viernes, 18 de julio de 2008

El problema de la delimitación

¿Cómo definir una disciplina científica? ¿Cómo diferenciar una de otra?

Si bien la pregunta puede parecer de fácil respuesta, al indagar un poco más nos damos cuenta que no es tan así.
En las ciencias formales (lógica, matemática y hasta cierto punto la lingüística) responder esta pregunta es sencillo pues son las propias ciencias las que se definen a sí mismas y a su objeto de estudio y no solamente ubicando y objetivando algo que se encuentra fuera de la ciencia en sí sino que definiéndolo en el sentido ontológico, es decir, estas ciencias se enuncian a sí mismas, luego enuncian sus premisas y es allí que estas premisas empiezan a existir. Es sobre las otras ciencias, las denominadas fácticas que tratará este trabajo.

Tal vez, la primera respuesta a nuestras preguntas que recibamos sea relativa al objeto de estudio, es decir, que una ciencia se define por aquello que estudia.
Pero esto no es tan sencillo como parece, muchas veces resulta difícil o imposible diferenciar cuando un fenómeno es objeto de estudio de una disciplina o de otra. Una estatuilla de madera pueda ser objeto de estudio de la física, la química, la botánica, pero esto no significa que esa estatuilla de madera sea el mismo objeto en todos los casos pues es objeto de estudio de la física en tanto que conjunto de partículas que debe obediencia a ciertas leyes, de la química en tanto que está compuesto por átomos y moléculas que se relacionan entre sí de determinada manera y de la botánica en tanto que materia orgánica vegetal.
Hasta aquí podríamos utilizar el criterio de delimitación por el objeto de estudio, pero el asunto se complica cuando vemos la misma estatuilla de madera desde la perspectiva de lo que se ha convenido en llamar ciencias sociales o humanas pues puede ser también estudiada por la antropología y la sociología y aquí reside el problema del título pues es muy difícil diferenciar las perspectivas que estas disciplinas toman. Mientras que el antropólogo podría decir que al ver la estatua ve un objeto producto de la acción cultural el sociólogo la ve como producto de la interacción de los discursos sociales. Pero ¿de que manera diferenciamos la acción cultural de la interacción de los discursos sociales? La pregunta queda abierta.
Pero, si con una simple estatua de madera se nos complica imaginemos lo que sucedería con un asunto más complejo como son la emigración, la interacción entre los diferentes grupos sociales (clases, etnias, etc.) y las manifestaciones artísticas. Tal vez nos encontremos con muchas menos disciplinas que las que creemos tener hoy día e incluso con una unificación de todas las ciencias sociales y humanas en una sola gran ciencia totalitaria.

Una solución factible al problema de la delimitación tal como lo tenemos aquí sería decir que lo que nos permitiría diferenciar a las diferentes disciplinas sociales y humanas no reside en el objeto de estudio en sí sino que reside en la forma en la que el científico lo estudia, no en la cosa vista sino en el ojo que la ve, ergo, la diferencia entre las disciplinas reside en la metodología.
Esta parece ser a primera vista una solución a nuestro problema pero nada es tan sencillo, dentro de las mismas disciplinas existen distintas visiones metodológicas (y con esto no me refiero a las visiones teóricas sino a los aspectos puramente metodológicos).
Tomemos como ejemplo la sociología, una ciencia bastante madura y socialmente aceptada. Los sociólogos de las nuevas generaciones tienen a la estadística como única metodología, el funcionalismo ve y estudia a la sociedad como una unidad completa, contrario a esto, el marxismo y gran cantidad de sus corrientes herederas ven que la sociedad funciona en base a relaciones dialécticas y Pierre Bourdieu, uno de los sociólogos más destacados de la segunda mitad del siglo pasado, presenta un modelo de estudio sociológico que más parece una versión apenas variada del método etnográfico (metodología claramente antropológica).
Así como una delimitación basada en el objeto de estudio resultaría en una suerte de reducción científica con la posibilidad de gran teoría del todo[1] inabarcable e inconsistente (en la acepción matemática del término), una delimitación basada en la metodología nos arrojaría un sinnúmero de disciplinas científicas que interactuarían de forma anárquica (el sueno de Feyerabend) y se haría casi imposible una comprensión al menos aproximada al campo científico.

Pero este panorama que nos arroja un campo científico o bien hipercomplejo o bien hipocomplejo o como tercera opción de imposible delimitación no debe ser ni un impedimento para el desarrollo científico sino un punto de partida para estudiar tanto el campo de conocimiento científico desde la perspectiva de las propias ciencias como de el plano científico en sí mismo desde una epistemología general.


[1] el término pertenece a la física más compleja.

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