la cabeza una paliza que le dieron en un boliche a un inmigrante africano solo por ser negro, paliza que lo incapacitó para trabajar ya era modelo y quedó desfigurado y ahora solo puede hacer changas en la construcción (cosa que, debido a la paliza que recibión no debería hacer), recuerdo que en su momento nadie dijo nada (excepto unos pocos medios no hegemónicos) y que cuando su compañera intentó llegar al poder ejecutivo para que hicieran algo, el propio presidente Mujica desestimó el pedido.

4 comentarios:

  1. Bienvenidos al mundo de las "quejas al pedo virtuales", que si bien han demostrado (como el caso de la perrita que mataron)que pueden tener repercusiones que sobrepasen el propio medio virtual, en casos como los de este señor bailarín, simplemente restan credibilidad y dejan de lado los puntos donde la segregación debería ser atacada (como el ámbito laboral, por ejemplo) transformando toda la plataforma virtual en una medio conventillero para las brujitas de Salem del siglo XXI.
    Personalmente, lo único que me digné a comentar en la página de Subrayado (donde se publicó la carta) fue lo siguiente:

    "Deberíamos entender por "normal" todo aquello (como cita un diccionario) que se halla en su estado natural. No se me ocurre nada más "normal" que la diversidad y el humor, por lo que si cualquiera de estos dos "incita al odio" (creación del ser humano) deberíamos replantearnos aquí quien es el "anormal".

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  2. Muy de acuerdo con la nota,a me gusta tu estilo, me parece contundente, explícito...no me sale ser obecuente, pero de alguna manera quiero hacer llegar mi agradecimiento, mis felicitaciones y decir que acá estoy leyendo y leyendo otras notas que me ayudan a pensar. Saludos

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  3. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  4. Que rara la autocensura.

    Agradezco los comentarios, las visitas y las recomendaciones.

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Por favor, un poco de sensatez